¿Y si me quedo en la cama cinco minutos más? ¿Y si falto hoy al gimnasio? ¿Y si me salto la dieta? ¿Y si mando a mi jefe a la mierda? ¿Y si tiro la toalla? Ysis y más ysis que no dejan de ser escarceos atiplados para encubrir escusas y sumar escalones que descaminan la consecución de sueños y desencadenan en un suicidio a lo bonzo. Pero la disciplina puede vencer a la tentación, la perseverancia a los pensamientos intrusivos y la constancia te empuja a alcanzar objetivos. Factores que, unidos, catapultan al éxito como cuando ibas último en una carrera del Mario Kart, te tocaba el cañón y terminabas primero. No está mal ser “ysiista”, pero hay que modular el concepto. Yo lo soy. Pero con “i” latina. “Isiista”: admirador de Isaac Palazón. El español superó duros obstáculos y graves lesiones, se planteó dejar el fútbol y hoy tiene a un enardecido Estadio de Vallecas coreando al unísono: “Isi selección”.
Nació en Cieza (Murcia), misma ciudad donde dio sus primeros chutes. Destacó desde bien pequeño. No solo fue su innato talento lo que llamaba la atención de los ciezanos: su mentalidad serena, compromiso por el equipo y un compañerismo ejemplar hacían de Isi un niño querido por todos. Víctor Piñera, entrenador de Isi en infantiles del CD Cieza, recuerda aquella época en declaraciones para Panenka: “Pese a ser el mejor del equipo, Isi era un líder natural. Lo ponía todo muy fácil, era muy humilde y nunca se quejaba. Si un día le decía que tenía que jugar de lateral izquierdo, él lo aceptaba”. A la edad de cadete, el Real Madrid lo captó para sus inferiores, pero, tras una temporada en Valdebebas, el club le comunicó que no contaba más con él. Un golpe duro, también porque, según ha contado Palazón en varias ocasiones, las formas no fueron las mejores.
Otra de las canteras punteras en España llamó a su puerta poco después. Cuatro temporadas estuvo defendiendo la camiseta del Villarreal. Richard Styles dirigió Desenlace Fatal pensando en Isi: el conjunto ‘groguet’ decidió no renovar su contrato a sus 19 años. De mileurista a ‘ceroeurista’ y sin equipo para luchar por su sueño. Volvió al Cieza, ya en el primer equipo, pero su cabeza empezaba a desvanecer cualquier atisbo de optimismo respecto a una vida dedicada al fútbol. Para sacarse un dinero, se fue a trabajar al campo, uno muy diferente al de fútbol. Allí cosechó melocotones, producto estrella de la ciudad. Pero también recogió otros frutos: una nueva mentalidad y una personalidad más fuerte que floró en los momentos en que más acechaba la adversidad. “Como él, la gente también tuvo dudas con el futuro de Isi. Es normal. Pero yo, aunque en ese momento no me imaginaba que llegaría tan lejos, tenía claro que iba a seguir en el mundo fútbol”, comenta Víctor Piñera.
Isi nunca pone un adjetivo de más a sus intervenciones; solo para devorar líneas cuando se abre la barrera de peaje que le adentra en la autopista y enciende el modo sport
Por suerte, Isaac es un tipo tozudo. Y lo volvió a intentar. Del filial del Murcia al primer equipo en un abrir y cerrar de ojos, en un tres i no res. Se desató la supernova de Isi Palazón. Un nuevo plot twist en su vida, esta vez en la dirección soñada. La Ponferradina, en la anhelada ‘Segunda B’ por aquel entonces, llamó a la puerta del ciezano y lo llevó del sureste al noroeste. Un camino que traza una diagonal sin regla y separa España en dos hemisferios. Los play-off de ascenso a la categoría de plata hicieron que Ponferrada jamás olvide el nombre de Isi. Ya nadie lo paraba. Quemó etapas como quien come con hambre. Veloz como un fin de semana o la batería del móvil. En tres temporadas pasó por las tres grandes categorías nacionales. Lo fichó el Rayo Vallecano de Paco Jémez, aun en La Liga Smartbank. Ascendió a primera en otra fase de ascenso galáctica en lo personal. De la mano de Iraola, se asentó en el fútbol de élite y hoy, a sus 28 años, se le considera una de las revelaciones de LaLiga.
Isi es una especie de extremo derecho a pierna cambiada con agilidad en la mente y las piernas a partes iguales. Pese a su enorme calidad, casi nunca pone un adjetivo de más a sus intervenciones; solo para devorar líneas cuando se abre la barrera de peaje que le adentra en la autopista y enciende el modo Sport. Sabe cuándo frenar y cuándo acelerar. En esos momentos es el coche, pero en otros el radar. Dispone de un satélite en el cerebro con el que goza de una panorámica privilegiada del encuentro. Sus acciones son efectivas, condescendientes para su entrenador, con una engañosa sencillez alejada de esos gestos circenses que perfuman a jugadores de medio pelo. Siempre se perfila de cara a gol, un control orientado con la derecha -la menos buena- lo deja dispuesto a sangrar al rival con su zurda. Gracias a ello sale ileso de situaciones extremas, siempre pide la pelota en zonas en las que perderla es lo normal. No para él. Víctor Piñera, consciente de todas las cualidades de ‘Isinho’, destaca una por encima de las demás: “Tiene una cabeza privilegiada, siempre piensa en lo colectivo. Nunca pierde los papeles, lee muy bien cada momento del juego y siempre está muy pendiente del papel defensivo. Ayuda mucho al lateral en este tipo de tareas.”
Historias para no dormir. Porque durmiendo se sueña. Y a Isi ya no le hace falta soñar más. Su lucha también es para nosotros, nos ha hecho el favor de bregar hasta el final para poder verle jugar. A ti, a mí, y a Tebas. El espectáculo que está dando le permite al presidente de la Liga competir con las audiencias de la Kings League y Pasapalabra. Es un futbolista del Rayo, no del de Barcelona, de barrio, no del equipo de Adri Contreras, exquisitamente técnico, nada tronco y mucho menos porcino. Lucha como un Saiyan y, pese a su pequeña estatura, se vuelve ‘jijante’ en cada partido. Los que se esfuerzan por pagar, mes a mes, el oneroso precio que impone la podrida industria que dirige el fútbol en España, lo hacen, en parte, por jugadores como Isi Palazón.
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Fotografía de Getty Images.