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Viggo Mortensen: “El fútbol es una escuela social”

Brilla en las pantallas de cine y también a la hora de hablar de fútbol. Su amor platónico: San Lorenzo de Almagro. Recuperamos esta charla con el genio


Hay actores y luego existen tipos como Viggo Mortensen. Amante del esférico con la misma pasión con la que da vida a sus personajes, este norteamericano de ascendencia danesa criado en Argentina tiene la mirada de los discípulos de Simeone, defiende la estética azulgrana y simpatiza con el blanco Real. Su ritmo vital, sin embargo, siempre estará marcado por los resultados del San Lorenzo de Almagro.


Esta entrevista se hizo en febrero de 2015, para el #Panenka38, que sigue disponible aquí

 

¿El fútbol es una cuestión de vida o muerte o es mucho más que eso?

Hay una cita muy conocida del escritor Eduardo Galeano: ‘En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol’. Aunque pienso que en la vida profesional y personal hay que ser flexible en prácticamente todo para encontrar la buena senda del día a día, estoy completamente de acuerdo con Galeano respecto a lo que dice del balompié. Los hombres y las mujeres que dicen ser auténticos hinchas de fútbol no pueden, después de su infancia, ser tomados en serio si cambian de club. En el fútbol hay, tanto para los que practican el deporte como para los que se limitan a observarlo, constantes oportunidades para aprender la manera más noble y elegante de vivir, y también ejemplos de máxima humillación y del peor comportamiento posible. El fútbol contiene todos los sentimientos, es una escuela social. Es tan imposible definir lo que uno siente por un club de fútbol como lo es definir lo que tiene de especial este deporte. Me quedo, simplemente, con lo que una vez dijo el inimitable Héctor ‘Bambino’ Veira: ”Para mí, el fútbol es belleza”. El ‘Bambi’, por cierto, es un tipo muy especial, ya que jugó para dos clubes que comparten barrio y enemistad intrínseca, San Lorenzo y Huracán, y es querido por las dos hinchadas. Hay que tener mucho talento y mucho ángel para conseguir eso.

Desde esta perspectiva, ¿el fútbol es cultura?

Puede ser un elemento cultural y anticultural. Albert Camus dijo que aprendió mucho más sobre la condición humana y la ética en el fútbol que en ningún otro lugar. Los jugadores, técnicos e hinchas son capaces de regalarnos gestos de gran valentía y decencia, y también de ofendernos, enfurecernos y deprimirnos con muestras del comportamiento más bestial y deshonesto del ser humano.

Hablabas de la belleza en el fútbol, y el director de cine Jaume Balagueró explica que él pasaba del fútbol hasta que empezó a ver partidos del Barça de Guardiola y percibió que ese tipo de juego de algún modo también podía ser una expresión casi artística. ¿Estás de acuerdo?

Dígale al señor Balagueró que busque vídeos de la llamada ‘Naranja Mecánica’, aquella selección de Holanda encabezada por Cruyff a comienzos de los 70, y, mucho antes, del legendario San Lorenzo de 1946-1947, equipo tan querido por el Papa Francisco durante su infancia argentina y que dio cátedra al introducir el fútbol ‘horizontal’ en el Viejo Continente durante su famosa gira ibérica. Ese equipo de Boedo jugaba al toque y defendía de maravilla. Contaba con varios futbolistas extraordinarios, como la famosa delantera de Farro, Pontoni y Martino, el ‘Trío de Oro’, que jugaban un fútbol colectivo de gran armonía y belleza táctica. Esas son las raíces del arte que Jaume observó en el tremendo juego de equipo del Barcelona de Guardiola.

¿Recuerdas la primera vez que pisaste un estadio?

Creo que la primera vez que estuve en un estadio profesional fue en el Monumental, la casa de River, en Buenos Aires. No sé contra quién jugaba River, pero lo cierto es que yo tenía cuatro años y era un día muy soleado. Le dije a mi viejo, quien me había llevado a ver el partido, que estaba lloviendo. ”¿Cómo va a llover hoy, si no hay una nube en todo el cielo?”, me dijo. Resulta que unos ‘Gallinas’ me estaban meando en la cabeza desde la tribuna más alta.

 

“Mi viejo me llevó al Monumental con cuatro años. Era un día soleado y pregunté si llovía. En realidad unos hinchas me estaban meando en la cabeza desde la tribuna…”

 

¿Qué otros encuentros recuerdas?

