Pensar en el Olympique de Lyon es irremediablemente pensar en el pasado. El sabor añejo de su excelencia durante la década de los 2000. Un equipo que se puso de moda no solo en Francia, donde dominó y aplastó a su antojo, sino también en todo el continente. Temido en todos sitios. Entre el verano de 2001 y la primavera de 2008, los ‘Leones’ firmaron uno de los dominios más imperiales jamás vistos en las grandes ligas europeas: nadie consiguió birlarles el trono francés. Siete ligas consecutivas como siete soles. Después ha venido la tiranía del Paris Saint-Germain y sus petrodólares, que ha empañado un poco aquella gesta, es cierto; sin embargo, la dictadura del Olympique llegada con el nuevo milenio fue algo más romántica, algo más pura.
Que levante la mano quien nunca se aposentó en Lyon para dirigir a su equipo desde el banquillo de Gerland en el Modo Carrera del FIFA. Menudo gustazo ponerse en la piel de los Juninho, Benzema, Toulalan, Coupet, Govou, Abidal, Edmilson, Diarra, Essien, Malouda o Fred, entre muchísimos otros. No es esto un santoral, pero casi. Ídolos de toda una generación que atravesaron fronteras. Bien es cierto que el OL de aquella época manejaba a sus rivales domésticos como si de un videojuego se tratase. Mirando al palmarés, al que se le deben sumar otro puñado de copas nacionales, da la sensación que los de blanco, azul y grana jugaban en dificultad ‘principiante’. Pero hubo un día que el disco se rayó y en Lyon tocaron de pies al suelo. Se acabó la partida. No han vuelto a coronarse en 12 temporadas, en las que, por lo menos, han conseguido mantenerse casi siempre en la aristocracia gala, hasta este año.
Simular para lo importante
Resulta sorprendente ver al Olympique de Lyon en las semifinales de la Liga de Campeones de este curso, no nos engañemos. Pero es aún más inverosímil si analizamos la actuación de los ‘Leones’ en un campeonato doméstico que por culpa de la pandemia bajó definitivamente la persiana antes de concluir, a diferencia de otras. A diez jornadas para el final de la Ligue 1, la competición cerró el telón con el Olympique de Lyon en séptimo lugar. La realidad nos dice que, a no ser que se lleven la ‘Orejona’, no jugarán en Europa la próxima campaña. Los números también manifiestan que es la primera vez desde el curso 2013-14 que los lioneses se ven apeados de los cuatro primeros puestos de la clasificación francesa. De hecho, muy lejos de la zona Champions y empatados a puntos (40) con Montpellier y Mónaco, octavo y noveno respectivamente. A priori, un fracaso, una hecatombe. Pero las cifras no deben ser vistas a simple vista, porque ya dejan entrever detalles y explicaciones de por qué los franceses están llegando tan lejos.
A diez jornadas para el final de la Ligue 1, la competición cerró el telón con el Olympique de Lyon en séptimo lugar
Uno de los números más importantes es el balance de goles a favor y en contra. En liga, el Olympique de Lyon cosechó 42 tantos en las fechas disputadas, unos registros aceptables. Sin embargo, el pilar del equipo es la rocosidad de su retaguardia. Con tan solo 27 dianas en contra, el promedio acabó siendo menor a un gol encajado por partido, firmando los cuartos mejores números del campeonato. A pesar de las buenas actuaciones en la parcela defensiva, los de Rudi García acosaron dos factores clave: la inconsistencia y los tropiezos en el Parc Olympique Lyonnais, ya que solo cinco escuadras hicieron un peor papel como local. Hay talento, pero algo no acababa de funcionar. Aunque quizás lo que pasaba es que los muchachos ‘blancs’ -una plantilla muy joven-, como tantos otros de mi generación, viven en mentalidad Play Station. Simular los partidos que son rutinarios y faltos de trascendencia para ir directamente a disputar los encuentros en los que toca dar el callo. Aquellos que son un caramelo. Aquellos que dirimen si una temporada es buena o mala. Aquellos, sin ir más lejos, que deciden la fase final del máximo torneo continental.
Bendito parón
El OL no es la única sorpresa en las semifinales de la competición de las estrellas. El RB Leipzig también arañó un billete para la antesala de la gran final. Franceses y alemanes ya habían coincidido en una fase de grupos en la que los de la bebida energética acabaron líderes con once puntos. Los lioneses sudaron tinta china para meterse en las eliminatorias y, con ocho, les bastó el margen de un punto sobre Benfica y Zenit. Un grupo G sin cocos ni cenicientas, muy nivelado, y que ha acabado aportando la mitad de los últimos cuatro equipos con vida. Asombroso, sin duda. Después llegaron los octavos ante la temible Juventus, pero los pupilos de Rudi García no se encogieron. La tremenda victoria en casa (1-0), en la ida, la siguió el parón por la Covid-19. Y de Istanbul se pasó a Lisboa.
