Alberto ‘Bixio’ Gorriz tiene el privilegio de ser, todavía a día de hoy, el futbolista con más partidos de la historia de la Real Sociedad. A punto de cumplir los 60, su talante tranquilo, amable y seguro de sí mismo sigue siendo el mismo que le impulsó a defender la camiseta txuri-urdin durante 14 temporadas y 599 encuentros. El central irundarra vivió los mejores años del club, ganando todos los títulos que la Real tiene en sus vitrinas: dos Ligas, una Supercopa y una Copa del Rey. Actualmente preside la asociación de veteranos y nos atiende con un delantal y una libreta en la mochila, a punto para comenzar una nueva aventura en forma de clases de cocina. Pura esencia guipuzcoana.
(Fotos: Real Sociedad y Diario Vasco)
Naciste en Irún, a finales de los 50, ¿cómo era la vida de un niño de una ciudad industrial en pleno franquismo?
Me crié en un barrio gris, en una calle muy humilde de Irún y en una familia muy normal. Jugaba todo el día en la calle. Recuerdo que de cualquier sitio hacíamos un campo de fútbol, poníamos los palos y a jugar. Tuve una infancia como muchos en aquella época, en mi cuadrilla todos éramos parecidos. El fútbol estuvo desde el principio presente en mi vida.
¿En qué momento empezó el fútbol a ser algo serio?
Yo era de una familia humilde: no tenía ni bicicleta ni otras cosas que me pudieran entretener. Por eso jugábamos al fútbol, porque solo con un balón nos arreglábamos todos. Empecé más en serio con un equipo de Irún y en seguida pasé al equipo del colegio de frailes, el San Marcial, en el que estuve cinco años entre infantiles y juveniles. Y luego ya vino el Sanse (el filial de la Real). No me sentí responsabilizado con el fútbol hasta que no llegué al Sanse, incluso antes, en mi paso por Tercera División, me lo tomaba más como actividad de amigos que profesional. El cambio radical fue con la llegada al Sanse.
Esto es impensable hoy en día. Actualmente, cualquier chaval de categorías inferiores ya siente la exigencia y la responsabilidad, cuando quizá lo único que deberían hacer es divertirse.
Yo tuve esa suerte. Ha cambiado todo mucho: hoy día un chico con 14 o 15 años no juega como cuando yo tenía esa edad. Lo mío era amateur, por diversión y sin ningún tipo de presión. Como yo no pasé por las categorías inferiores de la Real hasta que no llegué al filial, no tuve esa sensación de niño. Cuando me di cuenta de que me pedían algo más y de que yo también podía dar algo más fue cuando cambié el chip. Con Javier Expósito, el entrenador del Sanse de esa época, si no dabas el callo te volvías a jugar con los amigos.
Debutas con el primer equipo en el campo del Rayo con 21 años.
Sí, aunque ya había jugado en un partido de Copa contra el Lleida, para mi el debut de verdad fue en Vallecas. Fue en un partido de Liga, un domingo por la mañana, que ganamos 0-4 y jugué los 90 minutos. A partir de ahí me comunicó Ormaetxea que me quedaba en la plantilla del primer equipo y me convertí en jugador profesional.
De Vallecas a convertirte en el jugador con más partidos de la historia del club.
Me siento muy orgulloso. Si echo la vista atrás y pienso en todo lo que he vivido, no me lo creo. Nunca pensé en jugar en la Real, jamás lo vi como una posibilidad. Cuando llegué al Sanse solo pensaba en debutar y luego ya fui dando pasos y tuve la suerte de acumular años buenos en la Real que me permitieron hacer toda mi carrera aquí. Al final, el hecho de ser el que haya jugado más partidos oficiales es por una suma de factores: suerte, trabajo, confianza de los entrenadores y compromiso.
Desde que te hiciste con la titularidad jugaste el 95% de los partidos. Esa es una cifra inaudita.