He visto muchos partidos buenos, y a jugadores que han hecho cosas extraordinarias. Un encuentro puede ser bueno, o excelente, por la calidad del juego, la hazaña deportiva que incluye, y, finalmente, por su resultado final y la forma en el que se consigue. Sería muy difícil elegir uno como el mejor que he visto. He presenciado partidos inolvidables que han perdido o ganado San Lorenzo, el Real Madrid, el Atlético, el Barça, equipos ingleses, italianos, partidos intensos en Mundiales jugados por selecciones de hombres y de mujeres, partidos de segunda y tercera, partidos perdidos y ganados entre pibes en calles argentinas, norteamericanas, danesas y neozelandesas, entre otros lugares. El mejor partido que he visto últimamente lo vi en la tele. Fue un amistoso entre Costa Rica y Uruguay, jugado en el histórico Estadio Centenario. Los ‘Ticos’ ganaron 7-6 en la tanda de penaltis después de 120 minutos de fútbol igualado y hermoso. Hubo alta tensión, juego colectivo y mucha deportividad.

Para ti, ¿qué hace a un jugador devenir en leyenda?

Los mejores jugadores tienen talento, magia y una visión especial, casi sobrehumana, en la cancha. Eso se ha visto en el juego de Maradona, Cruyff, Pelé, Di Stéfano, Ronaldinho, Zidane, Michael Laudrup, Beckenbauer, Peter Schmeichel, Gerd Müller, Marco van Basten, George Weah, George Best, Allan Simonsen, José Sanfilippo, Enzo Francescoli, Xavi, Iniesta, Pirlo… y muchos más. Pero los mejores jugadores también tienen, para mí, consistencia deportiva y de entrega. Juegan para el equipo día tras día, haciendo lo que hay que hacer para elevar el nivel de sus compañeros, su eficacia colectiva en la cancha. Eso incluye la importancia de ser humilde, quejarse muy poco y no ensuciar los partidos haciendo ‘teatro’ para buscar faltas inexistentes. Por eso, entre todos los grandes jugadores que he visto, Messi es el mejor.

¡Pero si tú eres merengue!

Ojalá Leo fuera del Madrid… Verlo jugar es un placer, esté posicionado bien atrás buscando la pelota y construyendo el ataque, o bailando por una trabada área rival intentando crear un pase o un gol extraordinario. Messi puede hacer cualquier cosa con la pelota, ve todo lo que pasa en la cancha, defiende, asiste, ataca, vive la felicidad y la tristeza de su equipo, siente la camiseta tanto o más que nadie. Mereció el premio al mejor jugador del Mundial de 2014 y hubiera sido más que justo si su equipo hubiera ganado la final.

Eres de los pocos que estuviste de acuerdo con el galardón.

Él llevó a Argentina a la final con su visión, sus goles y sus pases. Y casi logró, de manera trabajadora y humilde, ponerle a Argentina su tercera estrella. Hay muchos periodistas e hinchas que menospreciaron la actuación de Messi en esa final y en ese torneo. El problema es que muchos de ellos no ven todo lo que Messi hace y crea para su equipo. La selección argentina que él lideró fue mejor que la de los alemanes ese día. Borró por completo de la memoria la goleada bestial que Alemania le había infringido a Brasil en la semifinal. Messi no tiene la culpa de la mala puntería de Higuaín y Palacio ese día. Él también falló en una oportunidad, pero no era tan clara como la de sus compañeros. Al final, ese fue un partido más, pero, claro, pesa mucho en la historia. Messi lo sabe. Leo sigue jugando para su equipo y para ser aún mejor, sigue creciendo. Pronto será recordado, sin duda, como el mejor de todos los tiempos por la mayoría de los aficionados. Come Pelé lo fue entre los 60 y los 80, y como Maradona lo fue para muchos después de los 80. Desde hace unos cuantos años Messi es el mejor que he visto en mi vida, y aún le queda mucho fútbol en sus botas.

En la final del Mundial de Clubes de 2014, aquel Real Madrid-San Lorenzo, deberías tener el corazón dividido.

