Para que os hagáis una idea, en uno de estos paseos por la playa de Barra, en cuestión de un par de horas conocí a Juan, a Junior (otra leyenda que fue compañero de Zico en el Flamengo y en la selección nacional), a Romario y a Djalminha. Todos ellos estaban en la playa jugando a futvoley en distintos “postos”.
No se necesita mucho tiempo en la ciudad de Rio de Janeiro para darse cuenta del peso que tiene el fútbol en sus gentes. Albergar el templo de Maracaná es solo una prueba más de que aquí el deporte rey es más rey que en ningún otro lugar, y es obvio que los cariocas le dan también a la samba como nadie, pero una cosa no riñe con la otra, y mucho menos en Río.
Paseando por la playas de Ipanema, Copacabana o la que me queda más cerca, la de Barra de Tijuca, no eres capaz de avanzar más de 10 metros sin encontrarte con alguna “altinha” o partido de futvoley de 2 para 2. La sensación es que puedes tirar una pelota desde arriba del Pão d’Açúcar y la van a controlar con el empeine o el interior, les da lo mismo, o la dormirán con el pecho. Edad o género tampoco son impedimento, todas y todos tienen un dominio y habilidad extraordinarios. Pero no sólo las playas son testigos de esta fiebre: campos y canchas por toda esta ciudad inacabable también lo son, y en caso de que no haya campo, la calle hace también acoge varios partidos improvisados.
Obviamente esto se traduce en multitud de equipos amateurs y profesionales. Hay 4 equipos grandes, pero Flamengo es sin duda el que más afición tiene. Por el equipo ‘rubro-negro’ han pasado algunas de las más grandes leyendas del fútbol brasileño, empezando por Zico, pasando por Romario, Bebeto, Mazinho, Djalminha, Savio, Adriano ‘El Emperador’, Ronaldinho Gaucho, y acabando ahora por ejemplo con Diego, ex Atlético de Madrid, o el central Juan, ex de la Roma y del Leverkusen. Cuesta darse una vuelta por Santa Teresa o la Rocinha y no cruzarse con alguien vistiendo la camiseta de Flamengo o con algún símbolo o emblema del club. No me atrevo a decir que es el club más grande de Brasil por no herir aficionados de otros conjuntos, pero no estará lejos de serlo.
Otro club importante es el Vasco da Gama que, pese a estar ahora en un momento de su historia complicado jugando en segunda, conserva aún su grandeza y muchísimo seguimiento por parte de su “torçida”. Es de descendencia portuguesa y coincide, por los orígenes de la provincia india de Goa a la que nuestro club representa, con el nombre de una ciudad de allí en cuyo estadio entrenábamos la temporada pasada. Los otros dos equipos son Fluminense y Botafogo, también con solera y buen estatus, hasta el punto que el Fluminense es el equipo que más jugadores ha aportado a lo largo de la historia a la selección.
Así, pues, la elección de Río como destino para realizar nuestro stage de preparación me ha servido para descubrir una maravillosa ciudad, unas playas y una gente extraordinaria, el galeto con arroz, feijoada y farofa. Y a la vez he visto como una sociedad vive y convive con el aroma del fútbol por todos sus rincones. Aún no me he ido y creo que ya tengo ganas de volver.
*Si quieres saber más sobre la relación entre el Flamengo y la ciudad de Río de Janerio, puede conseguir aquí el #Panenka6, dedicado al club rubro-negro.