No disputan las semifinales desde la temporada 2009-10. Precisamente, en aquel entonces solo el Bayern de Múnich les separó de la final
La nueva normalidad llegó de la mano de la vuelta de aquella eliminatoria. Los elementos del cóctel insinuaban que el trago para los franceses sería amargo: casi cinco meses sin competir, y la Juve se plantaba al partido tras coronarse como campeona italiana y con la inercia competitiva bien engrasada. Sin embargo, paradójicamente, el parón benefició al Olympique de Lyon. El 2-1 en el Juventus Stadium le aseguró, contra todo pronóstico, la presencia en Portugal. Y ya en el país luso, han tenido la osadía de cargarse a uno de los principales púgiles del cuadro: el Manchester City. Con todo, pase a unas semifinales que no disputan desde la temporada 2009-10. Precisamente, en aquel entonces solo el Bayern de Múnich les separó de la final del Bernabéu. El destino ha querido que, una década después, los galos tengan la oportunidad de tomarse su revancha frente a los bávaros. No será nada fácil. Aunque tampoco nadie daba un duro por ellos ante Juve y City.
Juventud, divino tesoro
No empezó demasiado bien la temporada en Lyon. El brasileño Sylvinho tomó el relevo de Bruno Génésio pero naufragó en su primera experiencia como técnico; fue fulminado antes de cumplir los tres meses en el cargo, al acumular siete encuentros de liga sin salir victorioso. El francés Rudi Garcia acudió al rescate e impuso un estilo de juego que ha acabado encajando con las características de la plantilla. El 5-3-2 propuesto por el ex técnico del Olympique de Marsella permite sacar el máximo provecho de la veteranía y de la juventud de la escuadra. La defensa, dura de roer, es la línea que tiene un promedio de edad más alto: Denayer, con 25 años, acompaña a Marçal (31) y Marcelo (33) en el eje. La portería también está bien cubierta por alguien que lleva ya unos años en el negocio: Lopes, de 29 primaveras. A partir de aquí, pólvora para salir al contraataque. Si algo gusta a los lioneses es el espacio. Que se lo digan a Pep Guardiola. Los tres responsables de la locomotora del equipo son pura frescura. Aouar y Guimarães tienen 22, por solo los 20 de Caqueret, un mocoso. Dubois (25) y Cornet (23) apuñalan por las bandas. Y arriba del todo, la juventud y la experiencia se encuentran para marcar los tantos. El capitán Memphis Depay (26), Dembélé (24) y Toko Ekambi (27) empiezan a saber ya de qué va esto de perforar la red. Además, gozan de una lujosa rotación entre ellos.
La juventud trae pólvora para salir al contraataque. Si algo gusta a los lioneses es el espacio. Que se lo digan a Pep Guardiola
Una plantilla de futuro que, para sorpresa de muchos, está consiguiendo sacar réditos ya en el presente. Y esta es una de las mayores virtudes del Olympique de Lyon: un club con muy buen ojo en las categorías inferiores y con una cantera con muchos quilates. Nombres como Lopes, Aouar o Caqueret llevaban tiempo vistiendo la camiseta blanca con franjas azulgranas antes de dar el salto al primer equipo. Asimismo, mirando atrás en el tiempo, otros futbolistas que pasaron por su academia nos suenan familiares: Benzema, Lacazette, Martial, Tolisso, Umtiti, Diakhaby, Fekir, Gonalons, Rémy o Ben Arfa. Casi nada. Aún así, si el talento joven no se halla en casa, se invierte una cantidad de dinero nada disparatada buscando aquellas promesas que encuentren en Lyon su pista de despegue. Y cuando aquellos que consiguen volar tan alto que se meten entre las estrellas se van, no lo hacen a cualquier precio. Un buen negocio.
En esta ciudad del centro-este de Francia todos los ojos, orejas y corazones estarán pendientes de lo que suceda en Lisboa. La gloria continental no está lejos. Quizás el equipo femenino del Olympique de Lyon pueda indicar el camino a sus compañeros hacia su primera ‘Orejona’, que de eso saben bastante. Reinas europeas con seis títulos en sus vitrinas. Nadie ha ganado tanto como ellas. Mientras tanto, seguro que Memphis, Dembélé, Aouar y compañía ya han levantado, joysticks entre manos, la Champions League desde su hotel de concentración. Al menos la Play Station les permite estas pequeñas licencias. Ahora toca pasar de lo virtual a lo real.
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Fotografía de Getty Images.