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Toni Mejías: “Es imposible escapar del fútbol”

Enormes contradicciones y una gran nostalgia, esto es lo que le provoca el balompié moderno a una de las voces de Riot Propaganda y de Los Chikos del Maíz

Charlamos durante 54 minutos que se consumen como si fueran un instante. El tiempo, efímero, no perdona y avanza imparable. Lo cierto es que, parafraseando a Amélie Poulain, no es una buena época para los soñadores y para los raperos, pero Toni Mejías (Benetúser, 1984), una de las voces de Los Chikos del Maíz y de Riot Propaganda, continúa utilizando la música para alzar la voz y para intentar cambiarlo todo. Tal y como canta él mismo en El peso del tiempo, “todavía me niego a envejecer. Con la sonrisa de un niño y aún tanto por hacer. Un mundo por recorrer, un futuro que conquistar”.

Con todo, conversar con Toni, un tipo que es de izquierdas incluso para sujetar el micro con el que proclama que “no nacimos para resistir, nacimos para vencer” y que lleva tatuado el Guernica de Pablo Picasso en un brazo y el rostro de una luchadora antifranquista en el otro, te hace constatar que el fútbol, una de sus grandes aficiones, es como un juguete roto al que ve con nostalgia. En los últimos años el pueblo ha perdido muchas cosas, y la esencia del fútbol, pervertida y maltratada continuamente a base de billetes, es una de ellas. Aun así, a pesar del evidente desencanto con un balompié irreconocible, admite que no es posible alejarse de él. “Es imposible escapar del fútbol”, reconoce el cantante valenciano, asumiendo con una sonrisa triste las grandes contradicciones que provoca el fútbol moderno entre quienes defienden las ideas de izquierdas. La suya puede parecer una posición de debilidad, y quizás efectivamente lo sea, pero en este mundo de zombis alineados deambulando en los escaparates, de modernos primates dirigidos por control remoto, de plástico y maniquís, puede que lo más valiente sea emular a Toni Mejías y a André Gomes: quitarse la careta, aceptar las propias inseguridades e intentar utilizarlas como trampolín para continuar andando.

En la parte final de Defensa de la alegría, Los Chikos del Maíz reproducen un fragmento de Por qué cantamos de Mario Benedetti, un poema en el que el célebre autor uruguayo aseguraba que “si estamos lejos como un horizonte, si allá quedaron árboles y cielo, si cada noche es siempre alguna ausencia y cada despertar un desencuentro; usted preguntará por qué cantamos. Cantamos porque el grito no es bastante y no es bastante el llanto ni la bronca. Cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota. Cantamos porque llueve sobre el surco y somos militantes de la vida, y porque no podemos ni queremos dejar que la canción se haga ceniza”. Toni sigue cantando, también, porque aún sueña con que el mundo sea un lugar mejor para todos y con que el fútbol, “como decía Valdano, la cosa más importante de las cosas menos importantes”, vuelva a ser lo que un día fue. Y es que quizás el miedo nunca cambie de bando, y quizás los que siempre han ganado continúen ganando eternamente, pero Toni es de los que apuestan por mantener el puño en alto, por aguantar el chaparrón como sea y por continuar sonriendo desde el barro, que eso también les jode.

El día que empecé a preparar esta entrevista fue el mismo en el que falleció un ertzaina por los enfrentamientos entre los ultras del Athletic Club y el Spartak de Moscú; el mismo en el que, cuando fue preguntado por la relación entre Fernando Torres y el ‘Cholo’ Simeone, Vitolo respondió: “No somos mujeres como para ir metiendo cizaña”. Tal y como cantáis con Riot Propaganda en Plata o plomo, “el mundo continúa siendo un manicomio”.

El fútbol es un fiel reflejo de la sociedad. Es el deporte de masas, el más seguido, y también es el que mejor refleja cómo es una sociedad en la que el fascismo y el machismo continúan estando muy presentes. Al final, el fútbol no puede escapar de lo que es la sociedad. Lo bueno es que Vitolo tuvo que rectificar y que en el Frente Atlético y en otras graderías se está intentando empezar a expulsar a los fascistas violentos. Empieza a haber algunos cambios que espero que vayan para adelante.

