“Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”, compuso La Mosca Tsé Tsé para alentar a Argentina en este Mundial. Un himno que se ha propagado por las calles de Catar, cuya capital es Buenos Aires en estos momentos. Pero, muchachos, ¿por qué se volvieron a ilusionar? O, al menos, ¿por qué lo hicieron más que en las anteriores Copas del Mundo? ‘Lio’ siempre será ‘Lio’, y tenerlo en tu equipo siempre será un punto a tu favor y motivo más que justificado de fe. Pero no solo es Messi, esta vez hay algo más. Quizás la ilusión se desató tras la epopeya que se gestó en Maracaná la pasada Copa América, o tal vez la figura de Scaloni -el otro Lionel- fundamente la quimera que conduzca al mundo a desgañitarse cantando con el tan pegadizo acento porteño. Seguramente sea una mezcla de todo, como la que surge de combinar hojas de yerba mate y agua caliente, la que ‘desacate’ a los argentinos.
Pero este deporte siempre se olvida de los mismos. Se dice que el fútbol es un juego colectivo hasta que el portero comete un error y se convierte en individual. Porque en la foto de la desgracia, siempre están ellos. Casi nunca en la de la gloria. Es por eso por lo que los guardametas jamás van a revelar el carrete, supongo. Poca gente parece ser consciente del valor que tienen los grandes keepers, sobre todo en torneos tan cortos. Sin embargo, Argentina parece haber cambiado el chip. A base de palos, eso sí. Acostumbrada a tener zagueros de un perfil más bajo en los últimos torneos y gracias al -o por culpa del- ‘quilombo’ que provocó la combinación Franco Armani y Willy Caballero en el Mundial de Rusia, la ‘Albiceleste’ ha aprendido la lección. Ahora todos reconocen y avalan la importancia de Damían Emiliano Martínez Romero, el ‘Dibu’.
Y no es para menos. Argentina andaba a la caza de un guardameta de garantías como si de unas botas en rebajas se tratara. Pero iban buscando cobre, y encontraron oro. El ‘Dibu’ no cumple solo con ese requisito: su personalidad dicharachera, su fuerte carácter y su imponente liderazgo le convierten en un diamante en bruto para el combinado de Scaloni. Un tipo que, tras una nómada carrera por el Reino Unido, haciendo escala en Getafe, también sin éxito, ha sabido esperar su momento. A sus 30 años, se encuentra ante la oportunidad de su vida: ganar la tercera, esa “copa tan linda” que le falta a Leo, ser campeón mundial. Llámenlo como quieran.
Ya fue salvador contra Australia en octavos y nada indica que esto vaya a cambiar. Su sola presencia ya intimida, ahora más tras teñirse en el pelo la bandera de Argentina
Su vida no ha sido fácil. De padre pescador y madre empleada doméstica, el ‘Dibu’ nació en Mar de Plata, en el seno de una familia humilde. Con tan solo 10 años, fue rechazado por Boca y River, así que sus primeras paradas fueron en Talleres y San Isidro, equipos de su ciudad natal. Su potencial progresión lo llevó a Independiente, donde brilló y fue convocado con la selección sub-17 para disputar el campeonato Sudamericano y el Mundial de Nigeria de esa misma categoría en 2009. Sin debutar en la Primera División de Argentina, el Arsenal puso el ojo en él y se lo llevó al viejo continente. Su suplencia en la portería ‘gunner’, al principio comprendida y respetada, se hizo más larga de lo esperado. Conjeturo que toparse con guardametas de la talla de Szczesny, Ospina, Peter Cech o Leno convierte en una tarea ardua hacerse con la titularidad.
Comprando billetes de ida y vuelta durante seis temporadas a diferentes clubes a los que iba en calidad de cedido, tan solo pudo sumar 64 partidos en total. Ni en el Oxford United, ni el Sheffield Wednesday, ni tampoco en Roterham, en los Wolves o en Getafe, el ‘Dibu’ Martínez logró encontrar la continuidad bajo palos. Pero, como le sucedió a su compatriota Sergio Goycochea en el Mundial de Italia en 1990, cuando Pumpido, portero titular de la ‘Albiceleste’ se lesionó en los albores de la competición y pudo entrar en escena por la puerta grande, al ‘Dibu’ le ocurrió igual en el Arsenal con la lesión de Leno. Ocho partidos le sobraron para ser clave en la consecución de la FA Cup y la Community Shield, protagonizar un millonario traspaso al Aston Villa en 2021 y hacerse con la portería más preciada de todas: la de la selección.
Debutó en la absoluta un mes antes de empezar la Copa América 2021, en la que fue titular y Argentina salió campeón. Un torneo que tuvo tres nombres propios: Messi, para variar, Di María, por su gol en la final y, por supuesto, el ‘Dibu’ Martínez, quien antes tuvo en sus brazos al trofeo que a su propia hija, nacida durante el transcurso del campeonato. El marplatense forjó su alma mater en la tanda de penaltis frente a Colombia en los cuartos de final, no solo por atajar tres penaltis, sino por el trash talk previo que tuvo con los lanzadores ‘cafeteros’, al estilo NBA. “Mirá que te como, hermano”, “¿De qué te ríes, estás nervioso?”, vacilaba el ‘Dibu’. Yerri Mina pasó de bailar a llorar tras toparse con él.
El ‘Dibu’ es de los que siempre ve el vaso medio lleno, su mentalidad ganadora contagia a los 26 convocados, incluso a Messi, a quien ya no le supone un dolor de muelas ir con Argentina. En Catar, de momento, está reafirmando su categoría. Ya fue salvador contra Australia en octavos y nada trasluce que esto vaya a cambiar. Su sola presencia intimida, ahora más tras teñirse en el pelo la bandera de Argentina, incorporando el reluciente Sol de Mayo en el perfil izquierdo de su cabeza. Lo que él espera: una nueva tanda de penaltis para bailar tango. Messi siempre será el Dios, pero, si la Copa del Mundo vuela directa a Buenos Aires, habrá, como mínimo, que canonizar a Emiliano Martínez.
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Fotografía de Getty Images.