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Las primeras damas del balón

En 1920, las Dick, Kerr's Ladies, un combinado de jóvenes trabajadoras de Lancashire, pusieron por primera vez al fútbol femenino en el mapa

El viernes 30 de abril de 1920, en Deepdale, hogar del legendario Preston North End, 25.000 personas estallaron de júbilo para celebrar la victoria de las Dick, Kerr’s Ladies sobre un combinado francés en el que está considerado como el primer partido internacional del fútbol femenino. Con el pitido final, cientos de personas saltaron al campo para alzar sobre sus hombros a la anotadora del gol del triunfo, la pequeña Jennie Harris. Aquellas muchachas de Lancashire acababan de poner en el mapa el fútbol femenino. “Se suele calificar a las Dick, Kerr’s como un equipo de exhibición, como los Harlem Globetrotters“, declara Barbara Jacobs, autora del libro The Dick, Kerr’s Ladies. De hecho, la escritora añade que tal aseveración no deja de ser una total falta de respeto hacia el maravilloso fútbol que practicaban. “Actualmente es muy fácil decir que su irrupción fue enormemente importante”, añade Gail J Newsham, autor de In A League Of Their Own! The Dick, Kerr’s Ladies Football Club, “pero deberíamos recordar que durante aquella época se vivieron episodios como el arresto en 1908 de Emily Pankhurst en el Palacio de Buckingham o el de Emily Davidson arrojándose bajo el caballo del rey Jorge V en el derbi de Epsom de 1913. Las Dick, Kerr’s Ladies no solo viajaban por todo Inglaterra sino que la gente pagaba por verlas jugar a fútbol. Como me dijo una de las integrantes de aquel equipo antes de morir: ‘Éramos famosas. Todo el mundo nos prestaba atención. Fue una historia increíble“.

De la fábrica a los estadios

El primer partido de fútbol femenino del que se tiene constancia fue un derbi londinense disputado el 23 de marzo de 1895. En el Crouch End Athletic Ground un equipo formado por jugadoras del norte de la ciudad derrotó por 7-1 a un combinado de los barrios del sur. Miss Nettie Honeyball, fundadora de las British Ladies Football Club, organizó la cita publicando un anuncio en el Daily Graphic en el que buscaba a jugadoras para demostrar que “este deporte de hombres también puede ser practicado por mujeres”. El encuentro fue un éxito, aunque las crónicas incidieron en que las futbolistas no se sabían las reglas y olvidaron cambiar de campo tras el descanso. “No creo que el fútbol femenino atraiga a las masas cuando deje de ser una novedad“, concluía una reseña del Manchester Guardian firmada por ‘Lady Correspondent’. Ciertamente, se trató de un acontecimiento por y para las clases medias. Un partido que se convirtió en un recuerdo tan pronto se alcanzaron los 90 minutos. No fue hasta el estallido de la Gran Guerra, cuando el fútbol femenino realmente emergió, esta vez como deporte de las clases trabajadoras.

damas2Originalmente localizada en Escocia, para posteriormente trasladarse a Preston, Dick, Kerr and Co Ltd era la empresa más importante del sector ferroviario británico. En 1917, sin embargo, las necesidades del país primaban el suministro de armas al frente y la Dick, Kerr, como muchas otras fábricas, pasó a ser controlada por el gobierno, y sus líneas de montaje, ahora bajo el control de mujeres, a fabricar municiones. Con el fin de que esta nueva mano de obra se centrara en su cometido, se tenía la certeza que las mujeres debían liberar su tensión practicando deporte. Así, se hicieron muy populares los partidos de fútbol en los patios de las empresas: dos partes de 15 minutos aprovechando la hora de la comida. Percatándose del entusiasmo que el deporte despertaba entre las operarias, los trabajadores sociales de las fábricas alentaban a sus empleadas a formar equipos. En poco tiempo, se fundaron clubes de obreras alrededor de todo el país, que se cruzaban en encuentros a menudo promovidos con el objetivo de recaudar fondos para los heridos de guerra.

Este fue el fin que impulsó a Grace Sibbert, empleada de la Dick, Kerr cuyo marido había sido hecho prisionero, a organizar uno de aquellos partidos. Alfred Frankland, administrador de la empresa, y sumándose a la iniciativa de Sibbert, impulsó un segundo enfrentamiento cuya recaudación iría destinada al hospital de Moor Park de Preston. Frankland desembolsó 20 libras (lo que hoy equivaldría a unos 5.000 euros) para que el partido se disputara en el estadio de Deepdale. “Cuando lo piensas, parece una decisión estúpida“, concede su nieto, Tony Frankland. “Es como si en la actualidad quisiéramos organizar un acto benéfico en Old Trafford“. La decisión de Alfred Frankland era sumamente ambiciosa, pues trasladaba el fútbol femenino de los patios de las fábricas al hogar de uno de los clubes más iconográficos del balompié masculino, pero la apuesta no pudo salirle mejor. 10.000 personas pagaron su entrada por ver a las Dick, Kerr’s vencer por 4-0 al Arundel Coulthard Foundry.