Los estudiosos del fútbol siempre me preguntan sorprendidos cómo logré eso. La clave es que nunca tuve ninguna lesión, ni una rotura de fibras, ni un esguince, ni nada. Solo recuerdo tener que salir de un partido por una lesión en el empeine, a causa de una entrada que me dejó siete puntos de sutura. Fue en un partido contra el Barcelona en Atocha, con el campo embarrado, como siempre estaba. Tuve que estar sin jugar cerca de un mes pero coincidió justo en vacaciones. Aquello fue a final de temporada y es la única herida que tengo. Ni siquiera en veteranos he tenido nunca una lesión.
Te faltó solo un partido para llegar a la cifra redonda de los 600. ¿Se te quedó la espina clavada?
Ahora ya no lo pienso. Pero en su momento sí me cabreé mucho.
¿Con Toschack?
Sí, fue por culpa de Toschack y además fue de forma cruel. Esa semana, cuando acabó mi último partido oficial, que coincidió con el último partido de Atocha contra el Tenerife en la penúltima jornada, Toschack me pilló en el vestuario y me dijo: “oye Bixio, ¿cuántos partidos llevas?”, él lo sabía de sobra, se lo dije y siguió: “que cifra más bonita 599”, yo le dije: “sí, pero 600 es mucho más bonito y hay muy pocos jugadores que hayan llegado a ese número”. A mi me hacía mucha ilusión, se lo transmití y me tuvo toda la semana entrenando con los que llamábamos el ‘carro del pescado’ que eran los jugadores que no iban a ir convocados. Pero luego llegó el sábado y me llevó convocado al partido en Barcelona. Se lo dije a mi familia y fuimos todos allí porque estaba convencido que iba a jugar algún minuto. No se me pasaba por la cabeza que después de estar toda la semana apartado me iba a llevar para no jugar. Me tuvo una hora calentando en la banda y no me puso. En ese momento fue un momento muy duro, me pareció un gesto muy feo y me llevé mucho disgusto. Al final se ha quedado ese 599… sí tenía razón que es una cifra muy bonita.
¿Había mal rollo con él?
Todo lo contrario. A mi ya me dijo que iba a ser mi última temporada. Yo lo tenía asumido porque tenía 35 años. Tanto a mi como a Larrañaga nos lo dijo aunque Larra luego siguió un año más. Nunca había tenido nada con él más allá de alguna pequeña discusión, como en toda familia. De Toschack no puedo hablar mal porque ha dado mucho a este club. No sé qué se le pasó por la cabeza para llevar a cabo ese plan tan maquiavélico conmigo en ese caso concreto, y de la forma en que lo hizo.
“Los éxitos de mi generación los debemos a Zubieta. Ormaetxea es quien más ayudó en ese aspecto”
¿La explicación a los éxitos de tu generación la encontramos en Zubieta?
Estoy totalmente convencido de eso. Ormaetxea es el entrenador que más ayudó en ese aspecto hasta que vino Toschack. Cuando yo subí al primer equipo ya había muchos canteranos de muchísimo nivel que habían subido. Entonces, tuve la suerte que los centrales estaban mayores y me dio opciones. Sin duda la clave del éxito de aquel equipo fue Zubieta.
¿Cuál es tu mejor recuerdo de aquellos éxitos?
Suele ser difícil elegir solo un momento, pero en este caso para mi no lo es. Como lo de Gijón no hubo nada. Con la misma intensidad y las mismas sensaciones no he vivido ningún otro logro, a pesar de que cualquier logro tiene su dosis de ilusión, pero como lo de Gijón nada. Habíamos sufrido mucho: veníamos de perder la Liga en Sevilla de forma cruel después de 32 partidos sin perder. Y llegó la de Gijón, con una presión y tensión extraordinarias por toda la gente que vino a vernos y por lo que nos jugábamos para nuestra ciudad y para Guipúzcoa. Estuvimos agarrotados hasta antes de saltar al campo, una vez dentro nunca perdimos la fe y no fue casualidad que metiéramos el gol a falta de un minuto. Fuimos tenaces y el premio fue merecido.
Hablas de lo que significó aquello para Guipúzcoa. ¿La Real siempre ha representado a todos los guipuzcoanos?
