Heidelberg, cuna del romanticismo teutón, es una preciosa ciudad universitaria a orillas del Neckar, uno de los principales afluentes del Rhin. El fastuoso castillo que preside la urbe, cientos de veces retratado, vio nacer a sus pies un movimiento artístico y cultural que rompía con la ilustración y buscaba anteponer el sentimiento a la razón. También a Hans-Dieter Flick (1965), que creció en Bammental, un pequeño municipio a sus afueras, y quedó impregnado de la atmósfera romántica de la ciudad. Allí comenzaría a florecer su pasión por el Bayern de Múnich, equipo con el que acaba de firmar un doblete como técnico después de haberlo logrado como jugador en los ochenta. Hansi, que en su debut en el banquillo ha pulverizado importantes récords de sus predecesores, quiere cerrar esta esta extraordinaria temporada levantando la ‘Orejona’ de Lisboa. Para ello, y tras un prolongado parón, su escuadra afronta la vuelta de los octavos de final con una holgada ventaja: el 0-3 obtenido el pasado 25 de febrero en Stamford Bridge.
La historia de Hansi Flick con el conjunto muniqués empezó a escribirse justo antes de que cumpliese los 20 años, cuando firmó su primer contrato como profesional. Una campaña antes (la 83-84) había rechazado una oferta del VFB Stuttgart para finalizar unas prácticas en un banco, según reconoció en 2014 a la revista Rund: “Pretendía completar mi formación en el banco, así que en el VFB me dieron la opción de jugar con el segundo equipo si quería compatibilizar las dos tareas, pero esto no era lo que yo quería. En ese momento solo buscaba asegurarme una salida para después, ya que no sabía cuánto iba a durar lo del fútbol”. Como apuntó en la charla, solo la llamada de su equipo favorito le habría hecho cambiar de parecer: “Con sinceridad, mi deseo fue siempre jugar con el Bayern. Si hubieran venido a por mí seguramente habría abandonado las prácticas para seguir a mi corazón”.
Hans-Dieter Flick, que llegó al ‘Gigante de Baviera’ procedente del juvenil del Sandhausen, demostró tener sobre el verde la misma actitud servicial y comprometida que ahora exhibe en los banquillos. Con el Bayern de Múnich disputó 139 encuentros entre 1985 y 1990, ganó cuatro Bundesligas y una Copa de Alemania, la de 1986. Aquel año firmó su primer doblete, pero su influencia no sería tan capital en el logro: “Gané el doblete como jugador, pero fue durante mi primera campaña en el Bayern y no jugué tanto, todo esto ha sido mucho más intenso”, confesó tras levantar la DFB-Pokal como técnico. Por otra parte, en 1987 perdió la final de la Copa de Europa ante el Oporto actuando en el centro del campo por detrás de Dieter Hoeness y Michael Rummenigge, hermanos menores de Uli y Karl, que más tarde serían sus jefes. En 1990 fue traspasado al FC Colonia, aunque una grave rotura de ligamentos le apartaría de los terrenos de juego tres temporadas más tarde. Tenía solo 28 años.
Aquel revés no desanimó al romántico Hansi, que llevaba tiempo soñando con un futuro en los banquillos. Comenzó desde abajo, primero entrenando al Viktoria Bammental y más tarde al Hoffenheim, donde estuvo cinco temporadas y consiguió un ascenso a la cuarta división. Tras ser el segundo de Trapattoni en el Stuttgart y ejercer de coordinador deportivo del Red Bull Salzburg recibió una llamada que cambió su vida, la del combinado nacional. Joachim Löw iba a sustituir a Klinsmann como seleccionador y en la DFB (Federación Alemana de Fútbol) tenían muy buenas referencias de Hans. Creyeron que sería el asistente perfecto y acertaron. Cuando dejó el cuerpo técnico de la ‘Mannschaft’, en 2014, el tándem Löw-Flick había conseguido un segundo puesto en la Euro 2008, un tercer lugar en el Mundial de 2010 y una cuarta estrella para el escudo germano. Alemania fue campeona del mundo en Brasil promoviendo un estilo ofensivo de juego que, junto con la llegada de Guardiola al Bayern, cambió la manera de concebir el fútbol en la Bundesliga.
