España se clasifica por primera vez en su historia para unos temibles octavos de final en los que se medirán, si todo sigue su curso, a la vigente campeona
Acabó el encuentro y las españolas comenzaron a festejar. El empate ante China sabía a poco pero el histórico objetivo ya estaba en el saco. Habían superado la fase de grupos y por la vía rápida. Una victoria, un empate y una derrota han conformado el balance que ha permitido a las pupilas de Jorge Vilda clasificarse, por primera vez en su historia, para la fase final de una Copa del Mundo.
Sin embargo, para entender el transcurso del partido, hay que repasar el instante en el que la colegiada del encuentro señala el final del partido. Celebran las futbolistas, celebra el seleccionador español y celebra Jia Xiuquan. El técnico asiático levantó los puños en un claro símbolo de euforia y, en ese mismo instante, se confirmaron las sospechas que se habían venido arrastrando durante todo el partido.
China salió con todo ante la todopoderosa Alemania. Peleó en ataque, buscó las espaldas rivales y cayó injustamente. Ante Sudáfrica, más de lo mismo pero con la recompensa de los tres puntos. Pero contra España, el seleccionador chino cambió el guion del partido. En los prolegómenos del choque decisivo, las nuestras lo tenían claro. Había que ganar el partido y ese era el único objetivo. Y esa ambición diseñó el entramado defensivo asiático que se conjuró para no perder.
Pero vayamos al verde. A los pocos minutos del encuentro, España se hizo con el poder del esférico y no lo soltó en ningún momento. Es la alegría de una selección que no le teme a nadie. Un combinado que ha creído en sus posibilidades y ha sabido sacarlas hacia adelante. Nahikari volvió a buscar las cosquillas de las rivales, Virginia Torrecilla combinó el músculo con su visión de juego y Corredera demostró con sus internadas por qué es una de las fijas en los esquemas de su seleccionador. En defensa, Paredes y Mapi León volvieron a dejar claro que forman una dupla muy fiable.
Las asiáticas plantearon un encuentro de oficio. Los espacios se estrecharon en defensa con el paso de los minutos y el centro del campo se tornó más duro, tratando de evitar la velocidad del juego español
Sin embargo, al encuentro le faltó el ingrediente que más anhelan los aficionados. Llovieron las ocasiones, las manos a la cabeza y los asientos vacíos cuando los espectadores se levantaban a celebrar. Pero el premio se le resiste a un combinado que está mereciendo más. En los primeros minutos, Lucía remató cruzado un centro desde la izquierda. También lo probó Mariona con varios remates que no encontraron la meta rival. Y Torrecilla encontró la cabeza de Jenni Hermoso con un centro preciso. Remate fuerte y abajo que acabó encontrándose con la espigada guardameta china. ¿Qué hay que hacer para anotar un gol?
La tensión llegó hasta los minutos finales del encuentro y dos errores de España permitieron dos contraataques que bien podrían haber acabado muy mal para los intereses de ‘La Roja’. No obstante, la solvencia de Mapi León evitó el tanto asiático. No fue más que un espejismo de todo el potencial que las chinas podían demostrar en facetas ofensivas.
La segunda mitad continuó con el mismo guion. Vilda sentó a Mariona y sacó a Falcón. Ganó España en velocidad y desborde. Aptitudes más que necesarias para desbaratar defensas ordenadas. Y funcionó a medias. La extremo del Atlético de Madrid inquietó a Han Peng e incluso puso centros con peligro que no encontraron remate. Lo mismo en banda derecha. Lucía García se ha ganado el puesto en estos dos primeros encuentros. Si bien es cierto que la de Barakaldo no tuvo su mejor día en cuanto a desborde, nadie discute la garra que demuestra. No hay balón que de por perdido por improbable que sea el éxito.
Las asiáticas plantearon un encuentro de oficio. Los espacios se estrecharon en defensa con el paso de los minutos y el centro del campo se tornó más duro, tratando de evitar la velocidad del juego español. Quizás por ello, las ocasiones más claras llegaron desde la segunda línea. Patri Guijarro, que llegaba al Mundial tras una larga lesión, probó la meta de Shimeng con dos fuertes latigazos pero la asiática se lanzó perfectamente a su derecha para salvar sendas ocasiones.
Todo fueron sonrisas al término del encuentro. Sonrisas que se vienen repitiendo desde que este Mundial comenzase a rodar. Una felicidad histórica
Cualquier selección se hubiese sentido atosigada con este guion en el partido. Pero no así China. No sucumbieron al juego de posesión de las españolas y ni siquiera titubearon con los balones colgados por alto. Cada vez que las nuestras tenían la opción de cargar la pierna, aparecían muchas camisetas rojas para bloquear el balón. Las ‘Rosas de Acero’ también demostraron la frialdad propia de alguien que tiene claro su objetivo. Y lo lograron.
Visto así, parece evidente que las españolas dominaron el partido. ¿Seguro? Lo cierto es que, tras el gesto del seleccionador al término del partido, quedó en entredicho la voluntad de las chinas de disputarle el segundo puesto a España. No les hubiese importado ganar, cierto; pero no lo buscaron salvo en algún error puntual de las nuestras. El porqué está claro. En octavos de final, y salvo sorpresa, España probablemente deberá intentar hacer historia ante las vigentes campeonas, Estados Unidos. ¿Y quién sabe cómo se para a las Morgan, Heath y Lloyd de turno?
Se debatía, previamente al choque, si España debía luchar por ganar el encuentro o buscar la vía menos complicada del torneo. Lo mismo ocurría con China. Vencer y asegurarse la plaza o esperar para clasificarse como una de las mejores terceras. España fue todo orgullo y corazón. China, quizás, la cabeza y la estrategia. A las nuestras no les importa el rival que se parará frente a ellas y esa es la gran baza en los octavos de final. Cuanto mayor sea la dificultad, mayor será el orgullo. Lo saben las españolas y se lo repetirán constantemente hasta que el balón comience a rodar de nuevo.
Por eso no hay debate cuando se está redactando la historia. El hecho es que España se clasificó por primera vez para una fase final y lo hizo con la cabeza bien alta y sabiendo los escollos a los que se van a tener que enfrentar. Todo fueron sonrisas al término del encuentro. Sonrisas que se vienen repitiendo desde que este Mundial comenzase a rodar. Una felicidad histórica.
Foto de portada: Iberdrola.