Curiosamente, cuando yo empezaba, la imagen que teníamos de la Real cuando nos enfrentábamos a ellos era la de los pijos de Donosti. Parecía que los de la provincia éramos solo los demás. Pero cuando llegué al Sanse me di cuenta que esa era una idea equivocada porque cada uno veníamos de algún lugar de la provincia. En la Real representábamos a toda Guipúzcoa, es verdad que había algún jugador de fuera, pero la mayoría éramos de allí. El sentimiento nuestro era guipuzcoano total, no era para nada de Donosti. A día de hoy ha cambiado todo bastante, a pesar de que se siguen manteniendo los principales valores, antes estábamos todos juntos para cualquier celebración, había más cercanía con el aficionado. Pero el espíritu de la cantera se sigue manteniendo y eso no se de debe perder nunca, porque cuando se ha perdido un poco lo hemos pasado muy mal.
Debutaste con la Selección muy tarde.
Cuando me llamó Luis Suárez para la Selección fue una auténtica sorpresa porque yo tenía 30 años ya. En su momento tuve una oportunidad de ir, cuando la Real llevó seis jugadores al Mundial 82, pero era muy joven y no salió. Después, hasta los 30 no volví a tener esa opción: fue una apuesta de Luis Suárez que pedía un central alto, seguramente por el grupo de clasificación para el Mundial que nos había tocado, con las dos Irlandas, lo cual facilitó que se buscara un central de mi estilo, que dominara el juego aéreo. Siempre había gente en defensa del Madrid, Atlético o Barcelona y aquella fue una oportunidad que había que aprovechar. Me fue muy bien porque, de hecho, luego también me llamó para ir al Mundial del 90, con 32 años.
Te tocó marcar a Maradona. ¿Cómo lo recuerdas?
Tengo un recuerdo muy bueno. Muy bueno ahora, en aquel momento muy malo. Era un jugador que lo tenía todo: desbordaba, técnicamente era genial, era rápido y estaba fuerte. En aquella época que se marcaba al hombre tenía una responsabilidad muy grande. Debió pensar “qué pesado es este tío”. Era tan bueno que había que intentar anularle por todos los medios legales. Sin violencia, porque a mi me sacaron muy pocas tarjetas, aunque con él sí me sacaron alguna porque era imposible que no te la sacaran. Es el mejor jugador que he visto y contra el que me he enfrentado.
¿Mejor que Messi?
Me cuesta decidirme. Hoy en día por supuesto es el mejor que hay. Pero cuando lo pienso creo que si en mi época hubiera jugado Messi hubiera estado más castigado por los defensas. Porque te aseguro que los marcajes y las patadas que se le han dado a Maradona no se las han dado a Messi. Hoy en día el futbolista hábil está más protegido. Es difícil compararlos: Messi es el mejor de su tiempo y Maradona en su momento era el mejor con diferencia.
¿Crees que ahora se protege demasiado a los jugadores?
Demasiado no. Si me hicieras esta pregunta en mi época te hubiera contestado que sí, que se les protege demasiado y que no es justo. Pero ahora que me gusta ver el fútbol y disfrutar de los grandes jugadores, me gusta que haya espectáculo y veo bien que los árbitros protejan a este tipo de futbolistas.
Hablando de la profesión de defensa. Antes se os pedía contundencia, seguridad y hasta agresividad; ahora también se exige visión de juego y sacar la pelota jugada. ¿Crees que hubieras podido adaptarte a los tiempos actuales?
Creo que sí. Reconozco que el fútbol ha cambiado mucho: antes al central marcador se le pedía mucho defensivamente pero muy poco en el aspecto ofensivo. A mi se me pedía seguridad en el juego aéreo, hacerte fuerte en el balón parado, ser buen marcador con el delantero centro. Pero a día de hoy hay que sacar bien la pelota, aunque en mi época tampoco éramos torpes, lo que pasa es que nos limitábamos a dársela al de al lado para no cometer errores. Ahora no concibo un central en un equipo grande que solo sea bueno por alto y que no sepa jugar con los pies.
“Con Eusebio se juega bonito, pero hay valores como la agresividad y la garra que no se deberían perder”
En este sentido, en la Real, sobre todo con Eusebio, se ha ido imponiendo últimamente un juego de tipo posicional y de control de la posesión. ¿Ha cambiado mucho con respecto a tu época?
