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El eterno retorno

En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver como los jugadores vuelven a los clubes donde alguna vez fueron felices

“Mi doctrina es: Vive de tal modo que llegues a desear vivir otra vez, éste es tu deber, ¡porque revivirás de todas formas!”

Friedrich Nietzsche

 

Also sprach Zarathustra. Ein Buch für Alle und Keinen (en español, Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie), la obra maestra de Friedrich Nietzsche, recoge las principales ideas del filósofo alemán. Lo hace de una forma original y compleja, mediante las reflexiones de un profeta llamado Zaratustra, de ahí viene el nombre del libro, figura inspirada en Zoroastro, fundador del mazdeísmo o zoroastrismo. La primera idea de Nietzsche era dividir la obra en tres partes, pero finalmente se terminó publicando, en 1892, en un único volumen. Zaratustra le sirve a Nietzsche como portavoz y símbolo de las ideas en las que se basa su concepción del mundo; la muerte de Dios, el Übermensch, la voluntad de poder y el eterno retorno. Este último concepto se trata de un método para valorar la vida de uno mismo. Como argumenta el también filósofo alemán Heidegger en el segundo volumen de sus famosas clases sobre Nietzsche, se trata más de una hipótesis que de un hecho y responde a la pregunta: “Si tuviera que vivir esta vida una y otra vez, ¿Cómo lo haría?”. La idea del autor de Así habló Zaratustra está orientada a vivir la vida al máximo, dando el valor que se merece y alejándose de lo habitual, lo rutinario, de la gente y de todas las vicisitudes de la sociedad. Así pues, basándose en el concepto del eterno retorno, un grupo de jugadores han vuelto ahí donde más felices fueron, y donde gozaron de los mejores momentos de su vida profesional. Alejándose de lo establecido. Abrazando el dolor y la soledad, como diría Nietzsche, para llegar a ese tan apreciado destino dorado. Lukaku, Werner y Lacazette saben de lo que hablamos.

La carrera de un futbolista no es siempre un camino de rosas, y, aún más, si dejas y te alejas del lugar en el que sembraste la semilla del éxito. Muchos son los casos de jugadores que han querido dar ese paso hacia adelante en sus carreras y en vez de progresar se han estancado. Las eternas promesas de felicidad y fama, diluidas por una mala decisión. Porque fallar es muy sencillo, pero triunfar lleva años y años de sufrimiento. Una lesión, un cúmulo de malas actuaciones o una crisis personal pueden llevar al profesional a sentirse lejos de su zona de confort y entrar en un espiral de desconfianza y mal juego. Pero también los hay que, después de haberlo conseguido todo con los más grandes equipos del mundo, vuelven a sus casas para estar cerca del lugar donde se criaron y se hicieron un nombre en el mundo del fútbol. Futbolistas que, como Luis Suárez, solo quieren gozar de unos últimos momentos de felicidad y de agradecimiento al sitio donde todo empezó. Porque todo siempre vuelve a comenzar.

Londres, tierra desolada

La capital de Inglaterra ha albergado en los últimos años fichajes estelares que no han terminado de cuajar. Uno de los casos más sonados es el de Lukaku, máximo exponente de este ‘eterno retorno’ del que venimos hablando. El delantero belga, formado en su país pero que aterrizó en Inglaterra en 2011 para defender los colores del Chelsea, fue encadenando cesiones en la isla para recalar definitivamente en el Everton en 2014 por 35 millones de euros. En Liverpool encontró la felicidad pero decidió probar suerte en los vecinos del Manchester United, después de un traspaso récord. Mánchester no fue lo que esperaba y su etapa duró apenas dos años, con muchas más sombras que luces. Y Milán le ofreció la oportunidad que necesitaba.

 

Fallar es muy sencillo, pero triunfar lleva años y años de sufrimiento. Una lesión, un cúmulo de malas actuaciones o una crisis personal pueden llevar al profesional a sentirse lejos de su zona de confort y entrar en un espiral de desconfianza y mal juego

 

