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El día que Futre convirtió el Calderón en un teatro de los sueños

El Atlético y el Manchester United nunca se han cruzado en la Champions. En la Recopa sí, con un precedente de maravilloso recuerdo para los 'colchoneros'

Si Dani Martín, rojiblanco de corazón, dijo en Panenka que Paulo Futre fue “mi puto ídolo” es por noches como la del 23 de octubre de 1991, mágica e inolvidable para el Vicente Calderón y la familia ‘colchonera’. El Atlético de Madrid se cruzó por primera vez con el Manchester United. Y el resultado, histórico, permanece grabado en la memoria de muchos: 3-0. El cuadro británico había eliminado al Athinaikos griego en la primera ronda de la Recopa y ansiaba revalidar el título logrado justo un año antes en Róterdam, ante el Barça de Johan Cruyff y con un doblete de Mark Hughes, mientras que el Atleti llegó a los octavos de final tras golear al Fyllingen noruego (8-2 en el global de la eliminatoria). La temporada anterior había alzado su octava Copa del Rey al doblegar el Mallorca por 1-0, con un solitario tanto de Alfredo Santaelena.

Esa noche de otoño Luis Aragonés dibujó un once titular con Abel Resines; Tomás Reñones, Patxi Ferreira, Juanito, Roberto Solozábal, Miquel Soler; Juan Vizcaíno, Bernd Schuster, Gabi Moya, Manolo Sánchez y Paulo Futre. En la víspera del duelo, el técnico madrileño, que tenía la baja del sancionado Donato, admitió que “tan importante es no encajar ningún gol como hacerlos nosotros. Vamos a arriesgar para obtener una buena renta, porque el partido de vuelta va a ser mortal por el ambiente que nos vamos a encontrar”, y sus futbolistas saltaron al césped con la ambición de atropellar al conjunto inglés, representado por Peter Schmeichel, Steve Bruce, Gary Pallister, Denis Irwin, Paul Parker; Paul Ince, Mike Phelan, Bryan Robson, Neil Webb; Mark Hughes y Brian McClair. Solo habían pasado diez minutos cuando Futre, tras veloz cabalgata, estafó a Schmeichel con un regate invisible, imposible para el cancerbero danés. Apuntó al palo largo, le batió por el corto. El ’10’ abrió los brazos sin dejar de correr, desatando la euforia en el Calderón. En su pecho, Marbella. Alrededor del verde, Ponche Caballero, Fortuna, Atún Claro Calvo, Kodacolor, Cepsa, Mahou, Cruzcampo.

Los dos siguientes tantos se hicieron esperar hasta casi el epílogo del segundo acto. El segundo también llevó la firma de Futre: en el 87′ recibió un balón a la espalda de la defensa, domó el balón con un control preciosista e hipnotizó a Schmeichel con un regate maravilloso, de nuevo imposible, en una baldosa. Y volvió a abrir los brazos: como abrazando a la afición. Solo los presentes pudieron ver el gol, fantástico, en directo: TVE no pudo retransmitir el encuentro por el veto de Jesús Gil. La sentencia cayó en el 89′: el arquero visitante acertó a rechazar un duro chut desde la frontal, pero Manolo cazó el rebote en la frontal. Y desde ahí puso el broche de oro a una noche eterna. Se tiró al suelo, incapaz de encontrar otra celebración. Y tardó 30 segundos en levantar su ‘7’ del suelo, borracho de alegría. Como todo el Calderón, lleno al 75%.

En las graderías había unos 1.000 hinchas del United. “Su comportamiento fue correcto en todo momento. La primera visita de hinchas ingleses a España tras la tragedia de Heysel se desarrolló sin incidentes que lamentar. El dispositivo policial desplegado era enorme. Y los ingleses fueron ubicados en una zona determinada del campo y había prácticamente un miembro de las fuerzas del orden por cada diez aficionados. Al final, en las gradas y fuera de ellas todo se desarrolló con normalidad”, relataba el Mundo Deportivo del día después, antes de tachar de “impresentable” la reacción de Alex Ferguson a la derrota, quizá exagerada: “declinó la invitación de acudir a la sala de prensa”. Era la novena victoria atlética en diez partidos de temporada: solo una ajustada derrota empañaba el camino, ante el Barcelona en la ida de la Supercopa. En la Liga el Atleti andaba primero con seis victorias en seis jornadas, y apenas un gol en contra. Justo después del partido, Jesús Gil aseguraba que “lo de esta noche ha sido todo un espectáculo: la actuación del equipo, el ambiente de las gradas, el resultado… Pase lo que pase en la vuelta, esto ya no nos lo quita nadie”.