El equipo de mi infancia, desde comienzos de los 60 y de toda la vida, es el Club Atlético San Lorenzo de Almagro de Boedo, Argentina. Desde fines de los 70 y por culpa de Henning Jensen, Juanito, Del Bosque, Pirri, Santillana y Wolff, también soy hincha del Real Madrid. Mi lealtad al Madrid ha seguido intacta, pero para la final del Mundial de Clubes me decanté por San Lorenzo porque empecé con el ‘Ciclón’. Si los ‘Cuervos’ tenían que perder, supongo que para mí fue un poco más llevadero por ser el Real Madrid su rival. Como hincha madridista sentí mucha satisfacción viendo ganar otra Copa Internacional al equipo de Carlo Ancelotti, un caballero y un gran entrenador, pero quería que se la llevara San Lorenzo. Nunca he querido ver perder al Madrid antes de ese partido, ni durante la época del para mí detestable ‘hombre antifútbol y antipoesía’ José Mourinho como entrenador maquiavélico de los blancos. A menos que le toque jugar otra vez contra San Lorenzo, nunca más querré ver perder al Madrid. Como hincha, uno alienta al equipo de toda su vida, pero después del partido, pase lo que pase, hay que darle la mano al rival, como hizo Ancelotti con cada jugador de San Lorenzo tras la final en Marrakech. Después de ese encuentro, para variar, Cristiano Ronaldo, el indiscutible ídolo promocional y jugador más individualista del Madrid, se acercó al entrenador de San Lorenzo, Egdardo Bauza, para quejarse de haber tenido que sufrir un marcaje de hombre a hombre. Bauza le contestó: ”¿De qué se queja, si a usted no lo tocaron en todo el partido?”. La verdad es que Cristiano Ronaldo, al igual que el resto de la delantera del Real Madrid, apenas tocó la pelota en ese encuentro. El Balón de Plata que le dieron al portugués por ese torneo se lo había merecido mucho más el defensor de San Lorenzo, Juan ‘Pichi’ Mercier. Las cosas como son.

Lejos de los fastos de Hollywood, Viggo es de los convencidos de que no hay nada más glamuroso que vestir la camiseta de tu equipo.

Viajas varias veces al año a Buenos Aires para ver a tu San Lorenzo. ¿Cuál es la mayor locura que has hecho nunca para ver un partido?

He viajado muchas veces desde muy lejos para ver partidos de San Lorenzo. Durante el último año, por ejemplo, fui al Mundial de Clubes. También fui directo del rodaje de Loin des hommes en Marruecos a Buenos Aires con la esperanza de llegar a tiempo al estadio Amalfitani para ver el último partido de 2013, entre San Lorenzo y Vélez, que decidía el campeonato argentino. Los hinchas visitantes no pudimos entrar a ver ese partido en vivo por culpa de la continua corrupción política en todas las capas de la sociedad, desde la Presidencia de la Nación hasta el intendente del pueblo más chiquito, que favorece que las barras y la violencia estropeen el fútbol y la armonía social en el país donde me crié. Sin embargo, estuve toda la noche en el barrio de Boedo disfrutando el campeonato que ganó el CASLA. Me he subido a aviones desde Asia, Norteamérica, África y Europa para ver jugar al ‘Ciclón’, muchas veces llegando justo antes del partido. También he hecho esfuerzos algo absurdos para ver jugar al Madrid y a la selección nacional de Dinamarca. Es un lujo haber podido llegar a esos partidos. Tengo mucha suerte. En realidad, un verdadero hincha no necesita viajar lejos para demostrar su lealtad y su pasión. Eso lo hace uno en casa, en cualquier barrio, solo y con otros, con el sentimiento, cantando, con la imaginación, la memoria y la esperanza que uno tiene. Cada hincha es diferente. A todos les duelen las derrotas y les entusiasman las victorias. Algunos quieren ganar y nada más. Otros, como yo, quieren que su equipo juegue al ataque y siempre con belleza, gane o pierda.

Si aceptamos que ambos son mundos propensos a crear mitos y leyendas, ¿qué relación hay entre fútbol y cine?

Para mí lo único que los relaciona es lo que uno puede encontrar en cualquier oficio individual o emprendimiento colectivo: el trabajo puede salir bien o mal, y no siempre triunfa el mejor. En general, me parece que ni en el fútbol ni en el cine ganan los premios o el mayor dinero los que hacen el mejor trabajo o los que más ayudan al esfuerzo de equipo. Aunque hay mucha propaganda, mentira y política en los dos ámbitos, en el fondo el cine y el fútbol son invenciones geniales, productores de belleza e inspiración.

