Harry Kane encarna a la perfección lo que se conoce como el ‘nuevo inglés’: una mezcla de finura, educación y buen porte. Un estatus que viste con goles fruto de varios másters realizados por los exigentes campos del fútbol británico.
Este reportaje está extraído del #Panenka72, un número que publicamos en marzo de 2018
Harry luce mechones impregnados de gomina, buscando cubrir algún principio de calvicie. Lleva barba fina, de tres días, rasurada con esmero la misma mañana de partido. Y un rostro afilado y juvenil que aparenta ternura. Sin embargo, Kane es un tipo furioso que suele mostrar una sonrisa desafiante y perversa. A primera vista, Harry nos retrotrae al príncipe encantador de un cuento. Pero Kane es un tipo impermeable al miedo y que jamás se desmorona: un killer de sangre fría. Con unas estadísticas que recuerdan poderosamente a las del mítico Alan Shearer, el último gran delantero centro inglés (con permiso de un Rooney que siempre ha sido algo más que un ariete). Harry Kane (Londres, 1993) es un tipo que, de la nada, ha logrado que los ingleses vuelvan a sentir admiración por uno de los suyos, en un reino, el británico, al que le cuesta reconocer a sus propios jugadores.
Hace algunos años, Greg Dyke, el antiguo presidente de la Federación Inglesa, tuvo sudores fríos mientras evocaba la carrera del delantero de los ‘Spurs‘: “Harry es un caso increíble. De repente, un niño bien inglés, del que no se sabía si iba a llegar a jugar a primer nivel, se convierte en el máximo anotador del país. ¿Cuántos otros Kane existen hoy en día? Probablemente ninguno”. Kane es sin duda lo más letal que ha parido Inglaterra en muchísimos años.
Alumno de un sistema que nos convence de que los futbolistas ya no pertenecen a nadie, él lo tiene claro: “¿Por qué iba a querer dejar el club de mi alma?”. La pregunta se impone a la fuerza dada su fuerte vinculación con los ‘Spurs‘, aun habiendo pasado por las categorías inferiores del Arsenal. A los ocho años, Kane fue rechazado por los ‘Gunners‘ por “gordito”, según explica Liam Brady, exinternacional irlandés y excentrocampista de Arsenal, Juventus, Sampdoria, Inter, Ascoli y West Ham. Recientemente, explicó sobre Kane: “Era gordito, no muy atlético y nos equivocamos. Incluso el Tottenham lo cedió tres o cuatro veces a equipos de divisiones inferiores”. Cuando a Harry se le ha mencionado la posibilidad de una carrera romántica ‘a lo Totti’, también tiene muy presente que un jugador es grande, más allá de sus estadísticas individuales, por los títulos que consigue. Y a día de hoy, su palmarés sigue a cero. “Haga lo que haga en el futuro, Harry es ya una leyenda de los ‘Spurs‘”, asegura Chris Ramsey, uno de los formadores del futbolista en la academia del club londinense. Un Tottenham al que Pep Guardiola ha bautizado, en más de una ocasión, como “el equipo de Harry Kane”, aun siendo un conjunto que cuenta con más estrellas.
LA OBSESIÓN DEL ‘GORDITO’
La grada del Tottenham Hotspur Stadium le suele cantar “he’s one of our own” (“es uno de los nuestros”). Toda una declaración de amor que nació en una visita de los del norte de Londres al Villa Park, el 2 de noviembre de 2014, en una época en la que Pochettino todavía formaba el ataque con la dupla hispanoafricana integrada por Roberto Soldado y Emmanuel Adebayor. El ariete inglés tenía entonces 21 años, empezó el partido en el banquillo y lo decantó para los suyos con un tiro de falta directa en el último minuto. Fue el punto de inflexión. Para él, para su entrenador y para sus directivos, que veían en aquel joven ‘rubito’ a un nuevo Ledley King, quien, formado en la academia ‘spur‘, jugó más de 100 partidos durante la primera década del siglo XXI. “Unos años antes, hubo que pelearse para lograr que Kane permaneciera en el club”, explica Ramsey. “Algunas personas no creían en él y, sin la intervención de Tim Sherwood, quien se hizo cargo del equipo al final de la temporada 2013-14, probablemente no hubiera continuado en el Tottenham”. Algo que el propio Sherwood corrobora: “Fue probablemente al inicio de 2014 cuando todo cambió, yo jamás lo hubiera dejado salir mientras hubiera estado en mi mano. Si los dirigentes hubieran fichado a alguien con más experiencia o más mediático, los aficionados se hubieran ilusionado, pero estoy seguro que nadie hubiera dado mejor rendimiento que Harry”.
Harry Kane, nacido a poca distancia de White Hart Lane, se ha convertido en hijo predilecto y en bandera de un club y de una generación: es la encarnación perfecta del futbolista inglés moderno. Durante algunos años, se curtió en la Championship y la League One, cuando estuvo a préstamo en el Leyton Orient, el Leicester, el Millwall y también el Norwich (por entonces en la Premier League). Unas aventuras “que el jugador necesitaba a toda costa para poder dar el gran salto”, asegura Kevin Nugent, quien en aquella época era el segundo entrenador del Leyton Orient. El ayudante del técnico añade: “La League One es diferente a las sub-21. La idea era que su etapa con nosotros sirviera para comprobar cuán resistente podía ser. Llegó con un físico un tanto frágil, en compañía de otros dos jugadores del Tottenham, Tom Carroll y M’Poku. Sin embargo, pronto nos dimos cuenta de que estábamos ante un gran profesional, constantemente volcado en su trabajo”. Con una actitud estajanovista, siempre quería participar en sesiones de entrenamiento extra, algo que Chris Ramsey describe como una “obsesión”, pues el jugador priorizaba su crecimiento futbolístico a las relaciones sociales. “Recibió muchos golpes, no se arrugaba jamás y evolucionó rapidísimo”, recuerda su excompañero Jonathan Téhoué. “Afuera, no bromeaba demasiado, estaba concentrado en aprovechar su oportunidad, era muy consciente de las dificultades que suelen tener los jóvenes en los grandes clubes”, añade.
