1982 fue un año de tinieblas en Polonia: la ley marcial, la censura, las tropas en las calles, las cárceles llenas de miembros de la oposición política… Pese a todo, los polacos encontraron un hilo de esperanza viendo en el televisor a su selección compitiendo en el Mundial ’82, disfrutando de los goles marcados por Boniek y Smolarek, la extraordinaria agilidad de Lato, Kupcewicz y Buncol y los espectaculares paradores de Młynarczyk. Sólo eran 90 minutos, pero aquellos eran los únicos instantes en los que conseguían olvidar la dura realidad de sus vidas. Mediante la combinación de una impresionante variedad de imágenes de archivo con entrevistas actuales y escenas de animación, Mundial. The Highest Stakes, uno de los documentales seleccionados en la sección oficial del OffsideFest 2015 conjuga la fascinante relación, hasta ahora jamás contada, entre fútbol y política en uno de los períodos más oscuros de Polonia. Jaume Abella nos descubre más detalles del film a través de su entrevista al director Michal Bielawski.
– ¿Qué significa para ti el fútbol?
De pequeño, el fútbol significaba muchísimo para mí. De aquella época recuerdo el hambre que sentía por todo lo que era “normal”. Pero la “normalidad” de la República Popular de Polonia de los años 80 era grisácea. Todo estaba uniformado e imperaba el pensamiento único. Por ello, pensábamos que lo “real” y “normal” solo existía en otros países, en los de la Europa occidental y los EE.UU. En la Polonia de los 80, nuestra única ventana al mundo era cuando en televisión retransmitían acontecimientos deportivos internacionales como los Mundiales, y veíamos imágenes de un mundo feliz representado por todo lo que estaba prohibido aquí: ropas diferentes, espectáculos sin censura… Ya en la década de los 70 nuestra selección de fútbol fue capaz de plantar cara a ponencias como Brasil, Alemania o Inglaterra. Y en 1980, en los juegos Olímpicos de Moscú, el saltador de pértiga Kozakiewicz elevó su actuación a otro nivel, una mezcla de expresión de libertad personal y orgullo nacional. Así, durante mi infancia (en 1982 tenía 7 años), el fútbol y resto de deportes alimentaron mi imaginación. Tanto que, tras el Mundial del ’82, jugué a fútbol durante unos 5 años persiguiendo ese sentimiento de libertad. Actualmente es un poco diferente. Sigo los partidos de la selección polaca y no me salto los encuentros más importantes de la Liga de Campeones, pero no puedo evitar sentir que todo se ha comercializado en exceso. El fútbol todavía tiene su magia, pero una parte de ella, para mí, reside en esa faceta más sentimental y nostálgica.
– ¿Fue ese sentimiento el que te impulsó a rodar Mundial. The Highest Stakes?
Escribiendo el guión para una película de ficción sobre el movimiento Solidaridad, di con las memorias de un preso político encarcelado en algún lugar de Polonia durante la ley marcial, que perduró desde diciembre de 1981 hasta noviembre de 1982. En ese diario encontré una frase que decía algo así: “El mando de nuestra prisión nos dijo que si no nos portábamos correctamente, no nos permitiría ver el Mundial, lo que provocó una discusión entre nosotros, los presos. Algunos preferíamos ver los partidos, otros boicotear el Mundial”. Rápidamente percibí que ahí había una gran historia que no podía dejar escapar. Aquel relato me permitía trazar una nueva visión sobre la ley marcial, explorando el contexto político que rodeó la selección de Polonia en el Mundial ’82 y retratar el estado de ánimo de la sociedad polaca en aquella época. Así mismo, el de 1982, también fue el primer Mundial que vi por televisión, por lo que, durante el proceso de creación del documental, me embargaron muchísimas emociones. Recuerdo que seguía todos los partidos de todos los grupos, los resultados… Mis amigos y yo, todos queríamos “ser como Boniek”. Debo confesar que rodar el documental, entre muchas otras razones, fue una excusa para tener la oportunidad de conocer a mis héroes de infancia.