Sí, ha cambiado. Yo creo que hay valores que un equipo no debe perder nunca. En nuestro caso la cantera y la agresividad en el juego. A veces me quejo que al equipo le falta garra, pero soy socio, voy a ver los partidos y Eusebio tiene una forma de entender el fútbol que ha puesto en práctica y los resultados ahí están y el equipo está jugando bonito. Quizá, bajo mi punto de vista, le falta ser agresivo en algún marcaje, pero en general cumple muy bien porque hay jugadores de esas características.
En cambio, el Atheltic sí mantiene esa esencia de juego directo y dominio aéreo en las áreas. El otro día nos contaba Mikel Alonso que quizá eso se explica por el carácter guipuzcoano, más sosegado, en contraposición con el vizcaíno, más impetuoso. ¿Estás de acuerdo?
Podría estar de acuerdo en parte. Pero recuerdo que en mis tiempos el Atheltic y la Real jugábamos con un nivel de garra y agresividad muy parecido. Ahora sí que es verdad que el Athletic mantiene ese espíritu y nosotros lo hemos variado. No sé cuál es el motivo. Posiblemente tiene más que ver con la filosofía de juego de los entrenadores de fútbol base de ambos equipos que marca el tipo de futbolista que sale. A nivel de primer equipo está claro que Eusebio tiene un estilo que encaja con lo que vemos en el campo. Creo que ahora el Athletic tiene un puntito más en eso, pero no ha sido siempre así. Incluso antes de los 80, con los Gorriti, Martínez, Ormaetxea, con aquellos campos que había, si preguntas a cualquiera ya verás si te dicen que era un equipo sosegado.
La afición de la Real es muy exigente, seguramente a causa de los éxitos del pasado. Eso explica que muchas veces no se entienda que estrellas, como Griezmann o en su momento Illarra, decidan irse a un club de nivel supuestamente superior. ¿Tú, como one club man que eres, lo entiendes?
Es difícil de entender para cualquier afición. Yo soy socio, estoy mezclado con los aficionados y oigo los comentarios. La Real es un club que ha estado un tiempo ahí arriba y nos hemos acostumbrado demasiado bien. Cuesta asimilar cuando alguien se marcha pero yo tiendo a respetarlo. Entiendo que un futbolista busque su futuro y en un momento determinado prefiera salir. Lo que siempre he pensado es que las formas tienen que ser adecuadas, si hay que salir que se haga bien y que el club también saque beneficio. O como en el caso de Illarra: un jugador joven, que tuvo una gran oportunidad en un club grande y que por circunstancias no cuajó; ha vuelto y para mi hoy en día es el mejor jugador de la Real, es un futbolista clave en el funcionamiento de este equipo y nadie lo hubiera pensado cuando se fue al Madrid. La vida da muchas vueltas, hay que saber entender la situaciones y, aunque me gustaría que los grandes jugadores se quedaran aquí siempre, hay que aceptar que no es fácil.
“La Liga de Gijón fue un éxito que trascendió lo deportivo. Representó a todo un pueblo”
A principios de los 80, los éxitos del fútbol vasco coincidieron con el inicio de la transición y con un importante movimiento de reivindicación de la identidad vasca. ¿Cómo se vivía aquel proceso en el vestuario?
Se vivía muy intensamente. Igual que se vivían todos los movimientos sociales de aquel entonces. Por eso decía que aquel título de Gijón fue algo especial. Siempre he pensado que aquel no fue un título meramente deportivo, iba más allá del fútbol. Nos sentimos orgullosos de que un club modesto, de una provincia pequeña, pudiera competir y ser el mejor. Fue un éxito que trascendió lo deportivo: tengo recuerdos imborrables del recibimiento, de cada pueblo por el que pasamos con la gente volcada. Había una situación social complicada y cualquier cosa que se pudiera conseguir era un motivo de orgullo para un club vasco y para un club como la Real que representaba a todos los guipuzcoanos.
También fueron tiempos en los que ETA estaba muy presente. Ahora da la sensación que los futbolistas viven en su burbuja, aislados de la realidad. En cambio, no sé cómo vivía un futbolista profesional vasco todo aquello y cómo afectaba.
