Año 1997. Un verano para la mayoría sin una fecha deportiva destacada. Aunque para el mundo del fútbol femenino ese mes de julio fue el mismo en el que las heroínas de la selección española firmaron la mejor actuación europea de toda su incipiente historia. Una gesta que ha costado más de una década repetir. En Inglaterra y después de un sufrido partido contra un rival a priori superior, la selección estatal se clasificaba in extremis para jugar su primera Eurocopa. “Ese partido fue de lo más grande que he vivido en mi vida. Jugábamos en Inglaterra, llovía a cántaros y esa tarde nuestra portera Roser lo paró todo“. Así lo cuenta Alicia Fuentes, una de las integrantes más jóvenes de aquella selección, a Panenka.
En noviembre de 2012, la actual selección española volvía a apelar a la épica y en los últimos instantes del partido de repesca frente a Escocia se colaba de nuevo entre los 12 equipos que disputan la Eurocopa 2013. De nuevo con sudor y lágrimas se lograba validar un billete a tan ansiado campeonato. “Habíamos tenido muchas decepciones en los últimos años. Pero en esta ocasión pasamos de estar fuera a estar dentro en dos minutos, estas cosas hay que vivirlas“, relata Melisa Nicolau, central consagrada en el eje de la defensa de la actual selección española y jugadora del F.C. Barcelona. Más de tres lustros después, conviene recordar y valorar lo que supone para el fútbol femenino español estar en Suecia.
El guión parece el mismo. Un último partido de clasificación épico, sufrido, que siguió con un viaje a Suecia repleto de ilusión y que en el 97 desembocó en un impensable tercer puesto para las españolas. El combinado nacional fue el equipo revelación del torneo. Pero los 16 años que separan ambas Eurocopas dejan entrever un mundo de cambios y evoluciones del fútbol femenino en España que configuran un escenario sustancialmente diferente.
EN BUSCA DE UN MODELO
“En el 97 no había posibilidad alguna de seguir la liga estatal. No podías consultar resultados en ningún periódico ni en un teletexto“, recuerda Alicia Fuentes. Apenas dos jugadoras de aquella plantilla que viajó hasta Suecia eran profesionales. Y con el paso de los años fueron muy pocas las que lo consiguieron. “Cada una hacía lo que podía para ganarse la vida. Para la Euro todas tuvimos que pedir permiso en el trabajo o en los estudios para que nos dejaran ir“, apunta Fuentes. Sólo durante aquella Euro pudieron dedicar todos sus esfuerzos al fútbol. Una vez acabó, todo volvió a la normalidad. “Yo soy de un pueblecito malagueño de 600 habitantes y la verdad es que se lió una que no veas. Incluso pusieron mi nombre a una calle“.

Alicia fue una pionera, la primera mujer que salía de su pueblo para jugar nada menos que una Eurocopa. Ella ha seguido activa desde aquel torneo, entonces tenía 19 años y ahora, con 35 y una carrera deportiva ya hecha, hace balance del proceso de transformación que el fútbol femenino ha desarrollado a lo largo de todo este tiempo.
“La verdad es que no me acuerdo de nada. En esos tiempos no había casi ningún seguimiento del fútbol femenino y no te puedo decir mucha cosa“, apunta ahora Melisa Nicolau, también conocida como Mely, cuando es preguntada por aquella Eurocopa del 97. Ella tenía entonces 13 años. Lo que sí tiene claro es que aquella generación allanó el caminode las que hoy disfrutan nuevamente de la experiencia. Gracias a aquella Eurocopa las federaciones se pusieron las pilas, en los clubes empezaban a cambiar la mentalidad y la estructura de la liga estatal sumó importancia y solidez.
Las jugadoras que actualmente componen la selección española forman parte de una generación que se ha encontrado las cosas un poco más fáciles, pero no dejan de ser conscientes que forman parte de un proceso que no ha hecho nada más que empezar. “Aquí en España no te puedes plantear vivir del fútbol. Cada vez se apuesta un poquito más por el fútbol femenino, no en cuanto a remuneración pero sí en cuanto a importancia dentro del club y de la sociedad“, lamenta Melisa Nicolau -Mely para los amigos-, que atiende a la llamada de Panenka concentrada ya con la selección y a punto de debutar en la competición. En el centro del debate, cómo no, la diferencia abismal que aun separa la mayoría de países europeos y España.
“En el resto de Europa todo estaba muchísimo más desarrollado. España era la novata en el torneo. Rusia era una gran potencia, Suecia, Alemania y Italia eran las más fuertes“, recuerda Alicia Fuentes. En la actualidad, el panorama no ha sufrido demasiados cambios. “Somos conscientes de que las favoritas son Alemania, Francia y Suecia. A nivel de liga, estos países junto a Estados Unidos también son las más fuertes“, corrobora Mely.

