Es curioso lo de las nuevas tecnologías. Me aterra a la vez que me fascina todo lo que pueden ofrecernos. Leí no sé dónde que dentro de unos años, no sé cuántos, en Japón habría más sexo con robots que entre personas. Se me metió en la cabeza aquello. La despersonalización del ser humano se diluye en la Tierra con la misma facilidad que un azucarillo en el café. Qué canguelo lo que nos viene. Pero luego cuando veo que una calle de un pueblo sevillano se hace famosa por una pintada en una de sus fachadas me reconcilio con las nuevas tecnologías. Que cada uno haga lo que quiera en la cama mientras haya memes como los de aquel grafiti, ya eterno, de Alcalá de Guadaíra.
El ‘Emosido engañado’ ha viajado desde un municipio de 75.000 habitantes hasta todos los ordenadores y móviles del globo. Se ha utilizado para todo. Si nos decían que como mucho habría uno o dos casos, ‘Emosido engañado’. Cuando pensábamos que nos encerrábamos un par de semanas, ‘Emosido engañado’. Nos decían que el VAR serviría para que hubiera más justicia en el campo, ‘Emosido engañado’. Pensábamos que la vacuna anularía al bicho aunque viniera el Delta, ‘Emosido engañado’. Vivimos engañados, pero al menos hay momentos en los que nos lo tomamos con humor. Mejor sonreírle a las desgracias, que sino se magnifican. Nos la cuelan, tiramos del meme y seguimos haciendo camino.
Esto tiene alguna relación, o al menos yo se la veo, que ya me parece suficiente, con lo que le ha pasado a todo el país durante casi medio siglo con el gol de Marcelino en la final de la Eurocopa de 1964. Pongámonos en contexto. Un 27 de febrero de 2008, en el Telediario de Televisión Española, al montador del NODO se le ocurrió contarle al país entero que la jugada del gol más importante de la historia de la selección era una farsa, una estafa. ‘Emosido engañado’, una vez más. Cuántas van.
La cosa es que el encargado de filmar aquel España-Unión Soviética no daba a basto para grabar todas las jugadas. Movidas de las viejas tecnologías, suerte de las nuevas. Y el gol de Marcelino pues lo pilló de milagro, justo cuando el balón ya volaba por los aires y se dirigía al corazón del área soviética. ¿La solución para que los españoles vieran la jugada entera? Inventársela. Pillaron una acción de Amancio por la banda diestra, copiar, pegar, y, ale, aquí tenéis la jugada que estabais esperando. 44 años de mentiras, de un pueblo engañado. Por suerte, la retransmisión alemana, quizá porque sus viejas tecnologías no eran tan, tan viejas, pudo recoger la jugada entera. El centro en realidad era de Chus Pereda, el mismo tipo que había puesto el 1-0 en el marcador antes de que los del otro lado del Telón de Acero empataran en el 8’. “Ves el NODO y te sientes impotente”, llegó a comentar Pereda sobre aquello. El país entero descubría que había sido engañado, pero entonces no había memes ni grafitis ni nuevas tecnologías para reírnos de nosotros mismos.
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