Empecemos fuertes. ¿Odio eterno al fútbol moderno?

Sí… Pero es que tampoco puedes escapar de él. Es que si te plantearas todas las cosas que hay alrededor del fútbol no lo verías. Por ejemplo, aunque trabajo de músico, yo soy periodista titulado y este mundo me interesa mucho… Todo lo que ha perdido el periodismo deportivo durante estos años es tremendo, y creo que es uno de los grandes culpables de cómo se ve el fútbol actualmente y de cómo se vive, de la tensión y del odio que se genera, del hecho que la gente no pueda ver ni respetar a un jugador que no es de su equipo. Y, además de la gran parte de culpa que tiene el periodismo, también están los negocios que se hacen en los palcos entre políticos y empresarios, los fichajes millonarios que están cerrando los jeques árabes y rusos… Sí, el fútbol se está deteriorando muchísimo. Al final, intentas quedarte un poco con lo que sucede en el campo, disfrutar de los buenos jugadores y ser consciente de esas contradicciones con las que convivimos. Vivimos en una constante contradicción de la que no podemos escapar. Sufrimos el odio eterno a lo que es hoy el fútbol y a los negocios que se mueven alrededor de él, pero nos gusta y seguimos disfrutando del juego.

 

“Vivimos en una constante contradicción de la que no podemos escapar. Sufrimos el odio eterno a lo que es hoy el fútbol, pero nos gusta y seguimos disfrutando del juego”

 

Del Levante. ¿Por qué?

Realmente, yo no soy del Levante de cuna. De hecho, tengo que reconocer que de joven era del Valencia. Lo fui durante mucho tiempo, pero en la adolescencia me desentendí bastante del fútbol. Cuando volví a él, empezaba la etapa Ronaldinho y me comenzó a gustar el Barcelona porque me encantaba lo que veía. Y luego también empezamos a juntarnos con amigos que eran abonados del Levante para ir al Ciutat de València. Es un campo pequeño, con una afición distinta y un ambiente agradable, en el que se ve un fútbol un poco más a la vieja usanza. Empezó así: poco a poco, yendo a los partidos por ir, como por una especie de hobby. Ya llevo siete años siendo abonado y la verdad es que ahora sí que puedo decir que soy del Levante. Y, de hecho, ahora al Valencia le tengo bastante tirria por los Yomus y por todo lo que lo rodea a nivel político y empresarial. Está claro que en todos los equipos hay gente maravillosa, pero es así… Es raro, porque decía Galeano que uno puede cambiar de partido político y de mujer, pero que nunca puede cambiar de equipo de fútbol; y yo lo he conseguido.

¿Pones en duda a Galeano?

[Ríe]. Sí, sí, lo he contradicho… Es verdad que es algo muy extraño, pero es así: ahora no siento ninguna simpatía por el Valencia. De hecho, como decía, me da bastante tirria. 

Ahora casi todos los niños son del Barcelona o del Real Madrid, pero el sentimiento de pertenencia a un club más modesto y más cercano seguramente es inigualable. “Qué grande es ser pequeño”, escribiste hace unos meses, tras el empate del Levante en el Santiago Bernabéu en la tercera jornada de liga…

Joder, es que esa sensación… Ahora, hace poco, también empataron en el Ciutat de València. Yo estaba en el campo, y la verdad es que es una satisfacción enorme. No creo que el Levante gane nunca una Champions League y esté ahí para verlo, pero esto también es una satisfacción enorme… Es que uno del Madrid vale más que toda la plantilla del Levante. Claro, tú no sales en los medios de comunicación, y entonces es como: ‘Ahora vais a hablar de mí porque he conseguido empatar con el equipo de vuestros amores’. Al final, el Levante también es un club que tiene sus intereses económicos y políticos, y está claro que los que están en el campo tampoco son unos muertos de hambre, pero es como una manera de identificarte con algo más cercano a tu forma de entender y de ver el fútbol.