Y es que el impacto mediático es el talón de Aquiles de este deporte en España. El modelo implantado en el norte de Europa es el ejemplo a seguir. “En el 97 desde España no le dieron la repercusión que se merecía este torneo. Yo llamaba a mis padres y preguntaba si nos habían visto por la tele y siempre me contestaban que no, que ni siquiera nos habían mencionado“, evoca Alicia. “Nos llevamos un chasco bien gordo cuando volvimos“, sentencia. A finales de los noventa, la repercusión de aquel torneo fue efímera como la gaseosa. Por otro lado, las jugadoras que componen la selección actual se sorprenden del despliegue de medios que gira a su alrededor. “Cuando damos un paseo y vamos todas con el chándal, se nos acerca gente y nos dice cosas que nos hacen pensar que al final nos sigue más gente de la que creemos“, considera Mely. “En el Barça, sin ir más lejos, nos dieron la oportunidad de hacer la rúa de campeones con el primer equipo masculino. Estos pequeños gestos le dan mucha promoción al fútbol femenino. Fue espectacular“, sentencia. Está claro: los tiempos cambian. Y prueba de ello es que en la actualidad la liga femenina no sólo se televisa con regularidad; también parece enganchar a una afición cada vez más interesada, como se demostró con los 26.000 hinchas congregados en San Mamés para ver el Athletic-Barça femenino de la pasada campaña.
Y DESPUÉS DE LA EUROCOPA, ¿QUÉ?
La evolución del fútbol femenino sigue avanzando con lentitud. “Todavía estamos muy lejos. Los países del norte tienen infraestructuras, apoyo mediático y de federaciones mucho más avanzados“, reconoce Fuentes, quien ha vivido esta experiencia en primera persona. Para Mely, la gran diferencia que hay con otras selecciones es el aspecto físico, “porque técnicamente no tenemos nada que envidiar a ninguna“, aclara la mallorquina. Aunque el principal problema sigue siendo la firme idea de que el fútbol femenino ‘no vende’, cosa que corta de raíz la proyección de miles de chicas que sueñan con llegar a vivir de este deporte.

“Como anécdota te digo que como prima por quedar terceras nos dieron 50.000 pesetas, de las cuales nos quitaron el IRPF“, recuerda Fuentes, mientras Mely confiesa que alucinaron cuando se enteraron de las primas que recibirán en la vigente edición las alemanas sólo por pasar la fase de grupos (una cifra que prefiere no desvelar pues no ha trascendido públicamente).
SIN PRESIÓN
“Nosotras no teníamos ningún tipo de presión por ganarla. El fútbol es tan grande que si le plantas cara puedes dar la sorpresa. Quedamos terceras y nadie se pensaba que llegaríamos tan lejos“, recuerda emocionada Ali. “Este año hay que salir con ilusión y ganas de trabajar, y no importa si Alemania ha jugado 18 europeos“, aconseja así a la nueva generación encargada de representar España. Para Mely lo más difícil ya está hecho: “Queríamos demostrar que nosotras no venimos aquí a pasar el rato, sino que siempre hemos trabajado al máximo para poder conseguir algo en beneficio del fútbol femenino español“. Están en el camino, sin duda. “Nuestra ilusión nos hace pensar que en el fútbol hay equipos que dan la sorpresa, y esas podemos ser nosotras“.
Inglaterra será el primer rival al que se medirá España, seguido de Francia y Rusia. Hace 16 años las chicas de Ignacio Quereda fueron terceras de Europa, transformando una gesta histórica en una realidad que no se ha podido igualar hasta hoy. Entonces no importó la desigualdad entre selecciones, sólo la capacidad de sufrir en cada encuentro. La historia se repite, que empiece el espectáculo.