Mucho antes de George Weah, Didier Drogba, Touré Yaya o Samuel Eto’o existió el mozambiqueño Eusébio da Silva Ferreira: la primera estrella mundial del fútbol salida de África. Un jugador que firmó su inmortalidad con el Benfica y la selección portuguesa, pero que, sin embargo, vivió en la contradicción de llevar en el corazón a su país natal, la colonia que luchó por independizarse de la nación que lo acogió, lo idolotró y lo despidió como su gran leyenda.
Este reportaje está extraído del #Panenka27, que sigue disponible aquí
“El mejor jugador de la historia de Portugal es un africano nacido en Mozambique”. Estas palabras son del escritor uruguayo Eduardo Galeano y sirven para explicar a la perfección la historia de Eusébio Da Silva Ferreria, uno de los diez mejores jugadores de la historia del fútbol -el tercero por detrás de Pelé y Maradona, según una encuesta de la FIFA- al que Mozambique vio nacer hace 82 años.
Eusébio no fue el primer jugador de África que jugó en Europa. Décadas antes de su fichaje por el Benfica, los africanos se habían convertido en habituales en las ligas europeas, aunque no de manera tan extensa como hoy estamos acostumbrados. Un camino que inició Raoul Diagne, jugador de la Guayana francesa que militó en la liga gala en la década de los años 30. Amén de su calidad, hay que señalar un aspecto distintivo de Eusébio: en un deporte dominado por africanos del oeste y del norte, el hecho de que el futbolista africano más renombrado de la historia sea de Mozambique es motivo de orgullo para las gentes del África austral.
El mozambiqueño representaba en varios aspectos el prototipo de jugador que Europa quiere de África: rápido y fuerte. Las referencias a sus atributos de atleta profesional son abundantes, señalando que era extraordinario: capaz de correr 100 metros en 11 segundos a los 16 años, con una aceleración explosiva que quebraba a sus contrincantes, tan bueno con los regates como con los balones altos, y con un pie derecho temible y preciso. Aunque lo que destacaba de él por encima de todo era su olfato para ver puerta: marcó 473 goles en 440 partidos de competición, una media de 1,075.
Eusébio nació el 25 de enero de 1942 en Mafalala, barrio de las afueras de Lourenço Marques, capital de la entonces África Oriental Portuguesa. Mafalala no es un barrio más de la ciudad rebautizada como Maputo, es un centro legendario de la historia y la cultura del país, donde surgieron personalidades destacadas en diversos ámbitos: presidentes, como Samora Machel o Joaquim Chissano; escritores, como el poeta José Craveirinha; o artistas como Wazimbo. El futbolista era el séptimo hijo de Laurindo António da Silva Ferreira, un angoleño blanco que trabajaba de mecánico ferroviario, y Elisa Anissabeni, una mozambiqueña negra. Eusébio, que perdió a su padre a los ocho años, creció en un ambiente de pobreza y jugando al fútbol en la calle. Con 15 años entró a formar parte del Os Brasileiros Futebol Clube, pero después no pasaría las pruebas para el Desportivo, filial del Benfica. En cambio, sí fichó por el Sporting Clube, club provincial ligado al Sporting de Lisboa, conocido hoy como Maxaquene de Maputo.
En un deporte dominado por africanos del oeste y del norte, el hecho de que el futbolista africano más renombrado de la historia sea de Mozambique es motivo de orgullo para las gentes del África austral
FICHAJE EN LA PELUQUERÍA
La leyenda cuenta cómo una charla en una peluquería llevaría a Eusébio a dar el salto a Europa: el entrenador brasileño Bauer estaba relatando su reciente viaje a Mozambique, elogiando a un joven futbolista del Sporting Clube de Lourenço Marques. Bela Guttman, técnico húngaro del Benfica, estaba escuchando, y voló a dicha ciudad la semana posterior. Guttman compró al interior izquierdo inmediatamente, desatando una batalla entre ambos clubes por los derechos sobre el jugador. El mundo que dejaba atrás Eusébio era el de la explotación de las colonias europeas: los mejores clubes de Portugal acostumbraban a cosechar en las posesiones de ultramar en busca de talento africano. Antes de él, habían hecho el mismo camino Hilário, Matateu y Mário Coluna, fichado por el Benfica en 1954.