Lo vivíamos de la misma forma que lo vivía toda la sociedad en ese momento. Al final, todos hemos tenido participación en algunas cosas, todos hemos tenido amigos en un sitio o en otro y todos hemos sufrido mucho, porque era una situación muy dura. En el vestuario se vivía de esa misma manera. Intentabas concentrarte en lo deportivo, eludiendo al máximo toda la realidad política, centrarte en conseguir alegrías deportivas que pudieran servir para reivindicar otros aspectos. Fueron momentos duros para todo el mundo y para los futbolistas también. Hubo momentos tristes y momentos más alegres; había discusiones, teníamos nuestras diferencias.
Volviendo al fútbol actual. ¿Qué esperas de la reforma de Anoeta? ¿Esperas poder recuperar el espíritu de Atocha con la gente encima alentando al equipo?
No creo que llegue a ser como Atocha, pero tengo la esperanza que se le acerque un poco. Sobre todo lo espero por la gente joven que no ha conocido Atocha, porque compararán con el Anoeta de antes y seguro que les va a parecer mejor. Para mi, que he tenido la fortuna de vivir Atocha y de jugar ahí, quizá no me parezca lo mismo. Pero yo creo que va a ser un cambio positivo: para los jugadores y para los aficionados. Era un tema que estaba pendiente y que había que hacer. Se ha empezado, costará y va estar el campo feo un tiempo pero el resultado va a merecer la pena, sin duda.
¿Crees que el afán del fútbol negocio está matando a tu fútbol?
Es muy difícil de analizar. Ha cambiado todo tanto. Cambió sobre todo a raíz del dineral que se empezó a mover con las televisiones. Se han mejorado muchas cosas, por ejemplo, con la Real me quedo alucinado de los medios de los que dispone ahora, las instalaciones, los trabajadores… Esas cosas han mejorado mucho pero hay otras como los horarios que no me gustan nada, me da la sensación que eso está haciendo daño al fútbol porque los más jóvenes no pueden ir al estadio. Me gustaría que hubiera horarios más unificados como sucede en la Premier: saber cuándo va a jugar tu equipo con antelación y que lo haga en horarios más normales. Sobre todo pensando en la afición joven, que es el futuro. Cuando juegas un partido un lunes a las 21h es muy difícil que se aficionen.
¿Crees que se puede volver a soñar con una Real peleando por alguna Liga?
Para mi no hay imposibles, casi todo o todo se puede lograr. Pero está claro que la Liga hoy en día no está al alcance de un club como la Real. La acaparan Madrid y Barça y de vez en cuando un Atlético o ahora el Valencia que está haciendo las cosas bien. Para el resto de equipos es muy difícil por la estructura que hay. La Europa League o la Copa son otra historia y hay que pelear por ellas. Aunque por la Liga también hay que pelear porque nunca se sabe: imposible no hay nada. Por ejemplo, mira el Valencia, habiendo hecho un cambio radical de la plantilla, está ahí, segundo.
¿Aceptarías que entrara dinero en el club y así poder hacer fichajes que permitieran aspirar a títulos en detrimento de la esencia de Zubieta? Precisamente, al Valencia le ha pasado algo así.
Yo lo tengo muy claro: pan para hoy y hambre para mañana, no. Aunque tuvieras mucho dinero, acertaras, lo hicieras todo muy bien y consiguieras ganar una Liga, yo no lo cambio por una trayectoria natural que tiene que tener la Real. Hay que potenciar la cantera. Ya hemos visto en este mismo club que otras formas no son válidas y que hay que apostar por Zubieta. No siempre los chavales que salgan van a ser de primer nivel pero hay que tener paciencia con ellos, hay que invertir en ellos y de esta forma que quieran quedarse aquí. Eso es lo único que nos puede dar una regularidad. Lo otro sería muy bonito pero duraría muy poco y al final volveríamos, como nos pasó hace poco, a Segunda División y a ser un club casi irreconocible. Mi modelo es el de potenciar Zubieta: creo que la Real tiene que ser así siempre.
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