Acostumbrados a las derrotas cotidianas del día a día, empatar con el Real Madrid o el Barcelona es como una pequeña victoria para los aficionados de los equipos más humildes…

Claro, esos son los partidos que he vivido con más emoción. Recuerdo que hace 4 o 5 años ganamos al Madrid por 1-0 y, en el minuto 90, Ballesteros, a pesar de estar medio lesionado, le ganó una carrera a Cristiano Ronaldo. La grada enloqueció, el defensa que era como el estandarte y el alma del equipo le había ganado una carrera a uno de los mejores jugadores del mundo. Se vive de otra manera, aunque también es cierto que nadie escapa de lo que es el fútbol moderno. Ahora, con los malos resultados de esta temporada, la gente pita y cantaba ‘Muñiz, vete ya’. Estamos en Primera, que a lo mejor ni siquiera es donde debería estar el Levante por aspectos económicos y por trayectoria histórica, así que disfrutad. Y si bajamos, pues ya animaremos para volver a subir.

“Creo que nos mantendremos en Primera. Aunque tampoco me importa mucho, la Segunda tiene su encanto. Y así si subes, pues celebras algo”, decías en una entrevista de 2014, cuando el Levante también luchaba para no perder la categoría…

Es que estar en Primera es un premio. Sí, yo también quería que se fuera Muñiz para ver si así había un cambio de dinámica, pero yo que sé… Es que a mí eso de pitar y de sacar pañuelos me parece muy absurdo. Yo no quiero sentir que tengo poder de influencia para que despidan a una persona. Yo disfruto del partido, y si perdemos nos vamos al bar, nos tomamos una cerveza y ya está. No voy a amargarme por un partido de fútbol, que hay cosas mucho más serias.

 

“No voy a amargarme por un partido de fútbol, que hay cosas mucho más serias”

 

La última en clave Levante. Por pura curiosidad, ¿de dónde nace tu admiración por Sergio Ballesteros?

Es que tú lo veías y no parecía futbolista. Es un tío gigante que de lejos parecía que estuviese gordo y pesado. No sé qué piensa políticamente, no sé si incluso estará liado con eso del amaño del partido contra el Zaragoza… No es una admiración personal, es a nivel futbolístico: era como un antihéroe. Antes sí que había más jugadores de este tipo, Ballesteros era como el último romántico en aquella época en la que todo ya estaba cambiando.

Hablemos del Rayo, tu segundo equipo. ¿Qué tiene Vallecas?

La grada del Rayo sigue siendo un sitio en el que se denuncian las injusticias sociales. Aunque esté en manos de quien está, la afición mantiene su esencia de barrio, de equipo pequeño frente a dos poderosos como el Madrid y el Atlético, e intenta utilizar el fútbol como una herramienta para construir un mundo mejor y una sociedad más justa. Esto es lo que refleja Vallecas, y por esto luego tiene todo lo que tiene detrás: muchísimas multas, muchos juicios y la mierda que les echa la prensa a los Bukaneros. Es tremendo, porque el Frente Atlético, los Ultras Sur, los Boixos Nois y muchas otras aficiones son lo que son, pero no sufren la presión que sufren los Bukaneros. Es un poco lo mismo que sucede en el resto de la sociedad, que la libertad de expresión existe para determinados grupos. No digo que sean monjas de caridad ni mucho menos, pero, mientras el fascismo continúa campando tranquilamente por el mundo del fútbol, las aficiones de izquierdas sufren una persecución brutal.

 

“Mientras el fascismo sigue campando tranquilamente por el mundo del fútbol, las aficiones de izquierdas sufren una persecución brutal”

 

“Soy Rosa Parks gritando ‘basta’ desde primera fila”, cantabas en La estanquera de Saigón¿Esto es lo que representan los clubes como el Rayo Vallecano, el Sankt Pauli o el CAP Ciudad de Murcia en el mundo del fútbol?

No diría que son clubes perfectos porque seguro que tienen sus errores, pero son modestos y tienen ese encanto que hace que mucha gente los vea como un ejemplo a seguir. Utilizan su pasión por el fútbol para hacer de altavoz para las luchas sociales, y creen que el fútbol tiene que ser para los socios y para los aficionados, que tiene que ser algo que le dé vida y futuro al barrio y no solo a los empresarios que manejan al equipo.