 

“Lo de esta noche ha sido todo un espectáculo: la actuación del equipo, el ambiente de las gradas, el resultado… Pase lo que pase en la vuelta, esto ya no nos lo quita nadie”

 

El máximo mandatario colchonero fue, también, uno de los grandes protagonistas dele partido de vuelta. O de las horas previas al partido de vuelta, disputado el 6 de noviembre en Old Trafford. Contó El País: “Gil, que había llegado a Manchester desde París a bordo de un avión privado con bañera de oro, no pasó desapercibido en la zona comercial de la ciudad. No solo por el grupo de solícitas personas que lo acompañaron, sino también porque el Manchester Evening News le había dedicado una página bajo el título El toro furioso que no se detiene ante nada. No se sabe si por temor o admiración, el caso es que Gil agotó en un par de visitas a almacenes las fotos firmadas que llevaba”. El País explicaba que Gil compró seis trajes, dos gabardinas, 12 calzoncillos, cuatro pares de zapatos, una chaqueta de pana y un esmoquin en High Mighty, “una de las tiendas de ropa más lujosas de los alrededores de la céntrica plaza Piccadilly”. “Qué tacaños, no le han hecho ni un triste regalo”, dijo con marcado acento uno de sus cuatro escoltas, recogía El País antes de añadir que “su esposa también llamó la atención. El abrigo de pieles que lució no fue del agrado de algunos transeúntes que, como una inmensa mayoría de la población inglesa, vive con gran sensibilidad el exterminio de especies animales por el valor de su piel”.

Con todo, ya en Old Trafford, después de unos días entrenando con balones ingleses porque Aragonés consideraba que “uno de los secretos del temible juego aéreo de los británicos radica precisamente en el menor peso del balón, porque facilita trasladarlo hasta las inmediaciones del portal adversario”, según contaba Mundo Deportivo, el técnico alineó a Abel, Tomás, Solozábal, Donato, Toni Muñoz, Juanito, Schuster, Moya, Vizcaíno, Manolo y Futre. El United se adelantó a los cuatro minutos de juego con un gol de cabeza de Hughes, compañero de Stoichkov en el Barça 86-87, pero el Atlético supo templar las ambiciones del conjunto de Alex Ferguson, en el que jugaba un imberbe Ryan Giggs. El 1-1 definitivo llegaría en el 69′, obra de Schuster en un chut de falta directa. “El empate fundió los plomos de Old Trafford, que sin cánticos es un estadio hermoso, pero triste, y vació las piernas de los jugadores ingleses, perdidos ya sin método ni adrenalina. Se quedó sin fútbol europeo tan sagrado recinto. Las gradas decían campeones, campeones, pero en español”, afirmó la crónica de El País. Ni siquiera hizo peligrar la eliminatoria la lesión del “bregado” Abel. Sufrió un fuerte golpe en la cabeza tras un encontronazo con Donato y Pallister que le dejó semiconsciente y que le obligó a abandonar el verde, reemplazado por el joven Diego Díaz.

En El País, Vicente Jiménez tituló Lección impecable del Atlético en Old Trafford. Y escribió: “El Atlético despachó al campeón de la Recopa, el Manchester United. Dicho así suena imponente. Si se añade que fue en Old Trafford, uno de los santuarios de la mitología futbolística mundial, pues soberbio. Ahora bien, si además se especifica que el trabajo fue impecable, generoso y concienzudo, vale afirmar, sin temor a la exageración, que el club vivió ayer una de las jornadas más intensas de su historia, una de esas noches que la grada del Manzanares recordará con el pecho henchido y la voz gruesa”. Después del encuentro, Jesús Gil, que pagó una prima por pasar ronda de un millón de pesetas por jugador, reivindicó que “la talla de un equipo reside en cómo reacciona cuando le meten un gol en el minuto 4. Si se hunde, no cabe duda de que es un mediocre. Pero si se supera como lo ha hecho hoy el Atlético demuestra que es un grande”. “Estos ingleses podían beber más o menos, pero de lo que no serían capaces era de marcarnos cuatro goles. Así se lo dije a los chavales: que se olvidaran de sus goles y que demostraran de lo que son capaces”, destacó Gil, de nuevo según El País.

El pase a cuartos alimentó las ganas de revalidar la Recopa alzada en la 61-62, contra la Fiorentina y con goles de Miguel Jones, Jorge Alberto Mendonça y Joaquín Peiró: el primer título europeo de la historia del Atleti. O, por lo menos, de igualar las finales de la recopa alcanzadas en la 62-63, derrota contra el Tottenham, o la 85-86, derrota contra el Dynamo Kiev de Oleksandr Zavarov, Oleg Blokhin, Igor Belánov y Valeri Lobanovsky. Pero el Atleti hincaría la rodilla justo en la ronda siguiente: en cuartos, contra el Brujas belga y por el valor doble de los tantos a domicilio. La Recopa acabaría en las vitrinas del Werder Bremen. La Liga de aquella 91-92, en las vitrinas del Camp Nou, primero con un punto más que el Madrid y dos más que el propio Atleti. Y la Copa, en las vitrinas del Vicente Calderón, que el 27 de junio superó en la final al Real Madrid. En el Santiago Bernabéu. Y con goles de Schuster y Futre. “Lo que me hacía sentir a mí ese hombre cuando yo era pequeño era increíble. Inexplicable con palabras. El Atleti llevaba toda la vida sufriendo, y ese hombre vino a traer esperanza, sobre todo para los chavales que nunca habíamos visto a un líder de aquellas características”, decía Dani Martín en Panenka.

 


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Fotografía de Imago.