¿Los futbolistas han reemplazado a actores y músicos en su papel preponderante como figuras idolatradas en la cultura pop?

Puede que sí. Los actores famosos no tienen la mística que tenían antes. Esto es porque el público, desde hace unos 30 años, tiene mucho más acceso a la información personal e imágenes de actores. Todavía hay cantantes muy famosos, y, dependiendo del país o la región, figuras políticas muy populares, pero el valor mediático y promocional de un Messi o un Cristiano Ronaldo hoy en día es tremendo. Creo que Leo es un caso especial porque no deja que los medios vean o se enteren de lo que hace en su vida privada, y habla muy poco con la prensa. Érase una vez, en Europa y en otras partes, que los poetas y los generales eran los máximos héroes de la gente. Durante gran parte del siglo XX fueron las llamadas ‘estrellas’ del cine, como Valentino, Garbo, Chaplin, Brando o James Dean, y de la música popular como Gardel, Elvis Presley, Piaf, The Beatles, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison o Kurt Cobain, las que fascinaban al público. Después han sido los futbolistas y, hasta cierto punto, también jugadores de baloncesto como Michael Jordan, Kobe Bryant y Lebron James los que más han llamado la atención como figuras en la cultura popular. Los ídolos han cambiado.

¿Te has inspirado alguna vez en algún jugador para interpretar alguno de los personajes a los que has dado vida en el cine?

Creo que no, a menos que incluyamos al escritor Albert Camus, que fue arquero en su Argelia natal, y un fanático del fútbol durante toda su vida, para el papel de Daru en ‘Loin des hommes’.

Por el contrario, ¿a qué futbolista te gustaría interpretar en la gran pantalla?

La verdad es que nunca hago planes con respecto a posibles personajes o historias de cine. No tengo papeles soñados. Busco desafíos diferentes, proyectos que me puedan enseñar cosas nuevas.

 

“Odio el juego ultra-defensivo, la táctica de jugar a no perder. Prefiero a los equipos que viven o mueren con las botas puestas”

 

Por cierto, ¿en el fútbol hay mucho teatro? Y de haberlo, ¿es teatro del bueno o del malo?

El juego espectacular, ambicioso, vistoso y, sobre todo, armonioso me encanta. El ‘teatro’ en el fútbol, o sea lo de fingir ser golpeado, derrumbado y/o lesionado para provocar faltas que pueden afectar el resultado de un partido y perjudicar al rival, me da asco. Por muy talentosos que sean o hayan sido jugadores como Arjen Robben, Cristiano Ronaldo, Sergio Busquets, Jürgen Klinsmann, Rivaldo, Luis Suárez, Neymar, Balotelli, Dani Alves, Drogba, Gareth Bale, Nani o Ashley Young, no los respeto porque se tiran al suelo y lloriquean frecuentemente y muchas veces cambian el rumbo de partidos con su comportamiento antideportivo. Messi también es especial en este sentido, porque casi hay que darle en la frente con un martillo para que no siga esforzándose para concluir una jugada.

Y tú, como jugador, ¿qué tal?

Juego donde me dejan. Juego cuando se da la ocasión, pero menos que hace unos años. No soy tan bueno como para exigir hacerlo en una posición específica. Me gusta jugar, simplemente, así que defender o atacar me da lo mismo. Lo importante es que el equipo controle la pelota y suba al ataque cada vez que pueda, que nunca pare de buscar el gol. Odio el juego ultra-defensivo, la táctica de jugar a no perder. Prefiero a los equipos que viven o mueren con las botas puestas.

Existen grandes películas de ficción sobre baloncesto, fútbol americano, béisbol, boxeo… ¿Por qué crees que aún no se ha rodado ‘la película’ que capte la verdadera esencia del fútbol?

Es muy difícil captar con una cámara lo que pasa en un partido de fútbol. La cancha es grande y 22 jugadores hacen constantes movimientos por todos lados. El béisbol y el fútbol americano son deportes que paran y recomienzan continuamente, y por eso se pueden filmar más o menos bien. Hasta cierto punto pasa lo mismo con el baloncesto. El boxeo y otros deportes individuales son fáciles de seguir porque el espectador enfoca solamente a una o dos personas. El hockey sobre hielo, por su velocidad, es complicado de captar, ocurre también con el rugby.

 


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Esta entrevista está extraída del #Panenka38, un número que sigue disponible en nuestra tienda online