Estos clubes y aficiones humildes son una cara de la moneda. La otra, la menos amable, es la del fútbol como el nuevo opio del pueblo, como legitimador de dictaduras y adalid del capitalismo más feroz…

Quien tiene el poder es el que manda, quien tiene el poder es el que puede llevar camisetas de Qatar Foundation y hacer negocios con esos países y que no pase nada. Y quien tiene el poder es quien utiliza a los medios de comunicación y los partidos políticos para blanquear todo esto. Igual que hay jugadores y entrenadores que se van a Catar y dicen: ‘No, aquí se vive bien si no te metes en problemas’. A Xavi Hernández, por ejemplo, yo le tengo un respeto enorme como futbolista, pero hace algunas declaraciones sobre ese país… Es una pena, porque estos clubs no solo utilizan el poder para lograr todos los títulos y estar por encima del resto de equipos, sino que también lo hacen servir para legitimar dictaduras o para legitimar que en sus palcos se cierren negocios. Y después aún te dicen que no hay que mezclar el deporte con la política. Es que volvemos a caer en lo mismo, en que es una mierda y en que, si te lo pensaras bien, apagarías la tele y no volverías a ver un partido de Primera División en la vida, pero… ¿Cómo escapas de eso si te gusta el fútbol? ¿Y cómo escapas de comprar en ciertas tiendas? ¿Y cómo escapas de comer en determinados sitios? Tienes que intentar denunciarlo, pero es muy difícil escapar…

En una entrevista de hace unos meses asegurabas que “cuando existe un conflicto social como el que existe en el Estado español, y es algo tan latente y visible, si no te posicionas te estás posicionando a favor del discurso dominante”. Sin embargo, ¿cuántas veces has escuchado que el fútbol y la música no se deben mezclar con la política?

Es que eso lo dicen los que más mezclan el fútbol o la música con la política. Creo que todo lo que sea tomar partido es política. Ahora, por ejemplo, algunos dicen que la manifestación del 8 de marzo no era una manifestación política… ¿Desde cuando hay manifestaciones no políticas? Al final, lo hacen para intentar quitarle valor a las reivindicaciones. Desde el statu quo se dice que el fútbol no se debe mezclar con la política para que la gente lo asuma y lo interiorice, para intentar frenar cualquier reivindicación. Pero es que es lo mismo que hacen cuando dicen aquello de ‘todos los partidos iguales’, que a ellos les interesa que la gente se lo crea para que equipare que en Valencia hayan puesto un carril bici con que antes el Partido Popular robara millones. No se puede mezclar el deporte con la política si pitas el himno de España, pero luego el Barcelona o el Athletic Club van a cualquier campo del país y les reciben con banderas de España, les cantan ‘viva España’ y les gritan cánticos contra Cataluña o el País Vasco. Ellos lo que no quieren es que se mezcle el deporte con la política que no les gusta, esto es lo que les interesa: que no existan protestas contra el Rey, que no existan protestas a favor de la independencia de Cataluña, que no existan protestas contra los desahucios y el racismo.

 

“Desde el statu quo se dice que el fútbol no se debe mezclar con la política para que la gente lo asuma y lo interiorice, para intentar frenar cualquier reivindicación”

 

Con todo, desde la izquierda y desde el mundo de la cultura siempre se ha acostumbrado a mirar al fútbol con una cierta superioridad moral, como si fuera algo demasiado terrenal…

Claro que a mucha gente la distrae, pero igual que la puede distraer otro tipo de expresiones culturales. No creo que el fútbol sea el culpable de los males de la sociedad ni mucho menos. Está claro que queda muy bien decir eso de ‘yo odio el fútbol porque es el opio del pueblo, porque es todo negocio y dinero, porque son unos millonarios dando patadas a un balón’. Puede que tengan razón con todo eso y es cierto que hay muchas contradicciones en ver fútbol, pero creo que no es acertado señalarlo como el principal culpable de todos los males. Al final, si intentas quedarte con lo que viene a ser la esencia del deporte y huir un poco del negocio y del fanatismo tampoco está tan mal.

Continúa…

Yo cuando acabo de ver un partido de fútbol, apago la tele y me pongo a hacer otras cosas. El fútbol no me tapa que ha habido una reforma laboral, que hay millones de mujeres que han salido a la calle durante estos días y que la crisis económica sigue existiendo. Los medios de comunicación y los partidos políticos intentan cegarte con elementos como el fútbol para que no veas el problema real, pero el fútbol distrae a quien quiere que le distraiga. No creo que sea más tóxico que otras aficiones.