Flick volvió entonces a las oficinas, primero como director deportivo de la propia federación y más tarde del Hoffenheim. Después de un año sabático, y tras la marcha de Peter Hermann, aceptó el cargo de segundo entrenador del Bayern: “Cuando llegó la propuesta no tuve que pensarlo dos veces, el Bayern de Múnich es un lugar top que está en mi corazón”, reconocía en aquel momento a la página web del club. Ya entonces tenía una gran reputación de estratega, de analista concienzudo y de gestor de grupos, algo de lo que adolecía Niko Kovac, por entonces entrenador del club. Neuer y Müller, que habían trabajado con Hansi en la selección, podían atestiguarlo. En su visión periférica del fútbol, forjada en la sombra de los despachos y como asistente, es tan importante el trato personal con los futbolistas como los resultados obtenidos de las bases de datos, otro de sus grandes apoyos a la hora de trabajar.
La dirección del club, que sabía todo esto, quiso tener a Hansi Flick cerca por si algo salía mal con Kovac. Era vox populi que la mayoría de la plantilla no tragaba al entrenador croata a pesar del doblete de la temporada anterior. Como reconoció Rafinha a Bild tras marcharse de Múnich, “algo fallaba entre él y el equipo, quizá porque solamente confiaba en unos pocos jugadores y rara vez buscaba el contacto con los demás”. El lateral brasileño, que jamás olvidará que no le pusiera ni un minuto en su partido de despedida con el Bayern, aseguró que el técnico había sido el gran responsable de la marcha de los pesos pesados del vestuario: “Respeto a Kovac, pero te aseguro que si hubiera sido distinto todos podríamos seguir en el equipo: Robben, Ribery, James, Hummels, Renato Sánchez, Arturo Vidal y yo”.
Este no era el caldo de cultivo idóneo para levantar un equipo campeón, así que todo se vino abajo bien pronto. En noviembre, después de una humillante derrota (5-1) ante el Eintracht de Frankfurt, Kovac dejó de ser el primer entrenador del Bayern. A la inestabilidad emocional de la plantilla se unió una mala racha de resultados que dejó al cuadro bávaro en cuarta posición, a cuatro puntos del Borussia Dortmund. Uli Hoeness, que dos semanas más tarde dejó la presidencia del club, admitió que “había elementos dentro del equipo que querían que el entrenador se fuera”. Los futbolistas criticaban el juego especulativo del técnico, su exagerada pasión por los contragolpes y, entre otras cosas, la falta de tacto que demostraba tener en las declaraciones públicas. Fuera Kovac, era el turno de Hansi.
El 3 de noviembre Rumenigge (CEO del Bayern), Salihamidzic (director deportivo) y Hoeness le otorgaron la batuta de mando a Flick de manera interina. Su complicado primer examen, ante el Dortmund en el Klassiker, lo pasó con muy buena nota: 4-0 en el Allianz Arena y desplegando un gran fútbol. También superó al Olympiakos (2-0), al Fortuna Düsseldorf (0-4) y al Estrella Roja de Belgrado (0-6). Un balance de 16 goles a favor y ninguno en contra en sus cuatro primeros partidos como técnico. No estaba mal para un debutante en la Bundesliga. Hansi Flick había conseguido cambiar el rumbo de aquella escuadra desestructurada, errática y en proceso de descomposición. Aunque el equipo perdió los dos siguientes encuentros (ante el Bayer Leverkusen y el Borussia Mönchengladbach), Rummenigge comentó que, para él, “la manera de jugar era más importante que los resultados”, así que decidieron darle un voto de confianza hasta Navidad. Desde entonces no conoce la derrota el Bayern, siendo el 0-0 de febrero ante el Leipzig su único ‘tropiezo’.
No solo se comió los turrones el bueno de Flick, también se ganó un contrato por tres temporadas como entrenador permanente, algo que fue celebrado por diferentes pesos pesados del entorno. Lothar Matthäus, leyenda bávara, dijo a Kicker que desea verle como “el entrenador a largo plazo del club”, y que observa ciertas similitudes entre él y Heynckes: “es como un joven Jupp, ambos saben cómo convencer a los jugadores y hacerlos sonreír”. El propio Heynckes, que tuvo a Flick como jugador durante tres temporadas, también le auguró un futuro brillante: “Está predestinado a ser el entrenador del Bayern, es la persona ideal para el puesto. El club puede confiarle las demandas extremas que tiene. No se trata solo de lo que se ve actualmente, sino del conocimiento básico de un entrenador que tiene, la competencia profesional y las habilidades humanas, su filosofía”.