Al contrario de lo que ha sucedido con otros compatriotas que fueron ensalzados prematuramente, Kane ha seguido progresando, impávido ante los comentarios y las portadas de los periódicos. En el primer semestre de 2012, un joven Harry de 18 años llegó al Millwall. Un lugar en el que descubrió que uno juega, a menudo, para los espectadores, más que para uno mismo. “Yo vi a compañeros que se retiraban al vestuario a los cinco minutos de un entrenamiento porque estaban escuchando gritos e insultos en la grada que no habían oído en toda su vida”, recuerda Alan Dunne, viejo defensor de los ‘Lions‘ entre el año 2000 y el 2015. “Él descubrió que, en Millwall, hay que ser un poco más agresivo y mostrar una actitud que te haga merecedor de la camiseta que llevas”. Aquella es una etapa que marcó mucho a Harry Kane, tal como él mismo explicó al London Evening Standard: “Allí entendí lo importante que puede llegar a ser el fútbol para los aficionados”. Kane ayudó a evitar el descenso del equipo a la League One con un gol decisivo en el campo del Portsmouth. Joe Gallen, segundo entrenador del Millwall en aquel momento, lo describió entonces como “un hombre que ama a la vida casi tanto como al fútbol”, y añadió que en aquella etapa “maduró lo equivalente a diez años de experiencia”.
El jugador necesitaba a toda costa aventuras como las que vivió en el Leyton Orient, el Leicester, el Millwall o el Norwich para poder dar el gran salto
DE BECKHAM A RAÚL
De vuelta al Tottenham, Kane era por fin consciente de lo que representaba y de lo que podía llegar a representar. La Federación Inglesa también lo sabía y, tras llegar a la selección absoluta después de haber pasado por todas las categorías inferiores, rápidamente lo convirtió en un icono, tanto futbolístico como comercial, como lo fue en su día David Beckham. Casualidad o no, ambos jugadores debutaron en el mismo club amateur: el Ridgeway Rovers. Pero si el ‘Spice Boy‘ fue el primer símbolo de una Premier League de interés mundial, Kane es el perfecto relevo para representar a la competición de más prestigio y con más espectadores en el mundo. Las estadísticas del futbolista curso tras curso también se explican, en parte, a través de sus hábitos: lleva una vida sana, sin alcohol, sin fiestas, sin bromas y donde el apoyo de sus padres, que emigraron de Irlanda y el empuje de su hermano mayor, Charles, a quien describe a menudo como un superhéroe, son claves. Hijo de la clase media londinense y admirador de Teddy Sheringham, la ‘trepidante’ vida de Kane fuera del césped se reduce a su mujer, a la que conoció en el colegio antes de cumplir la mayoría de edad, a su pasión por jugar a golf y a ver partidos de la NFL. Ah, y también a sus dos perros, dos labradores que se llaman Brady y Wilson, en homenaje a Tom Brady y a Russell Wilson. En una carta personal publicada en The Player’s Tribune, Kane reconocía que el quarterback de los New England Patriots le ayudó cuando jugaba en el Leicester City (2012-13), una etapa de la que no guarda un buen recuerdo: “las dudas se apoderaron de mí por primera vez en mi carrera”. Fue entonces cuando se topó con un documental sobre Brady en el que este contaba que había sido el número 199 en el draft. “Me quedé impactado, pero para bien. También habían dudado de Tom durante su vida. Fue realmente inspirador”. Aquello le sirvió para alejar los fantasmas de la resignación. Iba a luchar para demostrar que era un gran delantero.
Fruto de esta motivación inagotable, Harry Kane cuenta en la actualidad con un chef personal especialista en comida saludable, que le supervisa la nutrición y le hizo eliminar, por ejemplo, los carbohidratos de su dieta. “Ahora conozco bien la cantidad de nutrientes que necesita mi cuerpo según la carga de trabajo que tengo”, justifica Harry, que, como el tenista Novak Djokovic, vende al mundo las bondades de una dieta sin gluten como uno de los argumentos de su buen estado de forma.
Si el fútbol inglés está cambiando es porque sus jugadores también lo están haciendo. Y Kane se ha resistido a ser una de aquellas estrellas prematuras que se apagan pronto. Harry tiene una cualidad por encima de las demás, un factor que va más allá de la técnica, algo que también tenía, por ejemplo, el madridista Raúl sobre el césped: la intuición y la inteligencia para comprender el juego. Algo que a ojos del gran público suele pasar desapercibido. El portero Hugo Lloris quiso prevenir no hace mucho a su compañero de equipo, que ya ha llamado la atención de los superclubes europeos: “el mayor desafío es satisfacer la expectativa de la gente, lo que esperan de ti”. Si logra superar esa fase, el siguiente nivel es el de la coronación. Porque se podrá dudar de la existencia de príncipes encantadores, pero no de los reyes. Al menos, no en el mundo del fútbol.
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Fotografías de Cordon Press.