 

“El fútbol distrae a quien quiere que le distraiga”

 

Abramos un último melón. Tal y como está el mundo del periodismo, no parece una idea demasiado buena meterse ahí ahora mismo…

[Ríe]. Es que además yo empecé la carrera con 25 años, ya siendo consciente del error que era meterse ahí, pero bueno… Cuando empiezas la universidad a cierta edad ya no te cuela el discurso ese de: ‘Estudia algo de provecho, estudia una carrera con futuro’. Quizás no fue la mejor decisión, pero en aquel momento sentí que era la decisión que tenía que tomar. No puedes moverte siempre por la economía, a veces hay que ser un poco romántico. Siempre me ha gustado y siempre me ha interesado mucho el periodismo. Todavía no he empezado a ejercerlo, porque tengo otras obligaciones profesionales que no me han impulsado a hacerlo, pero sigo pensando que en algún momento centraré mi vida en el periodismo.

Con todo, parece innegable que el periodismo y el periodismo deportivo no viven su época más gloriosa…

Yo no puedo con El Chiringuito, con los Jugones, con Deportes Cuatro y con Los Manolos… Es que no puedo, no veo ningún programa de este estilo porque me generan aversión al fútbol. Joder, es un deporte que me gusta y que me ha gustado siempre, pero es que te generan un conflicto interno de pensar: ¿De verdad me gusta esto? ¿De verdad hago bien apoyando esto? Me produce dolor de estómago. Es que es muy vomitivo todo, es muy lamentable. Igual que los periódicos deportivos. Es que no se libra casi ninguno, son todos iguales… Y eso también se extiende a gran parte de la prensa generalista.

“Creerte clase media y eso no existe, como en democracia occidental el periodismo libre”, cantáis con Riot Propaganda en Cambiarlo todo

Ahora los medios de comunicación son pequeñas partes de un cúmulo de empresas que tienen intereses en muchos sectores. Es que es imposible que en estos medios exista libertad cuando tienes empresas, instituciones o equipos de fútbol a los que no puedes criticar porque sino te cortan el grifo. Sí que existen los medios pequeños como eldiario.es o La Marea, pero claro… ¿Qué influencia tienen? Tú sigues a La Marea, y sigues a los cuatro periodistas de La Marea. Los lees y piensas que todo el mundo lo hace, pero al final somos cuatro que nos vamos retroalimentando entre nosotros. Es como cuando abres Twitter y dices: ‘¡Buah! La tercera república está aquí e Izquierda Unida va a ganar las elecciones generales con mayoría absoluta’. Luego está la realidad, que es que tú le preguntas a tu padre por La Marea y no tiene ni idea de lo que le hablas. ¿El periodismo libre existe? Sí, mientras no sea peligroso. Si La Marea consiguiera cierta repercusión y cierto poder ya habría quien le cortaría el grifo. El periodismo mayoritario, el periodismo generalista y de masas, no es libre en Occidente.

 

“El periodismo mayoritario, el periodismo generalista y de masas, no es libre en Occidente”

 

¿Denunciar las injusticias desde un periódico o desde un escenario?

Yo preferiría hacerlo desde un periódico, pero porque creo que le aportaría mayor seriedad y mayor amplitud de target. Son apartados distintos, pero creo que son compatibles.

Y desde un campo de fútbol, ¿por qué nadie lo hace?

Pero es que esta semana lees la noticia de Guardiola y el lazo amarillo… Primero le abren un expediente, luego lo comparan con el ISIS y con la esvástica y ahora le ponen una multa. Que para él son migajas, porque Guardiola 22.000 euros igual los gana en una mañana, pero al final consiguen que la gente lo vea mal y que lo señale, como si de verdad fuera como la esvástica o como el ISIS. Y eso es lo grave… Años atrás aquí ya pasó algo parecido con lo de Kanouté y Palestina. Es que en el fútbol español ahora mismo casi no existe la posibilidad de que reivindiquen alguna cosa porque dentro de los poderes… ¿Quién está al mando de la liga española?