– ¿Tomaste como referencia e influencia algún otro documental sobre fútbol cuando empezaste a rodar Mundial?
La verdad es que antes de empezar a rodar vi muchos documentales sobre fútbol y deportes de equipo, y me gustaron especialmente dos: One Night in Turin y Los dos Escobar. Una vez terminado el rodaje de Mundial vi The Last Proletarians of Football, sobre el IFK Goteborg de los 80, que me pareció fantástico, muy cercano a la idea que tengo de qué debe ser un documental deportivo. Pero mi principal influencia a la hora de rodar Mundial fue Man on wire, sobre el funambulista Philippe Petit y su paseo en la cuerda floja entre las Torres Gemelas de Nueva York el 7 de agosto de 1974. Rezuma una dramaturgia intensa y la historia se presenta a modo de un buen thriller de acción. También fue muy inspirador Soundtrack for a Revolution, un documental sobre el movimiento de los derechos civiles en los EE.UU. presentado a través de la música soul.
– Mundial es tu opera prima como director. ¿Cómo resultó la experiencia?
Toda producción tiene sus dificultades y contratiempos. En el caso de Mundial, el primero y más destacado es que tanto mis productores como yo mismo debutábamos, por lo que fue complicado encontrar socios que financiaran el proyecto. Y una vez empezamos el rodaje, descubrimos que muchos archivos de la televisión polaca, habían desaparecido antes de 1989. Fue muy complicado, por ejemplo, encontrar una copia de la retransmisión, censurada y modificada, del partido Polonia-URSS. Aun así, ese proceso de investigación y búsqueda fue fantástico, más cuando nos topamos con algún material que no había sido editado en la época. Cuando eso sucedía, la felicidad y alegría eran máximas.
De pequeño, el fútbol significaba muchísimo para mí. De aquella época recuerdo el hambre sentía por todo lo que era “normal”. Pero la “normalidad” de la República Popular de Polonia de los años 80 era grisácea
– Hay algunas escenas de animación en el documental. ¿Es consecuencia de esa falta de archivos?
Las animaciones no entraban en el plan inicial de la película. Para aquellas partes de las que no disponíamos material de archivo, la idea original era rodar recreaciones. El problema fue que eso disparaba muchísimo el presupuesto, por lo que finalmente optamos por las animaciones. Por suerte, tengo diversos amigos que trabajan en este mundo e hicieron unas secuencias animadas extraordinarias, tal y como yo las imaginaba. Creo que, aunque de casualidad, el resultado final de combinar secuencias reales con dibujos animados ha funcionado muy bien, otorgándole cierto aire… pop al documental que compensa un posible exceso de carga dramática.
– Hablamos de Mundial como un documental sobre fútbol, pero en realidad este es el catalizador para desarrollar una historia de carácter social y político.
Este era mi objetivo desde el principio. Fútbol y sociedad son los elementos que conforman el documental. Si elimináramos uno de estos elementos, el documental se tambalearía. Creo que en la búsqueda de momentos comunes entre ambos ámbitos es donde reside el interés del documental.
– ¿Fue sencillo para los protagonistas del documental rememorar y retornar a aquella época?
Para algunos fue muy fácil. Para otros, especialmente para los futbolistas, no lo fue tanto. Hay que pensar que muchos de los jugadores de los 80 vivían del apoyo que les brindaba el estado, por lo que, en la actualidad, algunos de ellos se balancean entre la ambigüedad. Lo mismo con los periodistas deportivos de la época. “¿Quieres que aparezca en la película como un periodista del régimen?”, me preguntaban. Tuve esta discusión con muchos de ellos infinidad de veces. Afortunadamente, al final, casi todos decidieron confiar en mí. Eso sí, tuve que prometer los off the record no saldrían del vestuario. Para los presos políticos la situación era diferente, aunque en algunos sentidos también complicada. La mayoría de ellos están cansados del interminable debate sobre la ley marcial en Polonia: ¿Quién fue el culpable? ¿Quién traicionó los principios? Etcétera. Sin embargo, mi enfoque de la historia les pareció muy fresco y por eso aceptaron participar en la película.