El joven futbolista llegó a Portugal en 1960 con 18 años, entrando en el Benfica al año siguiente. A partir de este momento, su biografía muestra una tensión manifiesta entre su total asimilación en la sociedad portuguesa y la ruptura con su tierra natal. No en vano, Eusébio acabaría asumiendo un papel de representante mundial del fútbol portugués y del Benfica. En Da Luz se convertiría en una leyenda: ganó 11 ligas, una Copa de Europa, fue Jugador Europeo del Año en 1965 (cuando sólo los europeos podían optar al premio), y conquistó dos Balones de Oro (1968 y 1972). Con la selección portuguesa, con la que debutó en 1962, marcó 41 goles en 64 partidos, brillando con luz propia en el Mundial del 66 en el que lo lusos alcanzaron las semifinales. Los más críticos siempre consideraron que estuvo demasiado unido a Portugal en lo emocional y en lo cultural como para describirle como alguien de otro lugar. Argumentan que resulta difícil calificarlo como africano cuando nunca jugó con ninguna selección nacional del continente o en ninguna competición de esta zona geográfica.
Mozambique no alcanzó su independencia de Portugal hasta 1975. En ese momento, Eusébio no sólo era un portugués asimilado sino un héroe nacional en el imperio. A pesar de todo, ostentó la doble nacionalidad hasta su muerte, residiendo en Portugal y viajando a Mozambique con frecuencia.
En la primera visita a su país natal tras la independencia, Eusébio se reunió con Samora Machel, líder del revolucionario Frente de Liberación Mozambiqueño. “¿Cómo te sientes al regresar a tu tierra liberada?”, le preguntó el comandante. “Feliz, muy feliz”, respondió Eusébio. Tras conversar un rato en ronga (lengua bantú local) para escapar brevemente de los periodistas portugueses presentes, Machel le dijo: “Cuando estaba en la guerrilla, el presidente de Corea del Norte, Kim Il Sung, me dijo: ‘Samora, gánales la guerra a los colonialistas, y así les quitas de su selección a Coluna y Eusébio. Humillaron a mi selección, que después de ir ganando 3-5, acabó perdiendo con cuatro goles de Eusébio'”. De los nervios, el futbolista tiró una copa al suelo. Samora le espetó: “Veo que estás en forma. La copa se partió a la primera. Puedes estar tranquilo, en nuestra tradición africana, eso es señal de buena suerte”.
La ‘Perla’ o la ‘Pantera Negra’ , como era conocido popularmente, siempre rechazó realizar manifestaciones públicas de apoyo a causas políticas cercanas, y evitó hacer comentarios sobre la guerra de liberación en su país natal. Durante el período de partido único (1976-1992) estuvo más desligado de su tierra natal, aunque conviene recordar que fue el propio Samora quien rescató la nacionalidad originaria del futbolista, otorgándole pasaporte mozambiqueño y un estatuto especial. Claudio Tonetti, profesor universitario, periodista deportivo y ex jugador del Maxaquene, no duda del apego de Eusébio hacia su tierra natal: “O King [apodo con el que se le conocía en África] tuvo una relación sólida con Mozambique: a menudo reconocía sus raíces, dejando claro sus vínculos. Sus visitas a África siempre fueron revestidas de gran entusiasmo por su parte: venía una vez al año, de forma privada para ver a su familia y amigos, y en otras ocasiones, acompañando a delegaciones del gobierno portugués y como invitado de las autoridades mozambiqueñas”.
