España y China se ven las caras en un partido decisivo después de un balance de una victoria y una derrota en los dos primeros partidos del Mundial
Llevamos unos cuantos días de Mundial y los sentimientos son tan intensos como efímeros. España y China. China y España. Trayectorias idénticas. Caminos unidos que desembocarán en el Stade Océane. Las nuestras se comieron el cielo con la euforia histórica de la primera victoria y, pocos días después, sufrieron la amarga resignación de la derrota. Aquel partido contra Alemania fue como una discusión entre padres e hijos. No importa que los vástagos expongan los mejores argumentos y tengan toda la razón del mundo, siempre se impone la palabra autoritaria de la experiencia que, por otro lado, pocas veces concede.
China, en cambio, hizo el sendero del revés. Cayeron dolorosamente en el primer partido en una metáfora idéntica a la española. Y, de la misma manera que sus homólogas europeas, sortearon el segundo escollo del campeonato con relativa tranquilidad. El partido ante Sudáfrica estaba marcado en rojo, como si de un paseo militar se tratase. El día en el que el combinado asiático debía demostrar al resto de selecciones de lo que eran capaces. También las chinas reventaron las siempre alegres coreografías sudafricanas.
Precedentes muy similares que nos conducen hasta la tercera jornada. Tres puntos para cada equipo, la segunda posición en juego y un objetivo en mente: seguir pisando fuerte por los lares franceses. El camino se estrecha en esta última cita de la fase de grupos y tan solo dos selecciones pueden continuar adelante. Alemania ya se adelantó a ambas y diseñó su propia ruta. En cambio, chinas y españolas todavía tendrán que afinar la brújula si no quieren bajar al barro del tercer puesto.
Es cierto, aun así, que los cambios de normativa establecidos por la FIFA permiten que las cuatro mejores ‘terceras’ de la fase de grupos se clasifiquen y eso resta bastante dramatismo al partido, sobre todo teniendo en cuenta que ambas han ganado un choque y no sería complicado que consiguiesen la plaza a través de esta curiosa repesca.
En cualquier caso, España es consciente de que un punto echa a las chinas del camino de la clasificación directa. Mejoran a las asiáticas en cuanto a diferencia de goles y, además, los tres tantos que sumaron ante una Sudáfrica desahuciada colocan a las nuestras por delante en tantos a favor. Ahora bien, ingenuo aquel que piense que el lunes tenemos un paseo de domingo con las manos en la espalda. Menos, cuando te rodean las ‘Rosas de Acero’ (mote con el que se conoce en su país al combinado femenino chino).
“Cuando no sabes por qué has perdido, porque todo lo que has hecho, lo has hecho bien, entonces vas por buen camino”
En estos dos primeros partidos del campeonato, China se ha definido como un combinado feroz y muy peligroso. Y no precisamente porque sus futbolistas sean portentos físicos. Más bien al contrario. Tratan el balón con rapidez y verticalidad. No les va demasiado eso del fútbol reposado y de posesión. Son picotazos constantes; por el centro, por las bandas, entre líneas. Y todos y cada uno de ellos, muy molestos para los rivales.
No dan respiro e intentan desordenar a los equipos rivales. Cuando los rivales salvan la primera estocada se percatan de que ya hay otra futbolista vestida de rojo tratando de perforar otra línea rival. Contra Alemania lo consiguieron en muchas fases del partido y merecieron una recompensa mayor. Contra Sudáfrica, a pesar de ganar por la mínima, dieron una sensación de control absoluto. Hasta en dieciséis ocasiones probaron el disparo a puerta por cinco del combinado africano.
Sin embargo, tampoco estará tranquila la selección asiática. Conocen el juego de las nuestras y a buen seguro lo tendrán bien estudiado cuando arranque el encuentro. Pero hay algo que ningún equipo puede controlar y es la luz que irradia nuestro combinado. Difícil de describir pero algo se viene percibiendo en el ambiente desde que España comenzó esta andadura. Es la alegría que transmite su juego. Es el descaro de cada una de las jugadoras con las botas cargadas de confianza. Parece que no les preocupe el rival que tienen delante y se sienten superiores en cada uno de los momentos.
Perseverantes y resilientes, remontaron un partido que se había complicado. En aquel primer duelo, todo un país pudo comprobar el empoderamiento de Lucía García, una de las sensaciones de ese torneo. Con el pitido final del encuentro ante Alemania, las españolas fueron contundentes: “La cabeza bien alta. Hemos plantado cara a una de las grandes favoritas”, espetaron tras caer ante las teutonas. Unas declaraciones que, llevándome al bagaje personal, me hicieron recordar las palabras de un icono de este deporte como Xavi Hernández. “Cuando no sabes por qué has perdido, porque todo lo que has hecho, lo has hecho bien, entonces vas por buen camino”, afirmó en Informe Robinson tras ganar la Copa del Mundo.
Y en ese camino se deberán mantener las españolas para alcanzar su objetivo. Si echan la mirada atrás se darán cuenta de la cantidad de tropiezos y arañazos que decoran la historia del fútbol femenino en nuestro país. Pero si sonríen y miran hacia adelante vislumbrarán las grandes noches que les quedan por vivir.
Dos caminos paralelos se unen en el último partido de esta fase de grupos. Nadie acaricia la gloria sin haberse lamido las cicatrices. No ha sido un trayecto fácil ni justo para ambas selecciones pero el destino ha querido que el paralelismo de los trayectos confluya en el estrecho paso de la clasificación. Pues que echen a andar.
Foto de portada: Iberdrola