Un nuevo país, una nueva cultura y, sobre todo, un nuevo fútbol. Y qué mejor que hacerlo en Italia y, concretamente, Milán. Un sitio donde los grandes delanteros triunfan. Ronaldo, Adriano, Milito… Un sinfín de nombres molones. Y Lukaku quería volver a ser grande. Y lo fue. Vaya si lo fue. Pero después de una temporada decidió volver al Chelsea, esgrimiendo que era “el sitio donde había sido feliz”. Pero todo fue un desastre. Literal. Aunque su inicio en Premier League fue arrollador, nunca terminó de cuajar en el sistema de Tuchel, mucho más propicio a utilizar a Havertz en esa posición de delantero. Y la actitud del belga tampoco ayudó. Unos meses después de llegar habló de su relación con Tuchel y del cambio de sistema y, además, lo hizo precisamente en Sky Italia. Desde ese momento todo se torció y hasta se habló de que el delantero podría abandonar las filas blue en el mercado de invierno. Finalmente se quedó hasta final de temporada, pero sin volver a contar para el técnico alemán. Y en este verano, volvió, otra vez, donde sí parece que fue feliz y disfruta de jugar al fútbol. El Inter lo ha vuelto a recibir con los brazos abiertos y, aunque unas lesiones han frenado su buen inicio, el delantero volverá más fuerte que nunca. Porque lo importante es sentirse querido y abrazado.

Y no abandonamos el distrito de Fulham para hablar de otro delantero ‘blue’que nunca terminó de cuajar. Timo Werner llegó en 2020 a las arcas del Chelsea después de firmar una temporada magnífica con el RB Leipzig. Las expectativas eran altas, la decepción aún lo fue más. Todo aquello que había demostrado en Alemania se diluyó con la lluvia londinense. Su desborde, velocidad e instinto de gol desaparecieron. Y no porque no se le dieran oportunidades, sino porque el teutón no se terminó de encontrar con él mismo. Por lo tanto, dos años después ha decidido volver al club de Red Bull. Y ha acertado, pese a caer lesionado recientemente. 

Lyon, ciudad acogedora

De Lyon, ciudad francesa en la región del Ródano-Alpes, se dice que es París pero en pequeño. Y cuando te paseas por sus calles te sientes un poco así. Cercano a la ciudad de la luz. Pero sin serlo. Porque nada se asemeja a la magia de la capital francesa. Pero Lyon lo intenta. Y las comodidades y servicio que ofrece así lo dictan. Como también lo han demostrado Lacazette y Tolisso, volviendo a la ciudad donde se forjaron un nombre en el fútbol mundial. Aunque los dos casos son un poco diferentes.

Lacazette llegó como un goleador y una estrella en el norte de Londres. Y sus números han sido muy buenos y su aporte al equipo capital para que el Arsenal esté ahora resurgiendo de las cenizas. Goles, asistencias, buen fútbol… Un sinfín de estadísticas a las que añadir su liderazgo y a las que sumó una capitanía después de la marcha de Aubameyang. Pero nunca estuvo al mismo nivel que mostró en Francia. Y él lo sabía. Por eso ahora, después de cinco años en Londres, vuelve a la pequeña París. Y no lo hace para retirarse, ni mucho menos, ya que sus números son buenos y está siendo una de las únicas notas positivas del equip de Bosz.

En un polo completamente opuesto tenemos a Tolisso. El campeón del mundo con Francia nunca terminó de cuajar en el exigente Bayern. Siempre tuvo a un par o tres de jugadores por delante, y, aunque su primera temporada no fue nada mala, las lesiones lo han acompañado y nos han privado de un jugador que prometía maravillas. Ahora, con 28 años y aún con mucho fútbol, ha decidido retomar el camino a casa en la misma temporada que su compañero Lacazette lo ha hecho. Para volverse a encontrar a él mismo y aquel Tolisso que nos maravilló de joven.

Y volvemos al principio. La vida misma. El eterno retorno. Porque seguro que a estos futbolistas nombrados se les ha pasado por la cabeza alguna vez la pregunta: “Si tuviera que vivir esta vida una y otra vez, ¿Cómo lo haría?”, y a veces han tenido la respuesta y muchas otras solo han dejado pasar el tiempo, el principal rival de las decisiones. Pero han retomado el camino del deseo y han vuelto donde fueron felices antes de caer en la ruina. Donde se sintieron llenos. Donde apelaron a las palabras del psiquiatra judeo-estadounidense Irvin D. Dalom en When Nietzsche wept (Cuando Nietzsche lloró, en español): “Hay quienes no pueden aflojar sus propias cadenas y sin embargo pueden liberar a sus amigos. Debes estar preparado para arder en tu propio fuego: ¿Cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas?”.

 


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Fotografía de Getty Images.