David Alaba, que se ha convertido en el líder de la defensa muniquesa, explicaba en Kicker que el trato con el futbolista ha cambiado drásticamente con Hansi, y que esto se deja ver en el juego del equipo: “la puerta del míster siempre está abierta, tiene una manera muy positiva de liderar el equipo, nunca había visto nada igual”. Cuando se hizo oficial su permanencia en el puesto, Karl-Heinz Rumennigge comentó que “Hans tiene un plan claro. Reintrodujo ciertos valores y el equipo lo siguió maravillosamente. Creo que tiene un nivel muy alto de empatía con el equipo. Confían en él y él confía en los jugadores. Además de los valores cualitativos como entrenador, este es un factor muy importante”.
El flautista de Heidelberg ha logrado traspasar su pasión por el fútbol a sus jugadores, que ahora lo siguen a ciegas. Nada más llegar, por ejemplo, hizo un brainstorming con ellos para determinar sus principales quejas con respecto al juego del equipo; su opinión suele ser muy importante para Hansi. Los jugadores le advirtieron que el estilo de Kovac era defensivo de más, y que querían que fuese el Bayern quien tomase la iniciativa en los encuentros. Sus deseos se cumplieron y los resultados no han podido ser mejores. El conjunto de Múnich no solo gana sus partidos, sino que lo hace con solvencia y brillantez, muchas veces pasando por encima de sus rivales. De ser una escuadra relativamente especulativa ha pasado a convertirse en el plantel alemán más goleador de la historia, con 132 goles anotados en los 45 encuentros que lleva disputados. En liga, los de Flick han firmado el mejor promedio anotador del club, superando con 3,1 goles por partido la marca fijada por el Bayern de Guardiola en la temporada 2013-14 (2,8 tantos por encuentro).
Aportaciones tácticas de Flick
En la apabullante superioridad futbolística del Bayern, que le ha valido para levantar su octava Meiterschale (ensaladera) consecutiva, ha tenido mucho que ver la mano de Hansi. Actuando en un segundo plano, Flick ya había construido el exitoso entramado táctico de la selección alemana campeona del mundo; ahora que le han dado la oportunidad como primer entrenador se ha convertido en el mejor debutante de la historia del cuadro muniqués. En sus 32 primeros partidos como técnico ha sumado 29 victorias, un empate y dos derrotas. Pep, que ostentaba el récord hasta la fecha, lo había dejado en 28-2-2. Hans-Dieter Flick ha devuelto la alegría al juego y la seguridad a la defensa, construyendo un sistema donde los futbolistas brillan y disfrutan, y el buen fútbol asegura buenos resultados.
Si bien el esquema táctico no ha variado tanto con respecto al utilizado por Kovac, sí que se aprecian ajustes que han influido directamente en la mejoría de juego del equipo. Del 4-3-3 utilizado por el técnico croata se ha pasado a un 4-2-3-1 con los jugadores interiores escalonados, amplio espacio para los laterales y extremos y con el resucitado Thomas Müller ejerciendo de mediapunta con libertad de movimientos. No es un sistema fijo, y puede girar a un 4-1-4-1 o al propio 4-3-3 según las necesidades de los encuentros.
Resulta especialmente llamativo el caso de Müller, que de vivir en el ostracismo con Kovac y estar en la rampa de salida ha pasado a firmar la mejor temporada de su vida con 24 asistencias (21 en la Bundesliga, récord de la competición) y once goles. Aunque normalmente actúa por detrás de Lewandowski, su tremenda habilidad para interpretar los espacios le da carta blanca para abandonar su posición buscando ventajas, por lo que no resulta difícil verle caer a banda. Esto es otro de los puntos fuertes de este Bayern: la capacidad de sus atacantes para permutar sus posiciones y desajustar las defensas rivales.
En cuanto a registros personales, otro de los grandes beneficiados por la mejoría de los rendimientos del equipo ha sido Robert Lewandowski, que a sus 31 años está viviendo su campaña más prolífica de cara a puerta. El delantero polaco, que lleva anotados 49 goles en todas las competiciones, ha sido el máximo realizador de la Bundesliga con 34 tantos, siendo este el tope para un jugador nacido fuera de Alemania. Se quedó a tan solo seis del ‘Torpedo’ Müller, que metió 40 en la temporada 71-72 y sigue ostentando la mejor marca de la competición.