Animado por el éxito, Frankland reservó tres fechas para la siguiente primavera y se puso a trabajar para hacer de las Dick, Kerr’s Ladies un equipo a tener muy en cuenta. Aspiraciones basadas en el talento deportivo de muchas de las chicas del grupo. Alice Woods, por ejemplo, era una velocista que había participado en la primera competición femenina organizada por la Federación Inglesa de Atletismo, coronándose campeona de los 80 metros lisos. Además, mostraba una excelente destreza con el balón, pericia que había adquirido jugando con su hermano John, futbolista profesional en las filas del Halifax Town AFC.

damas3Florrie Redford era una efectiva delantero centro. Tal vez su disparo no tenía la potencia de sus homólogos masculinos (a diferencia del de la lateral izquierdo Lily Parr, a quien el Daily News describió como “una niña de 15 años con un chut del poderío de un jugador de la primera división“), pero dominaba el tempo del partido, tenía visión del juego y olfato de gol. Mientras que, procedente de las Lancaster Ladies, Jennie Harris, una interior izquierdo tan bajita que no alcanzaba el metro y medio, era endiabladamente rápida y extremadamente habilidosa en el regate. Tal es así que un periódico la calificó como “la caja de los trucos de las Dick, Kerr’s Ladies“. “Tenían una excelente plantilla“, confiere Jacobs. “Además, Alfred Frankland se desenvolvía de una manera no demasiado diferente a los representantes de hoy en día. Si jugaban contra un equipo en el que había una futbolista que le gustaba, no dudaba en tantearla ofreciéndole diversos incentivos para que se uniera a su escuadra“, relata la escritora. Esos alicientes pasaban por un puesto de trabajo en la fábrica y horas libres pagadas para poder jugar los partidos. Alice Norris, que tenía 14 años cuando empezó a trabajar (y a jugar) en la Dick, Kerr, destaca, sin embargo, la importancia del espíritu de equipo que las unía. “Todas éramos amigas”, rememora. “Nunca oías a nadie discutiendo. Era un privilegio poder formar parte de ese equipo. Recuerdo que Florrie Redford cuidó mucho de mí. Cuando jugábamos en aquellos imponentes estadios de primera división, siempre se preocupaba por saber cómo me sentía“.

Una derrota cada dos años

Dominadoras absolutas del fútbol femenino británico, en los primeros días de la posguerra, el único acicate deportivo que Alfred Frankland podía ofrecer a sus chicas era disputar encuentros internacionales. De este modo, sabiendo que un conjunto amateur galo masculino iba a visitar Inglaterra, Frankland hizo extensiva la invitación a la Federation Française Sportive Feminine. El 27 de abril de 1920 un equipo formado, principalmente, por chicas de clase media desembarcó en el puerto de Dover. Atléticas pero pequeñas, se medirían en una serie de amistosos a las grandes y poderosas mujeres del Dick, Kerr’s Ladies. “No cabía un alfiler en las calles de Preston”, subraya Gail Newsham. “Millares de personas las escoltaron desde la estación de tren hasta el hotel. Las jugadoras francesas debieron sentirse desbordadas por la acogida“.

Tras un par de días de recepciones públicas, se disputó el primero de los cuatro partidos pactados. En Deepdale, ante 25.000 espectadores, las Dick, Kerr’s firmaron una convincente victoria por 2-0. Un día más tarde, en Stockport, las francesas volvieron a caer derrotadas, en esta ocasión por 5-2. Pero los fuertes vientos de Blackpool debieron provocar efectos revigorizantes en las galas, porque en el tercer encuentro, disputado en el estadio Hyde Road de Manchester, rubricaron un meritorio empate a uno. La gira aterrizó en Londres para el cuarto y definitivo choque. “Las Dick, Kerr’s eran, sin duda, el mejor equipo del fútbol femenino de Inglaterra“, sentencia Barbara Jacobs, “pero jugar en Stamford Bridge era otra cosa. Aquel fue el partido. El momento en el que, pese al resultado, se convirtieron en auténticas estrellas“.

