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Y el pequeño Kramarić se hizo mayor

Kramarić, consolidado hoy como un delantero de referencia en la Bundesliga, no tuvo un camino fácil al éxito. Esbozamos la trayectoria del goleador croata

Mundial de Rusia de 2018. Esa selección croata que maravilló a propios y extraños, esa que una parte importante del mundo quería que ganara la Copa del Mundo ante la poderosa Francia. Ese equipo de 11 gladiadores, en el que daba igual quien metía los goles o quien recuperara el balón. De entre todos esos jugadores, hubo uno que me llamó especialmente la atención. Y no fue otro que Andrej Kramarić, que aparecía por todos los sitios del campo y jugó en todas las posiciones ofensivas de su combinado nacional: arrancó desde la punta, luego se desplazó a la banda, más tarde probó de enganche y también se situó más retrasado; de hecho, no era extraño verle en algún momento actuando de mediocentro ofensivo, participando no solo en la finalización de la jugada, sino también en su creación.

Kramarić se aleja mucho de la figura del ‘9’ clásico, que solo se mueve por el área. No es un Lewandowski o un Luis Suárez, pero es que tampoco es un segundo punta o un mediapunta al uso como podrían ser João Félix o Griezmann. El jugador del Hoffenheim destaca por ambas cosas, aunque en este arranque de temporada, es más bien por su faceta goleadora por lo que se ha convertido en uno de los delanteros de moda. Kramarić ha marcado en los cuatro compromisos oficiales en los que ha participado, sumando un total de ocho goles, seis de los cuales en liga para erigirse como el segundo máximo goleador de la Bundesliga.

El croata tuvo una infancia peculiar. Su gran pasión desde pequeño fue el fútbol, justo después de aprender a andar ya empezó a dar patadas a un balón. Su amor por el fútbol iba incrementando, a medida que su interés por las clases disminuyó. La única preocupación de aquel niño era quedarse sin amigos para jugar, ya que sus compañeros iban pasando de curso, mientras él se mantenía en la guardería.

 

Se aleja mucho de la figura del ‘9’ clásico, que solo se mueve por el área. No es un Lewandowski o un Luis Suárez, pero es que tampoco es un segundo punta o un mediapunta al uso

 

Josip Kramarić, padre del delantero, tomó la decisión más difícil de su vida cuando vio claro que a su hijo le iría mejor como jugador que como estudiante. Josip dejó que Andrej abrazara al fútbol como su pasión y lo trasladó al campo de entrenamiento del Dinamo de Zagreb. Años después, en una entrevista, el mismo jugador reconoció que le sorprendió la decisión que tomó su progenitor: “Un día, papá me metió en el automóvil y no me dijo a dónde íbamos”. Sin embargo, los entrenadores consideraron que Kramarić era demasiado bajo. En ese justo instante, el mundo se le derrumbó, pero todavía tenía que aparecer de nuevo la figura de su padre; Josip alegó que lo mejor para la academia era fichar a su hijo. Y acabó por convencerles.

Los años posteriores a aquel recuerdo fueron los de la consagración de Andrej, que tal vez no era el jugador más talentoso, pero que guardaba una relación con el gol inmejorable. Marcó 450 tantos con el equipo juvenil del Dinamo y lo tenía todo para ser la nueva estrella del primer equipo. Aunque nunca lo acabaría siendo.

A medida que quemaba las etapas de su desarrollo, en Zagreb veían cómo se iba diluyendo la figura de la máxima esperanza de la cantera. Hubo un momento en el que el airete incluso dejó de gozar de oportunidades, y entonces emigró. Fue en el Rijeka, con el que empezó a competir en calidad de cedido, donde todas esas virtudes por fin cristalizaron. El resto, como se acostumbra a decir, es historia. Andrej destronó al Dinamo, le birló la Supercopa de Croacia y el jugador apareció en el escaparate europeo. El Leicester -en zona de descenso en 2015- fue el más rápido en moverse y se hizo con sus servicios, pero Kramaric no acabaría consiguiendo ficha del primer equipo y solo disfrutaría de dos partidos. Sin oportunidades en el conjunto inglés, Andrej fue cedido al 1899 Hoffenheim. Su rendimiento fue excelente esa media temporada, y eso le sirvió para firmar un contrato de cuatro años con los germanos en mayo de 2016. Colocó al equipo de Sinsheim en uno de los grandes de Alemania, incluso apareció en las grandes pantallas europeas. En ese momento, Europa entera pudo decir que Andrej Kramarić se había hecho mayor. Un tipo que hoy, consolidado como un delantero de referencia de la Bundesliga, se ha erigido como una de las grandes revelaciones de este inicio de campeonato.

 


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Fotografía de Getty Images.