Un tipo que ha llegado a decir que a veces echa de menos un Le Pen a la española…

¡Y que viene de Fuerza Nueva! Los clubes no quieren problemas, lo que quieren es mantener su negocio. Y los jugadores igual, porque saben las consecuencias que les puede acarrear. Mira a Piqué, que solo ha pedido que se vote y se le persigue por ello. La gente le odia y le grita, y todo esto al resto de los jugadores les genera un sentimiento de: ‘Yo paso’. Nosotros tenemos algún seguidor en Primera División, pero estoy seguro de que nunca harían una reivindicación en un partido de fútbol. Escuchan nuestras letras, pero saben que hacer algo les repercutiría de manera negativa en su carrera o en su persona. Y claro, supongo que están en su derecho de anteponer el pan a hacer una protesta.

En las primeras líneas de una entrevista con el cantante de La Raíz Pablo Sánchez, tu primer trabajo periodístico en Público, aseguras que “cuando se baja el telón y se apagan los focos, la purpurina se desvanece y el artista se humaniza, con sus miedos, sus penas, sus alegrías y sus retos”. Es de suponer que a los futbolistas les sucede lo mismo, pero hoy parecen dioses muy lejanos de los que les apoyan desde las gradas. Parecen seres que están por encima del bien y el mal con los que los aficionados ya no tienen ninguna relación…

Los futbolistas de los equipos grandes viven completamente alejados de la realidad. No tienen ningún tipo de cercanía con el pueblo ni con la realidad social. Y luego, en equipos más pequeños como el Levante, de un año a otro igual cambian 20 jugadores y casi nunca llegan a asentarse. Vienen aquí porque es la liga española, pero no conocen la historia del club ni la de la ciudad. Es que, al final, son gente que tiene un dineral en su cuenta del banco y que nunca va a comprender lo que siente el pueblo en el aspecto económico.

La Raíz, Zoo, Los Chikos del Maíz, Riot Propaganda… Quizás no es el objetivo principal, pero con vuestras letras empoderáis al público y le descubrís nuevas realidades.

Es muy difícil medir el alcance y la influencia que tienes realmente, pero sí que creo que puede servir. Es un estilo de música que conecta mucho con la gente más joven. Cuando tienes 14 o 15 años, leerte El Estado y la revolución no es lo más sencillo, así que nuestra música puede ser una primera conexión con la política. Mucha gente nos ha agradecido el haberles introducido en la vida política, el haberles descubierto un libro o una película, y eso es lo que más te emociona. Aunque es cierto que tampoco creo que tengamos tanto poder como algunos se quieren creer, porque si no las cosas estarían de otra forma.

“Una revolución sin baile no es una revolución que merezca la pena”, decía Emma Goldman. Reivindicar y molestar al poder, pero hacerlo siempre con humor y con una sonrisa…

Todo es más sencillo desde el humor, desde la ironía, desde la fiesta. No podemos estar siempre encerrados en libros, encerrados en ‘la sociedad está mal, voy a quedarme en mi casa’. Porque no, porque es lo que quieren ellos: que estemos amargados, que estemos tristes y serios, que sintamos que estamos perdiendo. También necesitamos tener el ánimo para cambiar las cosas, ese ánimo para seguir luchando desde distintas vertientes. Y salir a bailar una bachata también tiene su parte reivindicativa. Tenemos que contestarles desde la consciencia… Pero si puede ser con una sonrisa o apretando los dientes, mejor. 

Admitir que todo está hecho trizas, pero sonreír y salir a darlo todo en el concierto. Y el domingo, sentarse a ver fútbol.

Sí… Es que vives en constante contradicción, incluso con letras tuyas anteriores y con cosas que has dicho en el pasado. Porque la vida es evolución. La vida es cambio y es estar en constante aprendizaje. En definitiva, vivir es tener contradicciones continuamente, sobre todo cuando vives en una sociedad capitalista de la que no puedes escapar. Y sí, esta tarde me pondré el Levante. Y sí, el miércoles me pondré el Barça – Chelsea y veré a un jeque ruso como Abramovich en el palco y a futbolistas que cobran 50 millones de euros al año y que llevan publicidad de países poco democráticos en el césped. Me gusta el fútbol, pero tengo que aceptarlo así y no puedo decir que vivo al margen del negocio porque es imposible hacerlo.

A Sabina le gustan los toros, que creo que es mucho peor.