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La revolución de los torneos ya ha llegado

La gran revolución del mundo balompédico está a la vuelta de la esquina y los máximos organismos del fútbol preparan nuevos formatos para sus torneos

Llevamos años escuchando que pronto habrá una Superliga europea, que hay que cambiar el aburrido Mundial de Clubes porque no gusta a nadie, que quizá sería buena idea incluir más selecciones en la Copa del Mundo, etc… Pues bien, los cambios ya han llegado. La próxima gran revolución del mundo del fútbol está a la vuelta de la esquina y ya sí que es, oficialmente, imparable.

El nuevo Mundial de Clubes

¿Qué aficionado al fútbol no se ha imaginado alguna vez juntar la emoción de una Copa del Mundo, con eliminatorias a partido único, con el nivel táctico y técnico de los mejores clubes del planeta? Posiblemente sea la mezcla perfecta, ¿no? Es decir, que además de unos cuartos de final entre Italia y Brasil pudiera también darse un Real Madrid-River Plate por el acceso a las semifinales de un Mundial. Y encima, en verano. Y en un solo mes. Los mejores equipos del mundo frente a frente.

Pues bien, parece ser que en junio de 2021 lo veremos. No será una Champions League aumentada, será una Copa del Mundo de clubes de verdad, con todo lo que ello conlleva. La FIFA acaba de oficializar un torneo que reunirá a 24 equipos (ocho europeos, seis sudamericanos, tres asiáticos, tres africanos, tres de la CONCACAF y uno de Oceanía) en una sede aún por confirmar, aunque posiblemente sea en Catar, donde sustituiría a la Copa Confederaciones, del 17 de junio al 4 de julio de 2021.

La idea es que se juegue cada cuatro años y que los clasificados lleguen desde las distintas competiciones continentales. Así, los cuatro campeones de la Champions League y los cuatro campeones de la Europa League de los 4 años pasados entre torneo y torneo serían los representantes europeos.

El formato también está decidido. Tres grupos de tres, en donde los campeones de cada grupo pasarían a cuartos de final y las eliminatorias a partido único decidirían al campeón. Cada equipo jugaría un mínimo de dos partidos y un máximo de cinco en un verano sin competiciones de naciones y que, por tanto, no engordaría el ya de por sí bastante obeso calendario.

¿Beneficios? Pues prácticamente todos. Una competición mucho más interesante que el actual Mundial de Clubes, más reparto de dinero, lo que permitiría una mayor competitividad por parte de equipos no europeos, y por supuesto una expectación mundial por algo totalmente nuevo que seguro atraería las mejores promociones de casas de apuestas deportivas nunca vistas.

La nueva Champions League

La esperanza de muchos, el miedo de muchos otros. Eso es lo que siempre ha supuesto el fantasma de una Superliga europea al estilo de la NBA. Una gran liga europea con la que desde principios de siglo la ECA (Asociación de Clubes Europeos por sus siglas en inglés) lleva amenazando a la UEFA con el fin de conseguir más dinero para sus representados. Y aún sin existir, esta Superliga ha dado grandes beneficios a los mayores clubes de Europa que llevan años asegurándose su presencia en la Champions League y aumentando sus arcas a costa de la amenaza del gran fantasma de la UEFA.

Pues bien, parece que, en 2024, cuando se acaba el contrato firmado por la propia ECA y la UEFA, esta última va a terminar de claudicar. Eso sí, apoyando una competición de la que hace poco soltaba pestes pero que ahora ve como un mal menor. Y es que la UEFA sigue teniendo suficiente poder como para impedir una liga cerrada y privada de los grandes equipos, pero no tanto como para no ir cediendo poco a poco sus exigencias.

Así que, a falta de confirmación oficial, algunas fuentes cercanas a la ECA y a la UEFA han declarado a medios de comunicación como El Mundo que en la temporada 2024-2025 empezará una nueva competición semi-cerrada en donde 32 equipos se distribuirán en cuatro grandes grupos de ocho equipos cada uno y competirán por ganar la primera edición de la nueva Champions League (veremos si con ese mismo nombre).

Además, desde la propia UEFA se pretende que las eliminatorias por el título se jueguen en fin de semana, desbancando a las ligas nacionales de ese privilegio, que deberían empezar a jugar su parte final entre semana.

Para mas inri, este aumento de partidos europeos obligaría a una reducción del calendario, que obviamente tendría que ir de la mano de una reducción del número de participantes de las ligas nacionales, dejándolas en un máximo de 16 equipos. Sí, las ligas asumirían todo el coste de esta nueva competición.

Todo ello puede llevar a un enfrentamiento entre los equipos menos importantes de las ligas nacionales, apoyados por sus propias ligas, y los grandes clubes, ya que es bastante complicado un acuerdo que beneficie a ambos bandos. Se vienen años complicados para la organización del fútbol, aunque parece bastante claro quién tiene las mejores cartas para salir victorioso.

El hecho es que ambas partes tienen razón. Los grandes equipos han conseguido estos índices de popularidad gracias a sus ligas nacionales y a enfrentarse a equipos de todo el territorio estatal y, por tanto, es realmente injusto que de repente se den a la fuga y decidan crear su propia competición de ricos en un deporte que, además, ha crecido tanto gracias a los ascensos y descensos, eliminados de la nueva competición naciente.

La otra parte, es decir, los grandes clubes, afirman, también con razón, que es una locura el formato actual en donde, por ejemplo, se puede dar el caso que dos de los clubes más potentes del mundo como el Real Madrid y el Manchester United no se enfrenten en años. Algo que, en su opinión, no ocurre en ligas tan potentes como la NBA, donde seria una auténtica locura que esto sucediese. Quieren más grandes partidos y la nueva competición los va a poner en bandeja.

La Copa del Mundo de 48 equipos

De la nueva revolución de los torneos esta es quizá la que en el mundo occidental menos interés ha suscitado. En Europa se ve como una locura que bajará el nivel general de la Copa del Mundo y que encima, en la actualidad, es complicado de realizar inmediatamente, tal y como pretende la FIFA.

Pero claro, hay intereses demasiado jugosos como para retrasarlo e Infantino, el presidente de la FIFA, va a hacer todo lo posible para que los problemas logísticos y de calendario, que los hay, y muy graves, impidan que en Catar, en el año 2022, se vea el Mundial más grande de la historia.

Más países y, por tanto, más telespectadores y, precisamente por ello, más dinero. Es una fórmula fácil de entender y que va a permitir que más naciones de cada continente accedan a la gran cita. Sí, se democratiza el campeonato, se abre a países que antes no podían acceder y se blinda a las grandes selecciones que irán siempre. ¿Pero todo esto será positivo para el campeonato? Pues seguramente habrá opiniones para todos los gustos, en función del país en el que se haya nacido.

Y es que, en la FIFA, en la eterna lucha entre el mundo rico y el pobre, aunque parezca una contradicción, sigue siendo más importante el número de votos que el dinero que se tenga. Ahora mismo cada país tiene un voto que vale igual que el de cualquiera y, en cuestión numérica, Europa está bastante lejos de obtener una mayoría. Por lo tanto, se puede dar el caso, y parece que se va a dar, de que el mundo rico perderá una batalla que la FIFA ha puesto en marcha única y exclusivamente por un motivo económico. Y en ese lado, curiosamente, también están los países más pobres tanto económica como futbolísticamente.