Flanqueando al punta y al enganche suelen aparecer Gnabry y Coman, dos jóvenes extremos especialmente verticales y habilidosos, aunque según las características del partido Flick puede dar entrada a Perisic (que estuvo dos meses parado por una lesión) o al propio Müller, colocando a Coutinho de ‘10’. El brasileño cedido por el Barça, que ha ido de más a menos durante la temporada, ha quedado relegado a un segundo plano en los esquemas de Flick, y parece altamente improbable que el Bayern ejecute los 120 millones de su opción de compra. El fichaje de Leroy Sané, que puede actuar en las tres posiciones por detrás del punta, dificulta todavía más la operación.
En el centro del campo teutón aparece el doble pivote más en forma del continente: el formado por Kimmich y Thiago. Como ya se ha explicado antes, no suelen actuar en paralelo, sino que escalonan su posición, especialmente a la hora de sacar el balón. En este sentido, es Joshua el que suele incrustarse entre los centrales para dar salida al juego muniqués, aunque el exbarcelonista también esté capacitado para ello. De hecho, la lesión de Benjamin Pavard puede devolver a Kimmich al lateral diestro en el partido contra el Chelsea, lo que dejaría a Thiago como volante de cierra y a Goretzka algo más adelantado. El alemán de 25 años, que posee una llegada desde segunda línea bastante interesante, es un recambio de lujo para el futbolista español. Otro punto a favor de este Bayern es que prácticamente todas sus posiciones están dobladas con jugadores de calidad, así que tampoco extrañaría ver en el flanco derecho de la zaga a Álvaro Odriozola, aunque su participación haya sido testimonial hasta el momento, y a Kimmich en el eje de la medular.
Quizá sea en la defensa, última línea a analizar, donde más se note el trabajo de Flick. Esta empieza arriba, muy arriba, con una presión asfixiante que permite al Bayern recuperar el balón muy cerca de la meta contraria y así generar un buen número de ocasiones. Para esta presión es definitoria la manera de situar la línea defensiva, prácticamente en el centro del campo, lo que favorece la participación en el pressing de pivotes y laterales. Esto, que puede considerarse una decisión un tanto suicida (los contrincantes pueden verse tentados a enviar balones directos a la espalda de los zagueros), es un riesgo muy bien asumido y trabajado por Flick. Cuando los rivales no caen en fuera de juego emergen, por encima del resto, dos importantes figuras: la del portero Manuel Neuer, que en fase defensiva actúa prácticamente de líbero, y la de David Alaba, un lateral convertido a central que, gracias a su gran velocidad, es capaz de replegar con gran eficacia. Aunque con esta mentalidad se exponga, la defensa está mucho mejor organizada que con Kovac. Desde que Flick comenzó a dirigir al equipo han conseguido dejar a cero su puerta en más de la mitad de los partidos disputados.
El general en mando de esta defensa es el propio Alaba, que a sus 28 años se ha convertido en uno de los centrales más deseados del continente. Normalmente debería estar acompañado por Niklas Süle, el joven alemán llamado a marcar una época con la ‘Mannschaft’, pero se rompió el ligamento cruzado anterior en octubre y, recién recibida el alta, parece improbable que actúe como titular en estos últimos partidos de la temporada. En su puesto aparece Jerôme Boateng, un central más físico y exento de recursos técnicos, pero que ha sabido adaptarse con solvencia a lo que el entrenador le reclama. Este ha ocupado el lugar que, teóricamente, debía pertenecer a Lucas Hernández, lesionado cuando Flick tomó el mando del equipo. El francés, por el que el Bayern pagó la importante cifra de 80 millones de euros, se ha quedado sin espacio en el once muniqués por la sobria actuación de Boateng y, sobre todo, por la entrada de Alphonso Davies en su posición natural, la de lateral izquierdo.
El canadiense de 19 años representa la irrupción futbolística más atractiva de toda la temporada, y todo gracias a Flick. Davies es un extremo metido a lateral que aprovecha su endiablada velocidad para amenazar constantemente la línea de fondo y desquiciar a sus marcadores. El joven futbolista suple sus posibles carencias tácticas -propias de la edad- con una potencia física extraordinaria. No obstante, y según datos de Opta, Alphonso Davies ha alcanzado esta temporada la mayor velocidad de un futbolista en la Bundesliga desde que se empezaron a tomar datos (36,51 km/h). “Puede que Davies no esté siempre en la mejor posición en el campo y el oponente piense: ‘Oh, tengo tiempo’; pero ‘mic, mic, mic’, el Correcaminos llega y te roba la pelota”, comentó el segundo capitán Müller al término de un encuentro.
