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Moneda al aire: Club Deportivo Castellón

Ilusión, decepción, orgullo, rabia, honor o negligencia administrativa son conceptos que definen aquellos clubes que una vez se atrevieron a soñar

Las leyes de la probabilidad en el deporte rey son una auténtica putada. Una medida que provoca incertidumbre ante un suceso o evento futuro debe ser comprendida con la mayor frialdad del mundo. O cara o cruz. O blanco o negro. No hay matices. Se pasa de la euforia total a la mayor desesperación. No obstante, el fútbol puede llegar a hacer cosas fascinantes. Recordemos una de las mayores citas declaradas por todo aquel que ha tocado un balón en su vida: “El fútbol unas veces te da y otras te quita”, y viceversa. Pero, ¿qué pasa cuando no es el balompié el único verdugo que decide de qué lado caerá la moneda? En esta saga, recordamos lo grandes que fueron en su día algunos equipos y cómo, poco a poco, su luz se fue apagando por una mala gestión de la entidad.

CLUB DEPORTIVO CASTELLÓN

El segundo capítulo de esta saga está reservado para los ‘albinegros’. A principios del siglo XX, La Plana ya gozaba del fútbol, aunque este se basaba en quedadas de amigos para patear un balón y pasar la tarde. Como todo ser que ama este deporte. En plena época de expansión del balompié, surgieron varios clubes en la comarca castellonense para competir en partidos regionales: la SD Cervantes fue uno de ellos, pero la gente pedía a gritos un conjunto que llevase el nombre de la ciudad para aspirar a jugar a nivel nacional. Así que, en 1922, los dirigentes del club dieron el visto bueno al cambio de nombre, convirtiéndose así en el Club Deportivo Castellón. En 1933, tras múltiples polémicas que llevaron incluso a la inhabilitación de la entidad para competir hasta después de la Guerra Civil, el conjunto ‘albinegro’ reapareció en 1939 y en solo dos años ascendió a Primera División. Ahí se mantuvo hasta seis temporadas, llegando a disputarse la Liga con el Athletic, el Sevilla y el FC Barcelona en la campaña 1942-43. Después de aquello, los ‘Orelluts’ descendieron y tuvieron que esperar 25 años, hasta la 1972-73, para ver a su equipo, de nuevo, en lo más alto; haciendo historia al conseguir una merecida quinta plaza y llegando a ser finalistas de Copa, derrotados ante los bilbaínos por 2-0.

Tras convertirse en Sociedad Anónima Deportiva en 1992, dos lustros después bajó a Segunda División B, donde militaría hasta once temporadas consecutivas y no fue hasta 2005 cuando el equipo volvería a disputar la Segunda División. “Los cinco años que viví con el Castellón en la categoría de plata fueron los más bonitos de mi vida. En general, me quedo con las victorias en Anoeta y Vigo que no se me olvidarán jamás: dos años seguidos ganando en esos mismos estadios. Esa llama fue lo que prendió lo que soy hoy en día”, comenta Rafa Escrig, periodista castellonense.

DEBACLE

En 2010, el conjunto ‘albinegro’ vivió uno de los peores momentos de su historia. El mal hacer en su juego consumó su descenso a la categoría de bronce. Los dirigentes de entonces no supieron gestionar el control en los despachos y el Castellón presentaba una deuda importante que no pudo sanear. Por tanto, después de una campaña discreta, se vieron obligados a sufrir una nueva caída, esta vez administrativa, a la Tercera División. Era hora de asumir responsabilidades, pero los diferentes accionistas que agarraban las riendas del club no pudieron sostenerlo. “De hecho, dos de los tres propietarios están procesados y podrían acabar en la cárcel por una gestión absolutamente nefasta. Fue algo tan grave que destrozó las ilusiones de una ciudad. Sin duda, la peor época que recuerdo”, sentencia Escrig. La impotencia era tal, que la afición salió a la calle para defender al conjunto ‘orellut’. Aficionados de toda La Plana iniciaron una recogida de firmas y varias manifestaciones contra los antiguos propietarios de la entidad.

