España no pudo completar la mayor de sus gestas y cayó injustamente ante Estados Unidos, diciendo adiós a un Mundial en el que han hecho historia
Cayó Rose Lavelle en el área y la colegiada volvió a señalar el punto de penalti. Si riguroso fue el primero de Mapi sobre Heath, todavía más dudoso fue el de Virginia sobre la centrocampista estadounidense. Hubo contacto, desde luego. Leve, sin duda. Lavelle dio dos pasos y cuando vio que el balón estaba perdido se abrazó al césped. Llamaron a la colegiada al monitor y solo sirvió para que se perdieran cinco minutos de juego. No fue la mejor tarde de Katalin Kulcsár en su papel de árbitra. No perdonó Rapinoe y, en ese momento, comenzó a fallecer nuestra selección.
Porque el partido comenzó como acabó. No se habían cumplido ni diez minutos del encuentro y el marcador ya se había movido en dos ocasiones. Salió Estados Unidos en estampida, conscientes de que llegaban al encuentro como las máximas favoritas para llevárselo. Había avisado Krieger en los prolegómenos del encuentro: “Tenemos el mejor y el segundo mejor equipo del Mundial”, declaró en rueda de prensa.
Un balón diagonal a la espalda de la defensa de España fue recogido por Heath. La veloz extremo norteamericana se fue para el centro y le sirvió un sutil toque para desplazar el balón de la bota de Mapi León. Su pie acabó bajo el de la central y cayó al suelo. Riguroso pero la colegiada no dudó. Silbato; la mano al punto de penalti y gol de Rapinoe. Era el minuto 7 de partido y el marcador se ponía en contra ante las vigentes campeonas.
Nadie cree más que Lucía García. Ha sido la revelación de la selección española en este Mundial. Sacó en corto Naher hacia Becky en una jugada, a primera vista, intrascendente. Pero el olfato de la leona del Athletic es infalible. Sin saber cómo, la central vio como el esférico ya no estaba en sus pies. Zarpazo de la futbolista de Barakaldo que le cedía el esférico a Jenni Hermoso. Con la portera en la frontal del área chica y dos centrales lanzadas a por ella, sacó el interior del pie. Caricia perfecta para dirigirla al único espacio posible.
Era el minuto nueve y la delantera de España ponía el empate en el marcador. Sonreían las americanas pensando que aquello quedaría en una anécdota y siguieron buscando el gol de la victoria. Lo probó Rapinoe tras adelantar a Corredera pero la mano de Paños mandó el balón a la esquina. Fue un duelo apasionante en esa banda. Pero la realidad es que los minutos fueron pasando y, a pesar de que el dominio era de Estados Unidos, Alex Morgan no encontraba su sitio. Junto a ella, el resto del tridente se fue diluyendo y España comenzó a creer.
La segunda mitad empezó igual que la primera. Lo buscaron las campeonas pero se encontraron con una España bien posicionada. Esos intentos acababan bloqueados por Mapi, Irene o Torrecilla. Si bien es cierto que España no pudo desarrollar ese juego de posesión que había enseñado en la fase de grupos, las de Vilda fueron igualmente combativas. Por ello, con la selección de Jillian Ellis bloqueada en cuanto a juego e ideas, salió la garra de las españolas. Lucía filtró un pase y Patri Guijarro se plantó dentro del área. Su sutil toque, cruzó la portería y se marchó fuera por poco. Creía España y ya no sonreían las de Estados Unidos.
De manera elegante pidieron la hora, sabiendo, quizás, que pasaban de ronda con dos penaltis más que dudosos
“Nunca hemos dejado de soñar”, declaró Torrecilla al término del encuentro. Y no lo hicieron cuando las norteamericanas se vieron beneficiadas por las decisiones arbitrales de la colegiada húngara. “Supongo que es más fácil pitarle a las campeonas…”, dejó caer Irene Paredes, capitana de España, en la entrevista posterior al partido. Cayó Lavelle y con ella gran parte de las esperanzas.
Remontar de nuevo el encuentro no era una tarea fácil y, en ese momento, las españolas pudieron acusar su inexperiencia. Centros vacíos al área, muchos en un intento desesperado de buscar una épica que no acabaría llegando. Incluso, en el último minuto del tiempo de añadido, el balón cayó en las botas de Paredes pero la central no pudo cargar el disparo. Rechazaron las norteamericanas y se marcharon a las esquinas del terreno de juego a ver morir el partido. De manera elegante pidieron la hora, sabiendo, quizás, que pasaban de ronda con dos penaltis más que dudosos.
Y, sumergida en lágrimas, España se despidió de un Mundial que pasará a la historia por las hazañas que han conseguido estas jugadoras. “Vamos a ir a por todas. Que nadie dude de eso”, dijo María León en la rueda de prensa previa al partido. Y no hubo absolutamente nada que reprochar. “Tienen que estar orgullosas. Estoy muy orgulloso de todas ellas”, declaró Vilda tras el partido, con una sonrisa que bien representaban sus palabras.
Es el resultado del trabajo de auténticas luchadoras que, año tras año y en silencio, se han ido preparando para comenzar esta historia
Atrás quedaron los abrazos sinceros tras la victoria a Sudáfrica. La primera en un Mundial en su debut en Francia. También se perdieron las sonrisas que surgieron en los rostros de la selección cuando se confirmó la clasificación histórica a la fase final del torneo. Se perdió el pasaporte que daba acceso a los cuartos de final. Heridas, conscientes de que el sueño había tocado a su fin a pesar de todas las esperanzas que nos habían regalado.
“Tenemos que tener la cabeza bien alta. Este es un grupo increíble. Es para estar orgullosas”, declaró Torrecilla, con la mirada húmeda. Y así acabó la fiesta. Con el dolor de caer eliminadas injustamente y con la certeza de que el fútbol femenino ha dado un paso adelante en nuestro país. Es el resultado del trabajo de auténticas luchadoras que, año tras año y en silencio, se han ido preparando para comenzar esta historia. “Hay que llorar al principio para sonreír al final”, dijo Marta Vieira en un mensaje aleccionador para las futbolistas de su país.
Sin embargo, esa oración cobra sentido también en el día de hoy. Lloramos, lloraron. Pero la primera página ya está escrita y nadie olvidará el nombre de las futbolistas que la redactaron. El presente es difícil para el grupo de futbolistas que permitieron soñar a un país. El futuro, ese que oteamos en el horizonte y que está por recorrer, prometedor.
Foto de portada: RFEF.