Lanzar la toalla, claudicar, hincar la rodilla, doblegarse… Expresiones y frases hechas con un único significado: rendirse. A menudo la decisión más sencilla. La más cómoda, incluso. Deshacerse. Dejarse ir. Abandonar proyectos por culpa del contexto que nos rodea. Justificaciones, habitualmente comprensibles, que ayudan a aceptar la incómoda realidad. Aquella que nos demuestra que, en ocasiones, la vida nos supera. Pero es una realidad traicionera. ¿Cuándo es buen momento para rendirse? Como dijo Kutxi: “Sentarse un ratito en el ancla que lastra la vida y que no llega al fondo”. Y de eso se trata. ¿Dónde y cuándo se toca fondo? La agonía de esperar la caída no es para todos. No para Kerolin, por ejemplo.
Bauru sirve de nacimiento. La ciudad que vio dar a Pelé los primeros pasos con el balón es la misma que amaneció soleada el 17 de noviembre de 1999. Había sol y 30 grados en el día en el que la actual futbolista del Madrid CFF llegó al mundo. Tatiane sostuvo a la pequeña recién nacida en brazos. “Mi madre es una luchadora. Crió sola a cinco hijos”, aseguró Kerolin en una entrevista concedida a Dona do Campinho. “Mi padre no fue alguien a quien le importase estar presente”, reconoció también la atacante. “Él era pagodeiro y formaba parte de un bloque de carnaval en Bauru. Siempre estaba ocupado, por lo que nunca estuvo presente”, afirmó.
La situación económica de la familia tampoco invitaba al optimismo, por lo que Tatiane tomó la decisión de desplazarse hasta una granja en Campinas. Sin opción alguna de pagar un alquiler, la madre de la brasileña trabajaba en aquel lugar para poder mantener a su familia. “Cuando yo tenía tres años, Alex se convirtió en mi padrastro. Me crio hasta los 16 o los 17. Hoy ya no está con mi madre, pero en aquella época nos ayudó mucho. Él nos levantaba temprano y nos llevaba a la escuela”, relata la delantera brasileña. “Alex trabajaba en Sedex(empresa de mensajería y reparto). Calculaba la ruta que haría en sus repartos para recogernos del colegio. También me llevaba a los entrenamientos con el Prado Park”.
De muy pequeña, y acostumbrada a las dificultades, Kerolin se alió con el esférico. Pelotear junto con los amigos fue su manera de ir creciendo y superar obstáculos. Y, sin embargo, uno de los más difíciles llegó a los once años. “Empecé a sentir muchísimo dolor en la pierna derecha. Tomaba paracetamol cada cinco minutos, pero era imposible eliminar el dolor”, comenzó explicando Kerolin. “Fui a un primer médico y no me vio nada raro, a pesar de que la pierna estaba bastante hinchada”. Y, sin embargo, el calvario de la delantera no había hecho más que comenzar. Tras el erróneo diagnóstico, Tatiane llevó a Kerolin al hospital Ouro Verde, allá en Campinas. Fue precisamente en aquel centro donde arrojaron luz al diagnóstico de la delantera. También un jarro de agua fría para sus sueños.
“Me hicieron una radiografía y vieron que había una secreción. Estuve hospitalizada un par de días en los que la pierna se me puso amarilla. Me detectaron celulitis infecciosa y había que drenar. Me perforaron la pierna por dos lados para poder hacer ese drenaje”, detalla Kerolin sobre su experiencia. “También me detectaron osteomielitis (infección de los huesos) y tuvieron que rasparme el hueso”. A la futbolista brasileña le dieron el peor diagnóstico posible. “Me dijeron que no podía practicar ningún deporte de contacto. Me recomendaron la natación… Pero prácticamente no podía hacer nada porque me habían quitado un trozo de hueso y era peligroso que tuviese una recaída”.
Kerolin quedó postrada en la cama del hospital durante cuatro meses y fue perdiendo peso hasta llegar a los 44 kilos. A pesar de recuperarse lentamente de la pierna, su desnutrición provocó que permaneciese ingresada un tiempo más. La preocupación creció al vomitar los suplementos alimentarios que le daban en el centro médico. Un momento crucial en el que volvió a aparecer la figura de su madre. Tatiane se propuso que su hija se recuperase totalmente y a diario traía comida casera desde su hogar para alimentar a la joven. “Mi madre me traía la comida y así fue como logré ganar peso y que me diesen el alta. Era agosto de 2011. Por aquel entonces, tan solo jugaba a fútbol en la calle y tenía miedo después de lo que había pasado”, reconoció la futbolista internacional con Brasil.