La afición albinegra se involucró hasta el punto de donar dinero para el club. ¿Cómo se vivió eso en los aledaños de Castalia?

La afición es lo que ha mantenido con vida al equipo durante estos años. Y sigue haciéndolo. Se ha iniciado una ampliación de capital de cinco millones de euros, en la que es la afición la que los tiene que inyectar al club para la liquidación de la deuda, porque no hay ningún otro activo más grande que nosotros. Si durante tan solo un minuto la afición no hubiera estado encima del equipo, se hubiera hundido. Tenemos la suerte de ser nuestro único activo y eso nos diferencia con otros clubes.

13.500 abonados en Castalia. Más incluso que algunos equipos potentes de Segunda División. Una locura.

A poquito que le des a la afición, esta responderá con creces. Es un lujo ir a Castalia después de los años negros que hemos pasado. Se nota la ilusión en gente que antes ni iba al fútbol y que tampoco conocía lo que pasaba con el Castellón. Es algo que jamás olvidaré. Pese a haber estado años en Segunda, esta es la etapa más exitosa: nunca había habido tantos socios en la historia del club, y creo que ya era hora. Nos lo merecíamos.

“¡PAM-PAM, ORELLUT!”

La crisis y el miedo amenazaron con la disolución de la entidad y la constitución de una nueva que empezase desde cero, renunciando a más de nueve décadas de historia. La empresa dirigente llegó a juicio acusada de fraude, malversación y falsedad en las cuentas y no fue hasta la temporada 2017-18 cuando el club se estabilizó económica y deportivamente, liquidando las deudas poco a poco. Esa misma campaña, eliminó al Club Portugalete en la final del play-off, ascendiendo tras siete largos años a Segunda B. Pero el año pasado volvió a aflorar ese sentimiento de desesperación en los aficionados: en el último partido, el Castellón tenía que sumar tres puntos y el Alcoyano, rival directo, no debía hacerlo. En el tiempo de descuento, un tiro de Cesar Díaz en una falta evitó el descenso directo, aunque la victoria momentánea de los alicantinos les condenaba a jugarse la temporada en el play-off de permanencia. Todo Castalia estaba pendiente de lo que pasaba en Alcoy, que recibía al ya descendido Conquense. En el minuto 89 llegó el empate visitante y, consecuentemente, se desató la euforia y el jolgorio en toda La Plana: el Castellón se había salvado.

Con una plantilla renovada prácticamente en su totalidad, esta campaña promete ilusiones a los ‘albinegros’: encabezan el Grupo III a dos puntos del Sabadell.

¿En qué se sustenta el CD Castellón actual?

A base de ilusión y conjuntar un proyecto ambicioso, el Castellón ha logrado estabilizarse con un equipo más austero, pero quizá mejor conjuntado que el del año pasado. No es algo anecdótico porque ya llevamos un buen tramo de temporada, pero creo que el equipo no está donde debe; igual estamos un poco por encima de lo que la liga y la plantilla nos permite. Pelearemos por el ascenso y por la Copa del Rey, que es un proyecto muy ilusionante.

Líderes de la tabla, con tan solo dos derrotas y clasificados para disputar la Copa del Rey. ¿Qué crees que le hace falta al equipo para volver donde se merece?

Un giro radical de Rubiales respecto a la Copa Federación nos ha permitido acceder a un torneo que no estaba en nuestros planes. Casi diez años después, se va a dar la posibilidad de enfrentarse a un club de gran categoría. Eso hay que sumarlo a la buena campaña en liga después de salvarnos, literalmente, en el último segundo. Tenemos que seguir con esta estabilidad a nivel social y económico porque todavía quedan muchas deudas que pagar y resolver de la herencia negativa de la pasada directiva. Pero mientras la afición responda y el club se vaya recuperando, el objetivo es el mismo: estar jugando en el fútbol profesional en el año del centenario [en 2022]. Quedan dos temporadas para que el equipo alcance ese objetivo. Creo que tal y como se ha volcado la gente, puede ser factible.