Muller summing up Alphonso Davies’ performance perfectly. pic.twitter.com/hAxpxcOzmZ
— The Tactical Times (@Tactical_Times) May 26, 2020
En el costado opuesto de la defensa aparece otro futbolista con gran futuro, Benjamin Pavard, de 24 años de edad. Aunque el espíritu de ambos es ciertamente ofensivo, sus perfiles son algo distintos y utilizados en consecuencia por Flick. Si Davies es capaz de llegar al área contraria casi sin despeinarse, el francés es un central reconvertido que guarda otras habilidades, como una gran capacidad para sacar el balón en largo. Cuando el conjunto bávaro se ve presionado, suele ser Pavard (o en su defecto Neuer) quien trata de conectar directamente con los elementos de arriba. Si el ataque del Bayern transcurre por su flanco, Benjamin acompaña la jugada, pero lo habitual es observar cierta asimetría en la manera de proceder de los laterales. Es por esta razón que Müller, muchas veces, cae a banda derecha para ayudar.
Horizontes futuros
Aunque la temporada de Hans-Dieter Flick en el Bayern ya haya sorprendido a todos y se pueda considerar sobresaliente, el de Heidelberg opta a la matrícula de honor con la última competición en juego, la Champions League. Hasta ahora han demostrado ser un rodillo en la máxima competición continental, ganando los siete partidos que han disputado hasta la fecha y dejando en +19 la diferencia de goles en la fase de grupos, lo que también ha supuesto un récord. Los de Flick tienen en su mano igualar el triplete de Heynckes en lo que fue la temporada más exitosa de la historia del club. Desde la marcha de Guardiola del ‘Gigante de Baviera’ no se había contado con un técnico con tanto éxito e influencia en el juego.
El segundo capitán del plantel, Thomas Müller, establecía cierta comparación entre Pep y Hansi en unas declaraciones post partido: “Últimamente nuestro juego ha sido igual de claro que lo era con Guardiola. Aunque a cada jugador se le permite añadir un toque individual a su posición basado en sus preferencias, fortalezas y debilidades, esta posición siempre tiene una misión clara. No hay un ‘podría’, ‘habría’ o ‘querría’, y si alguien no hace lo que se le pide, otro ocupa el puesto rápidamente”, explicó el atacante, quien apunta que “la firma del entrenador en este equipo es claramente visible”.
No ha sido el único integrante de la entidad que ha ensalzado el trabajo de Flick; también Karl-Heinz Rummenigge, que se ha mostrado encantado con la actitud y el fútbol del equipo bajo su mandato: “Esta ha sido una temporada con unas condiciones especiales que nadie quería, pero esperamos que siga siendo única. A pesar de las circunstancias difíciles, Flick, su equipo de entrenadores y los jugadores jugaron una brillante segunda mitad de la temporada, no solo por nuestras victorias, puntos e innumerables goles, sino también por la forma en la que jugamos. Queremos ofrecerle títulos a nuestros aficionados e inspirarlos con fútbol de ataque”, comentó el CEO de la entidad tras conseguir su octava Bundesliga consecutiva.
El plantel germano es, por todas estas razones, uno de los grandes favoritos para sentarse en el trono del Liverpool, actual campeón pero ya eliminado del torneo. La ventaja de tres goles obtenida en el partido de ida de octavos ante el Chelsea le tiene con pie y medio en cuartos, pero queda por ver cómo influyen los imponderables de esta atípica edición. Por una parte, las eliminatorias a partido único suelen ser tremendamente impredecibles; por otro, el cuadro bávaro lleva un mes y medio sin jugar partidos oficiales, y es difícil saber si el parón ha afectado a su alto nivel competitivo.
En cualquier caso, y pase lo que pase en esta Champions, Hansi Flick parece haber sentado las bases de lo que ha de ser una brillante etapa del Bayern de Múnich. Del once titular del plantel la mitad de sus jugadores no llegan a los 25 años, y la llegada de Leroy Sané no hace sino refrendar las ambiciosas intenciones del club a medio plazo. Como confirmó el expresidente Uli Hoeness a la estación de radio Bayern 1, “me imagino que, si todo sale a la perfección, estamos frente a una nueva era”. La era del romántico Bayern de Hansi Flick.
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Fotografías de Getty Images.