Haciendo esquina y sin llamar la atención, el Caffe Roma es el rincón perfecto para vivir en Belgrado los partidos del Estrella Roja, con numerosos recuerdos del club serbio y de la Roma, su segunda pasión.
Mientras la Europa futbolística premium todavía debate sobre las claves de la final de la Eurocopa 2016 que por aquí nos contó Iñaki Lorda, el martes 12 de julio se dio el pistoletazo de salida para muchos equipos en su carrera por llegar a la fase de grupos de la UEFA Champions League.
Entre ellos, el FK Crvena Zvezda, el Estrella Roja de Belgrado. En el inicio de su eliminatoria ante el Valletta de Malta quería vivir la experiencia de la mejor forma posible. Ante la imposibilidad de ir a Marakana porque el partido era en la isla mediterránea, tuve la suerte de descubrir el Caffe Roma.
Instalado a unos 15 minutos del estadio del Estrella Roja lo primero que llama la atención es el nombre del local. Toldos con los colores de la camiseta del club transalpino y, en el interior, un pequeño santuario dividido en dos zonas: las fotos de la Roma, con Francesco Totti como protagonista principal, y una segunda estancia con recuerdos del Estrella Roja y un mural de la afición.
Quedaba media hora para el inicio del envite de ida de segunda ronda de clasificación y la gente acudía tímida al establecimiento. Mientras, los camareros y Dejan (el dueño) no paraban de sacar taburetes y sillones al exterior del bar. Ahí, en la acera de la calle y con el tranvía pasando a un par de metros, se iba a montar su particular Marakana. Tras una extensa charla con el dueño sobre sus viajes de fútbol siguiendo al Estrella Roja y viendo partidos por medio mundo ya teníamos la obligación de llamarle ‘Deki’, como le conocían todos los habituales.
El Valletta partía como un rival inferior para el campeón de Europa en 1991 y el inicio del partido se vivía con cierta tranquilidad. Charlas entre la gente, tragos de cerveza con confianza y algún gesto de sorpresa hacia el coqueto hogar del conjunto maltés. Atmósfera que se cortó de raíz cuando el argentino Federico Falcone conectó un brutal disparo para adelantar al Valletta.
‘Deki’ apuraba su whisky y miraba al infinito. A un lado, numerosas parejas y gente en solitario pasaba por el improvisado Marakana. Muchos miraban de soslayo la pantalla y la gran mayoría sonreían al ver al Estrella Roja caer. Posiblemente hinchas del Partizan, del Rad (dos clubes con el estadio cercano a esta zona) o incluso de alguno de los numerosos equipos de Belgrado que juegan entre la primera y la segunda división de Serbia.
Pasada la media hora llegó otro gol del Valletta… que fue anulado. En ese momento ya había más cigarros encendidos que cervezas medio llenas. Incredulidad y temor a saber que una eliminación les dejaba fuera mientras que el Partizan iba a iniciar el jueves su camino europeo. Eso sí, en la Europa League.
La vuelta de vestuarios fue un soplo de aire fresco para el equipo de Miodrag Božović, que hizo debutar al argentino Pablo Mouche. Acostado en la derecha, el antiguo jugador de Boca Juniors buscó constantemente la salida por dentro para aprovechar su condición de zurdo. “Muche […] Moche [..] Mouuuche”, las interpretaciones de los seguidores del Estrella Roja sobre el nombre del sudamericano eran diferentes.
El talentoso Aleksandar Katai fue el artífice de la remontada: primero con una gran vaselina y después con una jugada por la izquierda que derivó en el 1-2 definitivo. El Caffe Roma volvía a sonar con fuerza, el pase a la tercera ronda se veía cerca y fue el momento en el que uno de los camareros se aproximó a ‘Deki’ y este, en una especie de ritual, encendió una bengala. Aplausos, mucha gente grabando el momento en vídeo y gestos de euforia.
Los 20-30 asistentes al partido se fueron marchando, pero aún había noche y tertulia futbolística por delante. Ejerciendo de líder, ‘Deki’ comandaba un círculo de sillones en una mesa abarrotada de tabaco y bebidas terminadas. Otra jornada más de una vida hostelera que comenzó en 1994, aunque con partido del Estrella Roja de por medio nada es lo mismo.