– Enfoque que pasa por relacionar fútbol y política. Los hay que piensan que son dos mundos que jamás deberían mezclarse.
No estoy de acuerdo. Recordemos los casos del Mundial en Argentina de 1978 o el “Mundialito” de Uruguay, ambos organizados las respectivas juntas militares. ¿Acaso no había tampoco un componente político en aquel Argentina-Inglaterra de “la mano de Dios” o en muchos de los enfrentamientos entre Polonia y la URSS? Es más, en la actualidad, todos los grandes acontecimientos deportivos, ya sean Mundiales o Juegos Olímpicos subyacen a intereses políticos y a los negocios relacionados. El fútbol, desafortunadamente, ya no es solo una gran diversión sino un ejemplo de consumismo global.
– ¿Qué recuerdo perdura en la sociedad polaca de esta historia?
Son muchos los polacos que recuerdan las victorias de la selección en el Mundial del ’82. No en vano, por segunda vez en nuestra historia quedamos terceros en una Copa del Mundo. Actualmente el movimiento Solidaridad y la historia de la ley marcial están siendo analizados y redescubiertos por los historiadores. En la sociedad, mucha gente recuerda las dificultades de la época y los últimos coletazos del gobierno comunista para mantenerse en el poder. La historia que presento en mi película es muy conocida en Polonia, pero por separado. Todo mi esfuerzo era unir estas dos realidades diferentes, la del fútbol y la de la política, y plasmarlas en una sola historia. He presentado el documental en la gran mayoría de festivales de cine que se organizan en Polonia, y, entre otros, gané el premio del Planete Doc Film Festival, además de cosechar muy buenas críticas en la prensa. También estoy muy contento del eco que ha tenido en Estados Unidos, donde también se ha podido ver en diversos festivales en los que ha sido premiados. Y, aunque suene oportunista, por ser parte importante de la historia, desde que empecé el rodaje, uno de mis deseos era poder estrenar Mundial en Barcelona.
– Deseo cumplido, Mundial es uno de los documentales a concurso de la próxima edición del OffsideFest.
Y espero que el documental guste al público del OffsideFest. Para mí, un festival como el OffsideFest es una gran oportunidad para entrar en contacto con otros cineastas y amantes del cine y del fútbol. Cuando supe de su existencia, me pareció una idea genial, más en una ciudad de la relevancia futbolística de Barcelona. Serán cuatro días fantásticos en los que poder ver documentales y debatir sobre el fútbol como hecho cultural. Porque un festival como el OffsideFest pone de manifiesto que el fútbol también es cultura. Del resto de las películas seleccionadas en la sección oficial, tengo ganas de ver Democracia em preto e branco. Por ahora tan solo he visto el tráiler, pero, partiendo de una historia similar a la de Mundial, me atrapó la conexión que establecía entre fútbol y música. La música puede funcionar como metáfora perfecta de los cambios sociales anhelados por el pueblo.
– ¿En qué otro equipo o jugador te inspirarías para rodar otro documental?
Para un cineasta, el mundo del deporte es una mina repleta de historias interesantes. El problema es acceder a los protagonistas de tales historias. Una de las personas que más me han inspirado recientemente ha sido Andrea Anastasi, hasta hace poco entrenador de la selección polaca de voleibol (y en el pasado también seleccionador español). Me fascinó su personalidad y su modo de entender los mecanismos de trabajo en equipo
– De hecho, tu segunda película, El Equipo, tiene en Andrea Anastasi uno de su protagonistas.
Sí, en agosto estrené en Polonia El Equipo. El documental aborda la preparación de la selección polaca de voleibol para el Mundial que se disputó el año pasado en nuestro país. Tras Mundial y El equipo me han llegado diversas propuestas de documentales deportivos. Sin embargo, creo que voy a alejarme de la temática durante una temporada.