Fue el clásico choque de estilos que ha alimentado el imaginario del fútbol desde su invención. “Pequeñitas, las francesas, que se movían por el campo agitando sus caderas como modelos, representaban el polo opuesto a esas gigantonas de Lancashire que aún no habían salido del túnel de vestuarios y ya estaban dando patadas“, destaca Jacobs. Pero saltó la sorpresa. Nada más empezar el partido Jennie Harris chocó con una de las hermanas Laloz, las únicas futbolistas francesas que trabajaban en una fábrica, y cayó inconsciente. Con diez jugadoras en el campo, Florrie Redford consiguió ver portería, pero su gol no fue suficiente para evitar la derrota de las locales por 1-2. “Teniendo en cuenta que las Dick, Kerr’s habían perdido muy pocos partidos, y de eso ya hacía mucho tiempo, sucumbir ante las francesas fue algo que nadie se esperaba“, explica Gail Newsham. “A lo largo de la historia del club, de 1917 a 1965, las Dick, Kerr’s tan solo perdieron 24 encuentros, lo que equivale a una derrota cada dos años“. El marcador, sin embargo, no restó popularidad al equipo, y durante las siguientes semanas superaron todos sus récords de público: en Goodison Park apiñaron a 53.000 personas (quedándose 14.000 fuera del estadio); en su victoria por 4-0 frente al St Helens, 35.000 las vieron ganar al Bath en Old Trafford; 25.000 fueron los testigos de la escabechina que infligieron a un combinado del resto de la Gran Bretaña, al que se impusieron por 9-1. Y en el partido de vuelta que disputaron en París hubo una invasión de campo a cinco minutos del final con el marcador señalando un empate a uno. “Eran auténticas estrellas“, corrobora Jacobs. “Pero hay que destacar que no solo eran futbolistas, sino que seguían trabajando en la fábrica y entregando a beneficencia el dinero que ganaban“.

El secreto mejor guardado

Se podría decir que su éxito acabó propiciando su final. Con unas audiencias de millares de personas, aquellos que se sentían amenazados por la irrupción del fútbol femenino lo atacaron basándose en una falacia expuesta recurrentemente en los periódicos por supuestos “expertos en medicina“: el fútbol era un deporte nocivo para las mujeres. La Football Association sucumbió a esta hipótesis alegando infundados rumores sobre el destino real de las recaudaciones de los partidos, y el 5 de diciembre de 1921 prohibió a todos sus clubes afiliados que cedieran sus estadios para la disputa de partidos de fútbol femenino. El Dick, Kerr’s pasó a la ofensiva reprogramando en campos de rugby los partidos que ya tenía previstos, pero la prohibición de la FA debilitó enormemente a sus rivales, que se vieron incapaces de hacer frente a la nueva situación. “Fue algo realmente vergonzoso”, reivindica Jacobs. “Esas mujeres eran trabajadoras. Chicas fuertes que siempre cumplieron con su obligación laboral“. Entonces no lo sabían, pero los mejores momentos del Dick, Kerr’s ya empezaban a conjugarse en pretérito. Y aun así, en septiembre de 1922 aceptaron un nuevo reto, seguramente el más ambicioso de todos: una gira futbolística por América del Norte.

damas4No fue una aventura sencilla. Tan pronto llegaron a su destino, descubrieron que el periplo canadiense había sido suspendido por culpa, nuevamente, de la prohibición de la FA. Peor aún, los duelos programados en Estados Unidos los iban a jugar contra equipos masculinos, muchos de ellos formados por emigrantes ingleses y escoceses, algunos, antiguos jugadores de equipos como el Chelsea o el Blackpool.

Pero las chicas no se dejaron amedrentar. De los nueve partidos que disputaron solo perdieron tres, e incluso en la derrota se reivindicaron como un rival difícil de batir. “Jugué contra ellas en 1922“, revive Pate Renzulli, portero del Paterson. “Éramos los campeones nacionales, pero fue tremendamente complicado doblegarlas“.

Poco después de su ‘conquista’ americana, la Dick, Kerr and Co Ltd se convirtió en English Electric, y a la empresa ya no le interesaba apoyar a un equipo de fútbol que ni tan siquiera era identificado por su nuevo nombre. En 1926 la firma se deshizo de la figura de Alfred Frankland y rompió, definitivamente, todos los lazos que aún le unían al equipo. Frankland, imperturbable en su cometido, refundó el club bajo el nombre de Preston Ladies, aunque popularmente se las siguió conociendo como Dick, Kerr’s. Lily Parr, una de las mejores futbolistas de todos los tiempos, siguió jugando hasta 1951, anotando a lo largo de su carrera un total de 900 goles. El equipo se sobrepuso a la muerte de Frankland en 1957, pero acabó desapareciendo en 1965. Con el declive del fútbol femenino a mediados del siglo XX, la hazaña de las Dick, Kerr’s Ladies poco a poco fue cayendo en el olvido, hasta que a inicios de la década de los 90 su historia fue recuperada por Gail Newsham. “Fue por culpa de la prohibición de la FA que se arrinconó la historia de las Dick, Kerr’s“, advierte el autor de In A League Of Their Own! The Dick, Kerr’s Ladies Football Club. “Creían que las mujeres no podían jugar a fútbol y enterraron sus logros. Durante décadas fue el secreto mejor guardado del fútbol“.