Los más críticos siempre le vieron demasiado unido a Portugal. Lo cierto es que mantuvo la doble nacionalidad hasta su muerte
HÉROE PORTUGUÉS
El grado de apropiación de la figura de Eusébio en Portugal es enorme, si no total. El mismo día de su muerte, el 5 de enero, el presidente de la nación, Aníbal Cavaco Silva, ofreció un comunicado televisado declarando tres días de luto oficial y banderas a media asta. Aunque la Asamblea de la República aún no ha tomado la decisión oficial, el amplio consenso existente indica que será el primer deportista cuyos restos descansarán en el Panteón Oficial de Portugal, situado en Lisboa. Por su parte, el presidente del Benfica, Luis Filipe Vieira, anunció que la entidad estará de luto un año entero y le rendirá distintos homenajes: las camisetas del club lucirán su imagen, su estatua será protegida por una vitrina, y el centro de entrenamiento de Seixal será rebautizado con su nombre. El pueblo de Portugal, por su parte, le rindió homenaje visitando su capilla ardiente, por la que desfilaron más de 10.000 personas.
En su tierra natal dejó un sabor amargo el hecho de que no se respetase un deseo que Eusébio expresó en una de sus últimas visitas al país. Quería que su féretro estuviese cubierto por tres banderas: la de su Benfica, la de Portugal y la de Mozambique. Incomprensiblemente, esta última fue la gran ausente. También causó confusión el hecho de que no se desplazara a Portugal ningún representante oficial desde Mozambique. En Maputo sí se le hicieron distintos homenajes. Por ejemplo, en la calle que lleva su nombre, en el barrio de Mafalala, se celebró un encuentro multitudinario, precedido de una misa en la iglesia de Munhuana. “Fue un ídolo para mí y para todos los jugadores de mi generación. Es una gran pérdida para nuestro país. Espero que su carrera sirva de fuente de inspiración para las generaciones actuales y venideras”, comentó tras su muerte Faizal Sidat, presidente de la Federación Mozambiqueña de Fútbol (FMF). Sidat recuerda que el hecho más significativo de unión entre Eusébio y Mozambique se vivió durante la candidatura del país para acoger la CAN 2010: “[Eusébio] estuvo de nuestro lado desde el primer al último minuto, acompañándonos incluso a Egipto. Pero tal vez no supimos explotar su leyenda debidamente”. En este sentido, en Mozambique queda un cierto sentimiento de que no se hizo todo lo posible por atraerlo de nuevo a su tierra natal, lo cual podría haber tenido un impacto positivo en el desarrollo del fútbol local.
A pesar del deseo del Eusébio, la bandera de Mozambique estuvo ausente en el funeral celebrado en Lisboa
La selección nacional mozambiqueña, popularmente conocida como ‘Os Mambas’, nunca se ha clasificado para el Mundial, y únicamente ha participado cuatro veces en la CAN (1986, 1996, 1998 y 2010). En todas sus apariciones, fue eliminada en la primera fase. En el ranking de la FIFA, Mozambique ocupa el lugar 120 (de un total de 207), mientras que en el africano se encuentra en el 36 (de 54 totales). Simão Maté, medio del Levante, es el único jugador mozambiqueño que milita en alguna de las cinco grandes ligas europeas.
Integrada por 14 clubes, la liga local, la Moçambola, fue fundada en 1976. Los equipos que más campeonatos han ganado (nueve) son el Costa do Sol (el antiguo Sporting Clube) y el Ferroviario de Maputo. Pero a día de hoy el conjunto dominante es la Liga Muçulmana, también de la capital. A nivel panafricano, ningún equipo mozambiqueño ha conquistado nunca un título continental. Claudio Tonetti resume el escenario: “La situación actual del fútbol en Mozambique es bastante preocupante. Existe mucha corrupción y de cara al futuro, es preciso cambiar la mentalidad de dirigentes y deportistas. La formación tiene que ser más agresiva. Hay talento, pero no se sabe transformar en victorias. La infraestructura no es profesional, la afición está desanimada y muchos estadios andan vacíos”. Ante este panorama tan desolador es evidente que Mozambique no lo tendrá nada fácil para ver nacer a otro Eusébio, la estrella a la que tuvo que dejar marchar hace medio siglo para entrar en la leyenda.
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Fotografía de Getty Images.