Para tener una idea de lo fuerte que es mentalmente el capitán del Torino, solo hace falta recordar la muerte de su padre. Un día antes de un partido contra el Wisla Cracovia, mientras jugaba con el Piast Gilwice, el zaguero descubrió que su progenitor había fallecido. Aunque no lloró demasiado tiempo. Se quedó con el equipo y acabó disputando el partido. El ‘Terrible Polaco’, así es como le llaman los seguidores del Torino. Su infancia estuvo lejos de ser perfecta. Creció en una finca de la mina de carbón de Silesia, donde el alcohol era un problema en las calles y la violencia policial y doméstica, algo demasiado regular. Su padre murió de un infarto a los 42 años, precisamente a consecuencia de un problema con la bebida.
Glik no tiene miedo de hablar de todo aquello. De hecho, trató de ayudar a su padre muchas veces, pidiéndole que llegara sobrio a casa o enviándolo a que hiciera terapia. Aunque todo acaba siempre igual: después de algunas semanas tranquilas, su padre compraba una botella de nuevo. Kamil, además, recuerda muchas peleas entre sus padres. Cuando recibió una oferta para jugar en las categorías inferiores del Real Madrid, admitió que tenía miedo de dejar solos a su madre y a su hermano, puesto que ya había tenido que intervenir alguna vez que su padre se había puesto demasiado agresivo. Pero Gilk también trata de hacer un esfuerzo para recordar sus cosas buenas. En una ocasión, cuando su padre estaba trabajando en Alemania, contó que le trajo un chándal del Bayern de Múnich. Y luego también estaban los ratos en los que iban de pesca juntos. Gilk, de hecho, todavía va con la caña al lago cuando está de vacaciones por Masuria.
Kamil recuerda muchas peleas entre sus padres. Cuando recibió una oferta para jugar en las categorías inferiores del Real Madrid, admitió que tenía miedo de dejar solos a su madre y a su hermano; ya había tenido que intervenir alguna vez que su padre se había puesto demasiado agresivo
Aunque hubo una vez que salir de pesca no fue tan relajante como de costumbre. Su padre tomó dinamita de una mina de carbón, la puso en un frasco y ató el mismo con una cuerda. Cuando estaban en la barca, lanzó los explosivos al agua y sucedió lo imposible. Los peces subieron a la superficie asustados y pudieron capturarlos fácilmente. Entonces se dirigieron contentos hacia casa, con mucha comida para la cena. Hasta que su padre pasó por un pub cercano, vendió todo el pescado y se gastó el dinero en copas. Glik, sin embargo, trata de retener aquel día como un momento divertido.
La zona en la que vivía Glik se llamaba Friendship pero pasaba por ser un barrio bastante peligroso, especialmente para los foráneos. Es precisamente en esas calles donde el actual futbolista del Torino endureció su carácter, donde aprendió a pensar en él mismo y a plantarle cara a los grupos que buscaban bulla. Nunca ha olvidado sus inicios y todos esos instantes complicados. De hecho, su madre sigue viviendo por allí, trabajando en una tienda. Como dice el propio Glik: “Es muy difícil trasplantar un árbol viejo, incluso si es para llevarlo a un lugar mejor”. Siempre que puede, el central regresa por vacaciones de Navidad para visitar a sus viejos amigos. También ha construido un campo de fútbol para la comunidad local.
Su paso por el Real Madrid fue tan solo una aventura y nunca tuvo la verdadera oportunidad de ilusionarse con tener un hueco en el primer equipo. Volvió a Polonia en 2008 y se unió al Piast Gliwice, aunque se comenta que también podría haberse decantado por el Legia Varsovia, un conjunto con objetivos más ambiciosos. Más tarde se le cerrarían las puertas de la liga, y de repente le salió la oportunidad de ir al Palermo. Aunque todavía tardaría un tiempo en establecerse como uno de los mejores centrales de la liga italiana. Se marchó cedido al Bari antes de ser traspasado finalmente al Torino, donde Giampiero Ventura le vio un enorme potencial y le convirtió en un líder. Mereció la pena. Bajo su liderazgo desde la retaguardia, el club volvió a la Serie A y ya ha jugado la Europa League. La Gazzetta le premió eligiéndole en el once ideal de la campaña 2014/2015.
Su apodo, ‘Terrible Polaco’, está escrito junto con el de otras grandes leyendas del Torino en la montaña de Superga, un lugar venerado en el fútbol italiano. Ahí es donde el 4 de mayo de 1949 se estalló un avión que transportaba a los jugadores turineses. Murieron 39 personas y así se puso fin a un equipo célebre que de haber tenido una carrera más larga podría haber sido uno de los mejores de la historia. Cada año, como capitán de la institución, Glik dirige una multitud formada por miles de personas que quieren rendir un sentido homenaje a todos aquellos héroes. Puede estar orgulloso, porque el polaco es el primer capitán no italiano de la historia de la entidad. “Nadie merece el brazalete de este gran club más que Glik. Él lo tiene todo para liderar al vestuario: fuerza, valentía, lealtad”, comentó recientemente Natalino Fossatti, que fue capitán del Torino hace 50 años.
Glik lleva en Turín cinco temporadas, y se rumorea que su carrera podría estar en el perfecto punto para probar un cambio. Algunos grandes clubes ya le están dando vueltas a su perfil. La temporada pasada estuvo cerca de fichar por el Manchester United, aunque finalmente acabó en Old Trafford Darmian, un buen amigo suyo. Durante el pasado mercado de invierno, también se produjeron algunas conversaciones con el Bayern de Múnich, un equipo del que ha sido un admirador desde su infancia. Y, por supuesto, varios equipos de la Serie A también estarían encantados de incorporarle a sus filas. Ahora, el reto de Glik es aprovechar la Eurocopa con Polonia para acabar de reivindicarse y confirmar su buena reputación.
Tomasz Wlodarczyk | | Przeglad Sportowy