En 2023 se cumplieron 25 años de aquella liga del Kaiserslautern. Para homenajearla, en la revista en papel, la rememoramos con Andreas Brehme, recientemente fallecido, que nos habló de una Bundesliga en la que todo y nada cambió. Este reportaje fue escrito y publicado el pasado mes de mayo.
En la región de Pfalz, en el suroeste de Alemania, no suelen pasar muchas cosas. Casi no hay industria, sólo una gran extensión de campos y cultivos. Se entiende por qué a Pfalz, a más de 100 kilómetros de Frankfurt o Stuttgart, muy cerca de la frontera, muchos germanos la llaman la ‘Siberia alemana’. Pero sí hay un lugar en Pfalz del que todo el mundo en el país ha oído hablar: el estadio Betzenberg, que en 2003 fue renombrado como Fritz-Walter-Stadion. Un campo conocido como ‘La Fortaleza’. Con un ambiente siempre caliente, y a menudo hostil, no hay terreno de juego en Alemania en el que se muestren más tarjetas, amarillas y rojas, la mayoría de ellas a jugadores visitantes, ya sea porque han perdido los papeles o porque la hinchada local ha conseguido intimidar al colegiado. En el resto del país asumen que allí los partidos no duran 90 minutos; duran hasta que ganan los locales.
Han sido muchos los equipos grandes y altivos que pasaron por ‘La Fortaleza’ y regresaron derrotados. En 1982, por ejemplo, el Real Madrid salió goleado 5-0 en la Copa de la UEFA. Fue el exjugador del Bayern Uli Hoeness quien llegó a afirmar después de una derrota: “Allí siempre perdemos, así que es mejor mandarles los puntos por correo y quedarnos en casa”. Hablaba del 1. FC Kaiserslautern, el club que puede llamar ‘hogar’ a este campo maldito. Con ellos se reproducen todos los clichés habituales: el Kaiserslautern, que representa a una ciudad de menos de 100.000 habitantes, es más que un equipo de fútbol. No es exagerado afirmar que es casi todo lo que la gente de Pfalz tiene en la vida. De ahí el fanatismo de los hinchas y el ambiente intimidador que generan.
Andreas Brehme (Hamburgo, 1960) escucha con calma mi recopilación de datos de contexto sobre el club con el que más se identifica. Sonríe y asiente, atento a mis palabras. Brehme conoce la ciudad, el estadio y también los tópicos. “Pero las últimas dos décadas no nos han traído demasiadas razones para sonreír. Nos empezaron a llamar ‘Caoslautern’, y, desafortunadamente, con razón”, suspira. El legendario lateral izquierdo, que marcó el penalti que dio su tercer Mundial a Alemania en la final de 1990 contra Argentina, no tiene hoy ningún vínculo profesional con el club al que condujo a un inolvidable título de liga hace un cuarto de siglo. Una temporada después de aquel heroico campeonato logrado en 1998, los ‘Diablos Rojos’ (¡los originales!) alcanzaron los cuartos de final de la Champions League. También jugaron las semifinales de la Copa de la UEFA en 2001. En la grada se habían convencido de que el futuro iba a ser un camino de rosas. Se equivocaban.
“Había decidido retirarme en 1996”, nos confesó Brehme, “pero tras sufrir el descenso me quedó claro que no podía acabar así”
Los gastos de construcción del estadio, junto al derroche en el mercado de fichajes, llevaron al Kaiserslautern a acumular deudas cuantiosas, por lo que ya a finales de 2002 se vieron forzados a hipotecar el contrato de la estrella del equipo, Miroslav Klose. El intento de mejorar los balances no fructificó, y en 2003 la entidad también perdió sus derechos sobre el estadio, que pasó a estar en manos municipales. Tampoco fue suficiente, y tuvieron que vender a la mayoría de figuras: el propio Klose se marchó al Bremen en 2004 y, precisamente en el año en el que iba a ser el anfitrión de dos partidos del Mundial 2006 con la selección italiana como protagonista, los ‘Diablos Rojos’ experimentaron el dolor del descenso a segunda división. El club regresó a la élite en la campaña 2010-11, pero un año después volvería a caer. Al final de la 2017-18 viviría su primer descenso al tercer escalón del fútbol alemán.
En marzo de 2022, un conglomerado estadounidense compró el 10% del club. Dos meses después, el Kaiserslautern regresaba a la 2.Bundesliga. “Deseo de verdad que la nueva gerencia consiga devolver al equipo a sus buenos tiempos”, dice Brehme.
Con la perspectiva del tiempo, da la sensación que ganar aquella liga, hace 25 años, fue como un accidente. “Puede ser. Pero aunque sea cierto, tienes que admitir que fue un accidente milagroso”…
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