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Genio o miserable

¿Por qué Arda Turan habría decidido dejar de correr aunque eso fuera a costa de no triunfar en su club? Esta es la pregunta que lo embarranca todo

Tres años ha estado Arda Turan en el Barça, y los culés todavía no saben si el turco es un genio o un miserable. Qué maravilla. Las cosas que ha hecho como azulgrana, y las que no ha hecho, que a menudo son las más importantes, están teñidas de misterio. Su comportamiento admite infinidad de interpretaciones, algunas de ellas incluso contradictoras. Se hace imposible no acordarse de Jesús Gil y Gil y esa carta de presentación que desplegó un día en un programa de Jesús Quintero: “A las nueve de la mañana puedo ser comunista; a las diez, socialista; y a las once, de derechas”.

Por un lado, hay quien opina satisfecho que Turan ha cumplido a rajatabla con lo que prometió ser a su llegada: un cantamañanas. Que para eso también hace falta ponerse. Son los mismos que no olvidan que cuando le pidió al Atlético que le dejara salir, esgrimió que ya se había cansado de correr con el Cholo, como si estuviera convencido de que lejos de ahí, o sea en el Barça, ese requisito dejaría de serle indispensable. Si ese fue realmente el propósito de su marcha, podemos concluir que no disparó desviado. En Barcelona ha jugado poco, pero ha cobrado bien, y ha vivido mejor. Un genio.

¿Y por qué Turan habría decidido dejar de correr aunque eso fuera a costa de no triunfar en su nuevo club? Esta es la pregunta que lo embarranca todo, puesto que no conduce a una única respuesta. Se me ocurren miles. Una de ellas, por ejemplo, apunta a que quizá simplemente no fuera el futbolista que esperábamos, del mismo modo que el mundo está lleno de personas que luego no son como uno supone. Quizá Turan no fichó por el Barcelona para ser mejor jugador, o para ganar más títulos, como haría el resto, sino para hacerse millonario y dedicarse un tiempo a sus mierdas, lo cual no me parece tan mala idea. John Boyega reveló en una ocasión que trabajar como intérprete en la saga de Star Wars le hacía especial ilusión porque con el dinero iba a poder comprar una armadura de la Edad Media con la que decorar el baño de su casa.   

 

Quizá Turan no fichó por el Barcelona para ser mejor jugador, o para ganar más títulos, como haría el resto, sino para hacerse millonario y dedicarse un tiempo a sus mierdas, lo cual no me parece tan mala idea

 

Después están los que consideran, molestos, que Turan ha estafado a la entidad que le pagaba el sueldo, jugando con los sentimientos de sus seguidores. Que se ha reído de los que aplaudieron su contratación, y que eso en ningún caso hay que tolerarlo. En esas personas pesa, más que en las otras, la convicción de que es un talento con unas capacidades descomunales, un súperclase, y que si no ha encontrado su sitio entre algunos de los mejores futbolistas del mundo es porque no le ha dado la gana esforzarse lo suficiente. Ha preferido borrarse. Mirar hacia otro lado. Esconderse tras unas molestias dudosas. Un miserable. 

También hay una tercera corriente, mucho más minoritaria, que insiste en reivindicar que el centrocampista turco no tenía nivel suficiente, y que él es el principal frustrado por tener que abandonar el Camp Nou por la puerta de atrás. A esos son los únicos a los que no les doy la razón. Primero, porque le he visto hacer cosas en un campo que no le había visto hacer a nadie, como esa forma delicada de someter al balón cuando cae del cielo, un gesto a medio camino entre el fútbol y la magia negra. Y segundo, porque triste, lo que es triste, no ha dado la sensación de estarlo en ningún momento. Ni tan siquiera creo que vaya a estarlo cuando levante la mano para despedirse.