Le dijeron que olvidase el esférico. Que, con lo sufrido, no podría jugar al balompié. Y el miedo se apoderó de ella durante tres meses. También de Tatiane, que lejos de prohibirle que volviese a practicar deporte, la animó a seguir sus sueños, a pesar de la evidente preocupación por una recaída. Fueron más de 90 días en los que, de cualquier forma, se alejó del terreno de juego. “Somos un reflejo de nuestros padres. Y mi madre era una guerrera”, afirma Kerolin. Así que volvió a vestirse de corto para pisar el verde. Y creció.
“Cuando vuelva, volveré con todo. No sé si la decisión de la Conmebol fue cruel o no, pero quiero volver más fuerte. Este proceso me fortalecerá. Quiero ser la mejor del mundo”
Evolucionó hasta el punto de convertirse en una de las promesas más destacadas del Valinhos Futebole Clube. El club entrenado por Ana Lucía Gonçalves se alió con el Guaraní para ingresar en el Campeonato Paulista de Fútbol Femenino. Un año más tarde, era la Associação Atlética Ponte Preta quien se hacía cargo del Valinhos tras formar su propia sección femenina. En el primer año en el campeonato brasileño y seis años después del calvario que sufrió la futbolista, Kerolin se convertía en la mejor futbolista del torneo tras convertir una decena de goles en 21 partidos.
A finales de ese curso, la jugadora fue cedida al Corinthians-Audax para hacer historia. El escenario era el Estadio Arsenio Erico. El trofeo, la Copa Libertadores. El duelo acabó en empate a cero. Se marchó a penales y allí Kerolin no perdonó. Trofeo al cielo. El más importante de Sudamérica ya permanecía en sus manos. Por aquel entonces, la brasileña pudo disfrutar del que probablemente sea el momento más feliz de su trayectoria. Parecía que la vida le daba una tregua, pero como solía decir un viejo vecino mío, “cuanto más sube uno, más fuerte es el porrazo”.
Y para ella fue más que doloroso. Tras regresar a Ponte Preta y volver a lograr un distintivo individual -en esta ocasión la Jugadora Revelación del campeonato -, la futbolista fue transferida al Corinthians-Audax. No obstante, el vínculo entre ambos conjuntos se rompió y la delantera, en tierra de nadie, firmó por el Palmeiras. Por aquel entonces, el Palmeiras había creado su equipo femenino por exigencias de la Conmebol y, para hacerlo posible, se hizo cargo del personal del Valinhos. Para ella fue como volver a casa. Volver a coincidir con Ana Lucía Gonçalves. Sus grandes actuaciones y sus constantes internacionalidades desde 2018 apuntaban a Francia. Concretamente a la Copa del Mundo de 2019.
“No hice nada malo. Y fue muy difícil al principio, porque mi sueño era jugar el Mundial“, reconoció Kerolin. Tras un partido del campeonato brasileño, a principios de 2019, la futbolista dio positivo en GW1516: Endurobol. El dopaje salpicaba su figura mientras ella trataba de defender su inocencia. En el mismo periodo, Gonçalves también era despedida del Palmeiras. Sin embargo, la Conmebol decidió suspenderla durante dos años. La pandemia, además, no ayudó. “Cuando vuelva, volveré con todo. No sé si la decisión de la Conmebol fue cruel o no, pero quiero volver más fuerte. Este proceso me fortalecerá. Quiero ser la mejor del mundo”, advirtió Kerolin.
Y volvió. En abril de la temporada pasada, la futbolista firmó con el Madrid CFF. “Es un momento muy especial para mí. Quiero agradecer a Dios por la oportunidad de poder empezar otra vez de nuevo”, se sincero la brasileña con el equipo de prensa del club madrileño. Al poco de llegar, la delantera mostró su desparpajo con el balón en los pies. Esa irreverencia tan imprescindible en el deporte. Esa calidad con aroma a samba que atesoran sus botas.
El no rendirse también le abrió, de nuevo, las puertas del combinado nacional. Pia Sundhage, a pesar de todo, decidió contar con la futbolista de Bauru. “Le di las gracias porque pocas personas llamarían después de lo que pasó. A ella no le importó“, contó la brasileña. En este nuevo curso, con el ’10’ a la espalda, se ha convertido en una de las referencias ofensivas del equipo. “Perdiendo, aprendí a ganar”, aseguró en aquella entrevista a Dona do Campinho. “Y tuve a mi lado a personas que siempre me han ayudado”.
La delantera disfruta hoy en Madrid. Consciente de su pasado, y tal y como declaró, abraza cada derrota porque sabe que estas la han moldeado. Cada golpe encajado ha sido una lección. Un examen que a las bravas se ha encargado de aprobar. Y lo más sencillo era rendirse. La decisión de muchos hubiese sido esa. Hubiese sido incluso comprensible. Entonces no habría más que silencio. Arrepentimiento por lo que pudo haber sido. Pero la historia es para los que quieren redactarla. Y Kerolin, contra el pronóstico de muchos, sigue escribiendo la suya.
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Fotografía de Àlex Pérez.