La tranquila Enschede puede convertirse en una auténtica olla a presión. Durante los partidos del Twente, los aficionados levantan los brazos y gritan a los rivales ‘Aquí está vuestro infierno, el infierno de Enschede’. Resulta, sin embargo, que desde hace un tiempo en ese infierno no se encuentra nadie más que el propio Twente. “Las malas noticias se suceden. Estamos jodidos”, apunta Jan Gerritsen, portavoz del grupo ‘Twente unido’. Y añade: “se trata de la peor crisis en la historia de la entidad”. Gerritsen sabe de lo que habla: sigue al club desde hace 48 años. El Twente, campeón holandés hace apenas seis años, ha perdido la categoría y lucha contra una millonaria montaña de deudas. Y eso no es todo.
Un primer terremoto sacudió al club el pasado otoño, cuando se publicaron contratos secretos entre el Twente y el grupo de inversión Doyen. El conjunto recibió cinco millones de euros a cambio de recibir porcentajes sobre futuros traspasos de varios de sus jugadores. Es decir: con cada venta se beneficiaba el fondo de inversión con sede en Malta. Semejantes acuerdos deben pasar por la federación nacional de turno. Pero nadie informó a la KNVB holandesa, que sancionó al club con una multa económica y tres años sin competiciones europeas. Las pesquisas dela KNVB y la FIFA continúan, amenazando con nuevas sanciones: retirada de puntos, riesgo de descenso, quiebra. Todo es posible en Enschede. El ‘caso Twente’ demuestra que algunas entidades están cediendo cuotas de su independencia a fuerzas no siempre claras. E insinúa el enorme negocio global que cuelga de los traspasos futbolísticos: cada vez hay más jugadores, cada vez cambian más de club, y de ello se aprovechan no solo los profesionales, sus agentes y sus equipos. También grupos de inversión externos que especulan con los valores casi bursátiles de jóvenes talentos. En las TPO -propiedades de terceros- los inversores casi nunca pierden una apuesta.
La FIFA los prohibió en mayo de 2015, pero uno de los principales fondos de inversión, Doyen, recurrió ante un juzgado de Bruselas con un único -pero simbólico- apoyo: el de la Liga de Fútbol Profesional española. Desde su fundación en 2011, Doyen habría ingresado más de 70 millones de euros gracias a procentajes de traspasos. El de Falcao al Atlético Madrid fue su primer pelotazo. Desde entonces han ampliado su radio de acción. En su web se presentan como “una empresa deportiva 360º”: derechos de imagen, giras mundiales, consultorías de marketing… Xavi Hernández, Neymar, David Beckham o Diego Simeone se cuentan entre su portafolio. Pero el trasfondo del grupo sigue siendo misterioso. El diario Libération ha definido a su cara visible, el portugués Nelio Lucas, como ‘el auténtico patrón del fútbol’. El portal económico Bloomberg ha señalado que detrás del grupo se esconden varios multimillonarios: el dueño de una cadena hotelera en Turquía, un empresario de la construcción kazajo y el indonesio Erick Thohir, propietario del Inter de Milán. Y los tres tienen algo en común: quieren mantener sus vínculos con Doyen lejos de la luz.
En esa oscuridad se movió Doyen hasta que el pasado septiembre un grupo anónimo, ‘Football Leaks’, comenzó a publicar información confidencial sobre traspasos. Ninguno de los clubes implicados ha cuestionado la veracidad de las filtraciones. Según fuentes de ‘Football Leaks’ -en teoría un grupo portugués, aunque su web esté registrada en Rusia-, manejan “más de 500 gigas de documentos”. En ellos un nombre aparece con frecuencia: Doyen. “No comentamos esas filtraciones”, ha respondido en un correo electrónico un portavoz del grupo a la revista alemana 11Freunde, “hemos sufrido un ataque a nuestro sistema informático”. Nelio Lucas, por su parte, no tuvo tiempo de atender las preguntas de Panenka. Durante tres meses.
Desde Doyen se niega la autenticidad de algunos de los documentos publicados, pero no se concreta cuáles. “Incluyen firmas y claúsulas complejas que son imposibles de inventar. Yo creo que son auténticos”, apunta Antoine Duval, experto en derecho deportivo en el Instituto Asser de La Haya. Así lo entendió también la federación holandesa al sancionar al Twente; el propio club, al aceptar la multa; y su presidente, Aldo van der Laan, al dimitir. Van der Laan y su predecesor, Joop Munsterman, habrían sido los únicos negociadores del club con Doyen. Evidentemente, ellos tampoco quieren hacer declaraciones. Pero un reguero de documentos permiten hilar la crónica de sus tejemanejes.
El 25 de febrero de 2014, el Twente y Doyen llegaron a un acuerdo por el que el club, en apurada situación financiera, ingresaba cinco millones de euros a cambio de ceder participaciones en los traspasos de siete jugadores. Seis de ellos rondaban la veintena; todos contaban con buenas perspectivas de mercado. No en vano, el Twente goza de cierta fama como club vendedor. Ahí están Eljero Elia, Bryan Ruiz o Luuk de Jong para ratificarlo. Pero el fútbol es imprevisible. Por eso el acuerdo incluía amplias garantías a favor del fondo. Si el jugador perdía valor o se lesionaba, el Twente quedaba obligado a abonar una cantidad que ascendería un 10% cada temporada -en el caso de Castaignos, 1,5 millones iniciales-. Asimismo, Doyen se reservaba una opción de salida (put option), por la que podría obligar al club a abonarle esa garantía sin alegar ninguna razón. La suma de las garantías de los siete jugadores ascendía a 6,3 millones. En el peor de los casos, Doyen ganaría un 26% de lo invertido.
