El Mundial. ¿Merece tanto la pena? La tensión de los partidos de clasificación, la incertidumbre cada vez que se arriman a la portería rival. Decepción cuando todo queda en nada y una alegría efímera cuando lo que parecía que iba a quedar en nada, resulta ser un todo. Incluso ese instante, que seguro que debe ser maravilloso, cuando la colegiada señala el final del partido y se abre el cielo para las triunfadoras. “Estamos clasificadas”, se repiten entre ellas. Tiene mérito, lo que han conseguido y nadie discute que sea una gran hazaña. La primera vez que se citan para el torneo más importante de selecciones. No lo sé. Quizás es por inconformismo y el no concebir nada que no sea alzar el título… O igual es este pensamiento incapaz de disfrutar del camino.
Pero no dejo de darle vueltas a si compensa tanto esfuerzo por unas cuatro horas y media de fútbol. Por probablemente caer en la primera fase. Cumplir un sueño y que sepa agridulce. No deposito mucha confianza en ninguna de ellas, para ser sinceros. Y eso también es bonito y tiene su punto de encanto. Parte de ese encanto es lo que desencadena la magia de este deporte. Porque, al fin y al cabo, ocho selecciones tienen muy poco que perder y muchísimo que ganar en la gran cita de este verano. Portugal, República de Irlanda, Vietnam, Filipinas, Haití, Panamá, Zambia y Marruecos. Cualquiera de ellas anhela redactar su propia versión del David contra Goliat y que la nimiedad de mis palabras, encima, se vuelva en mi contra.
Dijo Luis Aragonés que del subcampeón no se acuerda nadie y tiene razón. En un Mundial se puede ganar el trofeo o el corazón de la afición, y aunque las selecciones mencionadas anteriormente estén muy lejos de levantar la copa, quizás no lo están tanto de convertirse en el reflejo sobre el que se miren el resto de combinados que aspiran con llegar algún día al máximo certamen internacional. ¿Pero cómo llegaron estos conjuntos hasta su primera Copa del Mundo?
Portugal tiró de épica. En el play-off interconfederal, la selección lusa midió sus fuerzas frente a Camerún. Tras dominar el encuentro y adelantarse con el tanto de Diana Gomes, vieron como el sueño se tambaleaba cuando las africanas empataron en el 90′. En el descuento y desde los once metros, Carola Costa selló el pasaporte en dirección al continente oceánico.
Amber Barret fue la heroína de la República de Irlanda al transformar el gol que implicaría vencer por primera vez en su historia a Escocia. Un partido en el que, además, Caroline Weir erró el penalti y evitó que disfrutáramos de su talento en el Mundial. Al término de los 90 minutos, el solitario tanto de Barret sería también la confirmación de que su selección se alojaría en Australia o Nueva Zelanda durante el próximo mes.
Ocho selecciones tienen muy poco que perder y muchísimo que ganar en la gran cita de este verano. Portugal, República de Irlanda, Vietnam, Filipinas, Haití, Panamá, Zambia y Marruecos. Cualquiera de ellas anhela redactar su propia versión del David contra Goliat
La clasificación de Vietnam para su primera Copa del Mundo fue, también, a la épica. Nguyen Thi Bich Thuy marcó, posiblemente, el gol más importante de la historia de la selección. Una diana que suponía la victoria frente a China Taipei en la Copa Asiática Femenina de 2022 y cuyo premio era una plaza para el Mundial. Y como la historia es caprichosa, el sorteo decidió que su primer encuentro en el torneo fuese contra los Estados Unidos.
También desde los once metros sacaría sus billetes la selección de Filipinas. Y la historia es bastante similar a la de Vietnam. Sarina Bolden fue la jugadora ‘Maldita’ que transformó la pena máxima que decantaba la tanda de penaltis, dando así a su selección la AFF Women’s Championship, cuyo premio también implicaba una plaza en la mayor cita de selecciones.
Haití desató una crisis en el fútbol chileno que acabó con Endler, capitana y emblema, pidiendo salir del combinado nacional. Y la mayor responsable de aquello fue Melchie Dumornay, una de las grandes promesas de este deporte; la mayor promesa, según la revista Goal. La joven futbolista de apenas 19 años logró un doblete en el repechaje que provocaría la alegría, el orgullo y el apoyo de todo un país a esta generación dorada de jugadoras.
Las ‘Canaleras‘ panameñas fueron las últimas en sacarse sus billetes para el Mundial. Y lo hicieron porque a Lineth Cedeño, delantera de la Sampdoria, se le vino a la cabeza un balón llovido del cielo que supo alojar con potencia en el fondo de las mallas. Paraguay lloraba a la par que la selección de Panamá escribía su página más gloriosa en la historia del fútbol femenino.
Llegan con la máxima de disfrutar de la experiencia. De sacudirse la presión y saborear el momento. Y, a su vez, intentar que el nombre de su país quede grabado en la memoria de los aficionados. Porque no hace falta ganar para que los otros se acuerde de ti
Zambia llegaría al Mundial acompañada de la polémica. Y no tanto por lograr el tercer puesto tras doblegar a Nigeria por 1-0 en la Copa Africana de Naciones de 2022. Más bien fue por no poder contar con su estrella, Barbra Banda, al no cumplir esta con los requisitos de “verificación de género”. Según publicaron medios zambianos, “sus niveles de testosterona excedían los límites establecidos” y dicha situación le impidió disputar el campeonato y, a la postre, echaron por tierra sus posibilidades de firmar por el Real Madrid.
Y, por último, pero no menos importante, Marruecos. Las ‘Leonas del Atlas’ doblegaron a Botsuana en un duelo que culminaría con un ajustado 2-1. Tras adelantarse justo al inicio del partido y ver cómo el equilibrio volvía al electrónico al poco tiempo, la selección marroquí apretó los dientes tratando de rubricar su hazaña. Y esta llegó a través de un testarazo de Yasmin Mrabet, defensora del Levante Las Planas. Se alzó sobre su defensora y remató a gol, pero el tanto fue de las 46.000 gargantas que se citaron en el Prince Moulay Abdellah Stadium.
Quedan tres semanas para que el balón eche a rodar en Nueva Zelanda y Australia y son ocho las contendientes que llegan con el cartel de ‘novatas’. Con la ‘L’ pegada en la maleta. Preguntando por el protocolo y observando todo lo que les rodea con el mismo rostro con el que un turista se pasea por vez primera por una ciudad desconocida. Listas para jugar. Comprometidas con hacer un buen papel y conscientes de las dificultades con las que se van a encontrar.
Pero también con la máxima de disfrutar de la experiencia. De sacudirse la presión y saborear el momento. Y, a su vez, intentar que el nombre de su país quede grabado en la memoria de los aficionados. Porque no hace falta ganar para que los otros se acuerden de ti. Y eso, en ocasiones como esta, es un distintivo que lucir con orgullo ante el mundo. Porque ser la revelación del torneo también es algo de lo que sentirse soberanamente orgulloso.
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Fotografía de Imago.