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Por un fútbol natural, libre y sostenible

Este es el editorial del nuevo #Panenka94, un número que dedicamos al papel que tiene el fútbol en la crisis climática y sus herramientas para combatirla

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¿Cuál es el clima ideal para jugar al fútbol? Puede que esta sea una de esas raras preguntas que se le pueden formular a un profesional y a un amateur y esperar que sus opiniones sean igual de interesantes. Discreparán, o quizá coincidan, pero sus respuestas saldrán siempre del mismo lugar, de ese paraíso original al que acudían cuando no eran más que niños y niñas que echaban sus primeras carreras detrás de la pelota, vivos, enloquecidos por el influjo del olor a tierra húmeda o a césped recién cortado.

¿Un sol que calienta la arena y broncea la cara, entre trago y trago de agua fresca? ¿Un frío imponente que logramos atenuar a medida que sudamos? ¿Una llovizna que nos mantiene siempre frescos y que permite que el balón se deslice con gracia sobre el verde? ¿La esperadísima nevada de enero que nos da una excusa para jugar con guantes, gorro y un balón color fantasía? Dame cualquiera de ellos; la belleza del fútbol, como la de cualquier deporte exterior, tiene ese algo natural que nos mueve a ser uno más con los elementos. Algo salvaje y libre -aunque prefiramos llamarlo infantil-. Nacimos, y el balón ya estaba inventado e integrado en el paisaje. Era el regalo redondo que encontramos en el único planeta donde, suponemos, existe este juego.

¿Y si el fútbol le devolviera el favor a la Tierra? No lo negaremos, somos pesimistas con nuestro deporte, que hoy ya no es natural ni libre, sino un engranaje más de esa enorme rueda que gira y gira y lo devora todo. Pero no queda otra que mirar a la cantera, porque no hay fútbol sin infancia y no hay infancia sin futuro. Busca dos árboles para que hagan de portería, una parcela bien regada por las nubes. Mira al cielo y espera ver lo que te marca el calendario, y no una tormenta enfurecida. Mira al césped y busca verde en lugar de dos palmos de agua. ¿Y si defendieras lo que te hace único, no lo que te hace rico? ¿Y si, por una vez, fueras el espejo y no el reflejo?

Toca remontada, fútbol. ¿Y si marcas primero?

 


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