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Dimas: “Pensaba que iba a ser más fácil encontrar club, pero el fútbol no tiene memoria”

"El fútbol aún me llama, aún me llena. Entonces, ¿por qué dejarlo?", acentúa el exjugador del Numancia o del Barça, recién llegado a la Montañesa

“La Eurocopa muestra que la edad es solo una fecha en el DNI. Lo importante es el futbolista. Quizás el jugador más destacado de la Eurocopa, Pedri, tiene 18 años. Los dos centrales de Italia, Bonucci y Chiellini, han realizado una Eurocopa bestial con 34 y 36”, retuiteó, en verano, el centrocampista Dimas Delgado (1983). Y hoy, desoyendo e ignorando la sombra de la retirada y su guadaña, cada vez más cercanas, sigue disfrutando del fútbol, de la mano de la humilde Montañesa: con muchos quilómetros en las piernas y las suelas de las botas algo desgastadas, pero con la misma ilusión del niño que corría dando patadas al balón por los parques de su Santa Coloma de Gramanet natal, en el cinturón industrial de Barcelona. Ahí descubrió el fútbol. “Hay que disfrutar los pocos años que nos queden de fútbol”, asiente, como alguien que habla de la muerte, probando que los jugadores, en realidad, son seres con dos fechas de caducidad.

Tras pasar por la prolífica cantera del Sant Gabriel y por el infantil del Barça, Dimas fue creciendo hasta llegar al primer equipo de la Grama. Y hasta celebrar la victoria más célebre del club de una ciudad poco acostumbrada a celebrar, en un brutal y mágico 27 de octubre. La Grama, de Segunda B, sin ni siquiera lucir los nombres de los jugadores en sus elásticas azules, se impuso al Barça de Frank Rijkaard, Carles Puyol, Xavi Hernández, Andrés Iniesta, Leo Messi, Samuel Eto’o y Henrik Larsson por 1-0 en treintadosavos de final de la Copa, iniciando una aventura inolvidable que les llevaría hasta los cuartos de final del torneo del KO. “Esa noche mágica que vivimos en el Municipal es de las que recuerdo con más cariño. Fue una locura. Un subidón. Una fiesta para toda la ciudad. Ese día ganó la ilusión. Las ganas de disfrutar. Y el orgullo de barrio”, acentúa, mirando hacia atrás. “En el fútbol, aunque no lo parezca, nos llevamos más tristezas que alegrías, y por eso las alegrías hay que disfrutarlas el doble”, prosigue.

Por eso todavía se emociona al hablar del 31 de agosto de 2008, y de aquella victoria en la primera jornada de liga contra el primer Barça de Pep Guardiola. Acababa de aterrizar en Soria, procedente, precisamente, del Barça. El curso anterior había hecho la pretemporada con el primer equipo, bajo las órdenes de Rijkaard, y había contribuido a devolver al filial culé a Segunda División B junto al propio Guardiola y a Sergio Busquets, Thiago Alcántara, Pedro Rodríguez y compañía, siendo, de hecho, el capitán de ese equipo. Ese partido en Los Pajaritos lo vivió desde el banquillo, y no pudo estrenarse en Primera hasta la jornada 4, con una derrota en Son Moix, pero contó, cuenta y contará, como el debut en la máxima categoría. “La felicidad fue mayúscula, total: el primer partido en Primera, ante el Barça y con victoria. Lo primero que me vino a la mente ese día fueron mis padres. Pensé en todos los esfuerzos y todo lo que sacrificaron para que yo pudiera llegar hasta ahí, hasta ese día, para que yo pudiera vivir mi sueño”, recuerda.

 

“Lo que me impulsa es la ilusión. Aunque quizás no sea la categoría más atractiva en la que uno podría estar, me mueven las ganas de seguir jugando”

 

De Los Pajaritos, tras una temporada en Primera y otras dos en Segunda, viajó al Cartagena, y de Cartagonova al Recreativo de Huelva. Hoy, después de más de 200 partidos en la categoría de plata y de dos campañas en Australia (Western Sydney) y cuatro en la India (Bengaluru, con el que fue campeón de liga en 2019, junto a Carles Cuadrat, Albert Serrán, Juanan González, Álex Barrera, Xisco Hernández y Luismi Villa), ha decidido regresar a España, impulsado por las ganas de volver a disfrutar del fútbol y, sobre todo, de la familia y los amigos. “He vuelto para volver a disfrutar, después de un año muy complicado en la India por la pandemia. No se pudo disputar la liga con normalidad, cada equipo en su ciudad, y se jugó todo en una sola sede, en Goa. Vivíamos aislados, en una burbuja. Solo podíamos salir del hotel para entrenar y para jugar el partido. Vivíamos 22 horas encerrados. Y se hizo complicado, sobre todo por estar tan lejos de la familia”, afirma Dimas. “El fútbol no tiene memoria. Lo vemos todos los días, con jugadores y con clubes”, añade, preguntado por el gris presente de Numancia y Recreativo de Huelva, y aún más de la Gramanet, y por las dificultades de encontrar equipo.

“Pensaba que iba a ser más fácil volver y encontrar club en una buena categoría a nivel profesional. Empezamos a buscar y empecé a hablar con gente para conseguir un equipo, pero no fue sencillo. Son seis años jugando en el extranjero, y eso se suma a la edad que ya tengo. Había intereses, equipos a los que les cuadraba mi nombre, pero al final no terminaban de decidirse por todos esos hándicaps. Con las nuevas categorías, además, todo el mundo andaba desubicado y encima había mucha incertidumbre a nivel económico, con lo que todo se fue demorando. Fue un mercado raro. Las opciones que pudimos tener para firmar en Primera, Segunda o Tercera RFEF al final no se dieron por una cosa o por otra y entonces apareció la oportunidad de la AFE”, continúa Dimas, que participó por segunda vez en las sesiones que organiza la Asociación de Futbolistas Españoles para jugadores sin equipo. “La labor de la AFE es para quitarse el sombrero”, agradece, revisitando la sensación de soledad del futbolista sin casa. Finalmente, se concretó la opción de la Montañesa de primera catalana, que la campaña pasada ya fue noticia por incorporar a Sergio García y Joan Verdú.

“El objetivo es claro: ascender a Tercera RFEF”, sentencia el futbolista, ambicioso. Y en lo personal, el objetivo es igualmente claro: disfrutar. “Disfrutar al máximo de lo que me quede”, repite, convencido. “Lo que me impulsa es la ilusión. Aunque quizás no sea la categoría más atractiva en la que uno podría estar, me mueven las ganas de seguir jugando, de seguir aprendiendo de los compañeros, de los entrenadores. Nunca se deja de aprender. Sigo yendo a los entrenos como un niño. Cuando uno tiene ilusión por algo, lo demás pasa a un segundo plano, incluso la categoría”, asiente. “Quiero seguir disfrutando de este deporte tan maravilloso. Aún me llama, aún me llena. Entonces, ¿por qué dejarlo?”, remata, tan nervioso por si el tránsfer internacional llega a tiempo de debutar este domingo, en el campo de Parets, como cuando jugaba en la élite, justo antes de despedirse y colgar: “A las 17:30 tengo que ir al colegio a por la nena”.


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Fotografías cedidas por Dimas Delgado.