Además, el Twente se comprometía a informar puntualmente al fondo de cualquier novedad sobre estos jugadores. Toda conversación, oferta o negociación debía pasar por Malta. Con semejantes condiciones, ¿hasta qué punto quedaría afectada la independencia del club a la hora de traspasar? El propio mercado ofreció una respuesta el pasado verano. El Eintracht de Frankfurt ofreció unos 2,5 millones por Castaignos, una cifra por debajo de lo esperado. Posibilidad 1: que el Twente no aceptase. Entonces Doyen hubiera ejercido su put option, que ascendía a 1,8 millones. Es decir, el club tendría que pagarle al fondo por quedarse con su propio delantero. Opción 2: que el Twente aceptase la oferta del Eintracht. Igualmente se debían respetar esos 1,8 millones de garantía de Doyen. El jugador se marcharía a cambio de un parte mayoritaria del traspaso, que iba al grupo inversor, y un pellizco (700.000 €) para el club. En cualquiera de los dos escenarios, Doyen veía satisfecha su cantidad pero en el segundo al menos el club ingresaba algo. No hace falta decir por cuál de los dos optó el Twente: Castaignos fue traspasado al Eintracht. Con estos contratos los clubes pueden verse forzados a traspasar a jugadores clave. De hecho, de los siete futbolistas ninguno continúa hoy en Enschede.
“Al final, la banca gana siempre”, opina el abogado deportivo Antoine Duval. Después de estudiar el caso, ha llegado a la conclusión de que “la persecución del éxito a toda costa lleva a firmar contratos irracionales”. Los equipos en una delicada situación económica suponen un objetivo fácil para estos fondos.
Aunque todos los trámites resultaran dudosos, la FIFA aún no los había prohibido. Por lo tanto, el club no tenía nada que temer… hasta que ‘Football Leaks’ empezó a filtrar información robada. En realidad, el primer acuerdo data del 27 de diciembre de 2013. Aquella versión inicial coincidía con la de febrero, salvo por dos artículos. El primero especificaba que si el club decidía ‘negarse a aceptar una oferta en contra de la recomendación del fondo’ estaría obligado a pagar la cantidad de garantía. El segundo subrayaba el conocimiento por parte del club de ‘la dureza y el peso de las consecuencias’ del acuerdo. El documento original ya indicaba que la política de traspasos de la entidad quedaría seriamente influida por el grupo inversor, y que tanto Doyen como el Twente sospechaban de la ilegalidad de su contrato. De ahí que se redactara una segunda versión, menos explosiva, en la que Doyen aparecía además como empresa consultora y gestora de los derechos de imagen de los futbolistas. La federación holandesa recibió esa versión; todo parecía limpio. Sin embargo, se trataba de un intento de fraude. El negligente comportamiento de los directivos aún puede acarrear la pérdida de categoría del equipo.
Mientras la federación iniciaba una investigación todavía en curso, el fondo de inversión y el club holandés optaban por poner fin a su relación el 25 de noviembre de 2015. También sobre este pasaje tiene algo que añadir ‘Football Leaks’. Como un mail del jefe de Doyen, Nelio Lucas, a sus colaboradores, esa misma mañana: ‘Démonos prisa, que nos paguen algo cuanto antes’. Al final, el Twente desembolsó 3,3 millones por librarse de Doyen. No fue la única amistad peligrosa trabada por el presidente Van der Laan. Según han revelado medios holandeses, ante la imposibilidad de abordar el fichaje del mexicano Jesús Corona en 2013, la directiva recurrió al Grupo Comercializador Conclave, cuyo representante legal, Rodolfo Córdova Dávila, salió de prisión hace siete años por lavar fondos para el cartel de Juárez. Conclave desembolsó 2,6 millones a cambio del 60% de la previsible salida de Corona del Twente. Ésta se produjo el verano de 2015, rumbo a Oporto: de los 10,5 millones pagados por el club luso, el Twente ingresó tres.
En la federación holandesa, estas prácticas no gustan. “Parece claro que estos grupos de propiedad de terceros, que sólo están en el fútbol para hacer dinero, ejercen una mala influencia en los clubes”, estima el portavoz de la KNVB, Koen Adriaanse. Si el Twente no hubiera cooperado con las pesquisas federativas, habría sido descendido; ahora tiene hasta mayo para remitir -por cuarta vez- la información requerida y esquivar la relegación administrativa. Acabe como acabe, el caso Twente supone un aviso a navegantes para muchos clubes europeos.
“Siempre repiten el mismo esquema: Doyen se aprovecha de equipos económicamente debilitados y les impone condiciones injustas. Esto es delictivo, además de dañino para los clubes”, teclea a través del correo electrónico el desconocido líder de ‘Football Leaks’. Él cree que la prohibición de la FIFA no frenará a los fondos de inversión, probablemente camuflados como consultores o intermediarios. Por su parte, Gerritsen y sus compañeros de ‘Twente unido’ prometen plantar batalla. Por primera vez en el fútbol holandés, los grupos de aficionados podrán formar parte del consejo de administración de los clubes. “Lo que ha pasado aquí no debe repetirse”.
*Descubre más sobre los fondos de inversión en el #Panenka51