En vuestro primer recuerdo vital, ¿cuántos años tenéis?
Atiba Hutchinson, nacido en la ciudad de Brampton el 8 de febrero de 1983, tenía tres años cuando Canadá disputó el primer Mundial de su historia. Y el único hasta hoy. De los 23 integrantes de la última convocatoria de la selección Hutchinson es el único que ya había pisado la nieve, el único que había nacido. Muchos canadienses, quizás un tercio de los 38 millones de canadienses, quizás incluso más, nunca ha visto a su país en un Mundial. Quizás tampoco importe mucho mientras el hockey sobre hielo, deporte rey, siga llenando la nevera. Pero muchos debieron sonreír este fin de semana, con la clasificación de los ‘rojos’ para su segunda Copa del Mundo después de la contundente victoria ante Jamaica en la penúltima jornada del octogonal de la Concacaf (4-0, con goles de Cyle Larin, Tajon Buchanan, Junior Hoilett y el jamaicano Adrian Mariappa en propia puerta). Canadá, ganadora de la Copa de Oro de 1985 y 2000, se ha erigido en la vigésima selección en comprar sus billetes a Catar, tras la propia Catar, Alemania, Dinamarca, Brasil, Bélgica, Francia, Croacia, España, Serbia, Inglaterra, Suiza, Países Bajos, Argentina, Irán, Corea del Sur, Japón, Arabia Saudita, Ecuador y Uruguay. El equipo, líder del octogonal clasificatorio por delante de Estados Unidos y México, eternas bestias negras, ha crecido tanto que apenas ha sufrido una derrota en 13 partidos: en Costa Rica, 1-0. Ha crecido tanto que le ha sobrado una jornada para certificar su clasificación. Y ha crecido tanto que lo ha celebrado sin su futbolista franquicia, Alphonso Davies, de baja por una miocarditis derivada del coronavirus.
A la espera de que, más pronto que tarde, vuelva Davies, 70 millones de euros en Transfermarkt, el futbolista más valioso de la actual plantilla es el delantero Jonathan David, pieza clave del Lille campeón de la Ligue 1, 50 millones en Transfermarkt, 22 años. Le siguen Larin, máximo goleador histórico de la selección, Beşiktaş, 11 millones, 26 años, y Buchanan, Brujas, 8,5 millones, 23 años. Junto a ellos, otros 14 superan el millón de euros, en un equipo que no tiene ningún jugador en la Canadian Premier League: el torneo local solo tiene ocho clubes y, de hecho, los tres ‘grandes’ del país compiten en la MLS, los Vancouver Whitecaps, el Montréal y el Toronto, ganador en 2019. La selección canadiense, semifinalista en la última Copa de Oro, crece en Europa, ejemplifica la multiculturalidad de Canadá y tan solo tiene cuatro futbolistas por encima de los 30 años: el extremo Junior Hoilett (Reading, tras golear en el Blackburn, el QPR y el Cardiff), el meta Milan Borjan (nacido en Serbia, Estrella Roja), el central Steven Vitória (Moreirense luso) y Hutchinson (Besiktas), futbolista con más internacionalidades del país, casi un centenar. El técnico, el británico John Herdman, tiene 46 años y en Catar se erigirá en el primer entrenador en participar en un Mundial femenino (2015, también con Canadá) y en un Mundial masculino. Con la selección femenina ganó dos bronces olímpicos, en 2012 y en 2016. Nacido en la zona de Newcastle, había emigrado, primero a Nueva Zelanda, cansado de estrellarse contra puertas cerradas, de no encontrar oportunidades ni caminos. Él sí recuerda el Mundial de 1986: “Recuerdo ver jugar a Diego Maradona contra Inglaterra con mi padre. Fue el momento en el que me enamoré del fútbol”, confesó el propio Herdman en una entrevista en Sky Sports. En octubre del año pasado jugó con Canadá en el sagrado Estadio Azteca, con un 1-1 contra México. “Estar en ese lugar fue algo surrealista”, añadió.
Los ‘rojos’ regresaron al norte con cero puntos y con cinco goles en contra, ninguno a favor. Pero con la satisfacción, la alegría y el orgullo de la primera vez: importa menos el cómo que el qué
En el 86, Canadá, debutante mundialista junto a Dinamarca e Iraq, no pisó ese verde. Sí pisó el verde del Nou Camp, en León, y el verde del Estadio Sergio León Chávez de Irapuato. El 1 de junio, apenas unas horas después de que España cayera ante Brasil con un gol de Sócrates, Canadá perdió ante Francia por un ajustado 1-0, con gol de Jean Pierre-Papin. El 6 de junio, cedió ante Hungría por 2-0. Y el 9 de junio hincó la rodilla ante la penúltima Unión Soviética por 2-0, con goles de Oleg Blokhin y Oleksandr Zavarov.
Los ‘rojos’ regresaron al norte con cero puntos y con cinco goles en contra, ninguno a favor. Pero con la satisfacción, la alegría y el orgullo de la primera vez: importa menos el cómo que el qué. Por fin habían estado ahí, habían conquistado la luna, ya no eran menos que Estados Unidos. O ya no eran tan menos. Y Atiba Hutchinson seguramente no recuerda nada de eso. Y quizás lleva toda la vida lamentándose por dentro por haber nacido un año tarde. O dos, cuatro, cinco. Quizás incluso llevaba toda la vida dibujando y perfeccionando una historia paralela, sin grietas, maravillosa, para impresionar a los mayores del colegio, para no sentirse excluido por la historia, para sentirse parte de los privilegiados.
Atiba, descansa, y ya no cuentes más la de que tu tío Thomas de Ottawa te regaló una camiseta firmada por Randy Samuel ese mismo verano, que viste el partido contra la URSS en la casa de Lafontaine Beach junto a la familia, que te fuiste a dormir a las 12 disparando petardos al lago Huron. O lo que sea que te inventes. Ya no hace falta, Atiba.
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Fotografía de Imago.