Ernesto Valverde se marchó del Athletic al finalizar la temporada 2004/2005. No fue, ni de lejos, la despedida soñada. Fue un adiós amargo, marcado por varias decepciones inesperadas. La más importante, su falta de sintonía con el nuevo presidente del club, Fernando Lamikiz, que se especializó en tomar decisiones equivocadas contra viento y marea: desde inscribir al equipo para la próxima Intertoto hasta realizar renovaciones, compras y traspasos sin consultar con el director deportivo, Andoni Zubizarreta.
Lamikiz bramó después que le había ofrecido la renovación a Valverde en una reunión de siete horas, pero ‘Txingurri’ no quiso seguir a las órdenes de un presidente que tenía todas las papeletas para estrellarse a las primeras de cambio, como efectivamente ocurriría unos meses más tarde. Lamikiz, cada vez más aislado dentro del club y más criticado por la afición, acabó dimitiendo después de que el Athletic rozara el descenso a Segunda la temporada siguiente.
Sin embargo, Valverde también recibió varios golpes deportivos en la recta final de su etapa que le impulsaron a dejar el Athletic. Todo empezó a derrumbarse el 27 de febrero de 2005, cuando los leones fueron eliminados de la Copa de UEFA por el Austria de Viena: 0-0 en la ida y 1-2 en San Mamés. Nadie esperaba que, después de una notable fase de grupos –incluyendo el histórico 1-7 de Lieja– el Athletic quedara apeado del torneo en dieciseisavos de final y contra un equipo bastante menor. Lamikiz, con su locuacidad habitual, se apresuró a calificar la eliminación de “fracaso“.
Pero la decepción con mayúsculas llegó el 12 de mayo. El Athletic tenía una oportunidad de oro para disputar la final de Copa, su competición más querida. Tras eliminar a la Cultural Leonesa, al Lanzarote y al Valladolid, los rojiblancos se medían al Betis. La ida, como la de Viena, terminó 0-0. En la vuelta, con San Mamés a reventar, el equipo se vio incapaz de marcar un solo gol. En la tanda de penaltis, Ezquerro y Del Horno –que curiosamente iban a dejar el club a final de temporada– fallaron los lanzamientos decisivos. El Betis se clasificó para la final y, además, se proclamó campeón.
El Athletic, hundido en una depresión, bajó los brazos en la Liga y se despidió de sus opciones UEFA con tres derrotas consecutivas ante Mallorca (4-3), Numancia (0-2) y Espanyol (2-0). Valverde decidió que le vendría bien un año sabático.
Entre Grecia y España
En junio de 2006, ‘Txingurri’ fichó como entrenador del Espanyol, equipo del que también había sido jugador. En los dos años que estuvo en el banquillo periquito su trayectoria fue irregular, pero es recordada sobre todo por haber llegado a la final de la Copa de la UEFA 2006/2007, que perdería con el Sevilla; de nuevo, con una tanda de penaltis de por medio. En la temporada siguiente, Valverde mantuvo al Espanyol en zona Champions hasta principios de la segunda vuelta, pero el equipo se hundió drásticamente con el paso de las jornadas y acabó en un triste 12º puesto. El presidente blanquiazul, Daniel Sánchez Llibre, aseguró haber ofrecido la renovación al técnico, pero éste la rechazó: “El ambiente alrededor del equipo no es el mejor, y ésta es la mejor decisión, tanto para mí como para el club“.
Valverde inició entonces su periplo por el fútbol griego como entrenador del Olympiacos, donde por fin logró los trofeos que se le habían escurrido en Bilbao y Barcelona. Ganó tres Súper Ligas y dos Copas, contando con dos viejos conocidos del Athletic en sus filas: Fran Yeste y Pablo Orbaiz. La pega es que no llegó muy lejos en la Champions ni en la Europa League. Dio guerra en las fases de grupos, pero nunca pasó de dieciseisavos.
Tampoco se le escapa a nadie que el fútbol griego poco tiene que ver con el poderío y el prestigio del español. De ahí que Valverde siempre haya querido volver a la Liga. Al final de su primera temporada en el Olympiacos aceptó una oferta del Villarreal, en la que sin duda fue su experiencia más frustrante: eliminado de la Copa del Rey por el Celta y con una trayectoria errática en Liga, fue destituido a mitad de temporada pese a seguir vivo en la Europa League. El Olympiacos volvió a contratarlo, y esta vez Txingurri se quedó dos años consecutivos, hasta junio de 2012.
Un regreso esperado
Ese verano, Valverde tuvo serias opciones de regresar al Athletic. Marcelo Bielsa había terminado su primera temporada como entrenador rojiblanco, en la que había logrado los subcampeonatos de Copa y Europa League. Pero el bajón moral que supuso perder ambas finales, la marcha de Javi Martínez, la renuncia de Fernando Llorente y el tono agrio que adquirió la relación entre Bielsa y el presidente, Josu Urrutia, estuvo a punto de provocar la marcha del técnico argentino. Finalmente, Bielsa se quedó; pero con Valverde libre y un ex compañero en la presidencia, parecía que el reencuentro era cuestión de meses.
Pero este reencuentro estuvo muy cerca de no producirse después de que, a finales de 2012, el Valencia destituyera a Pellegrino y le ofreciera el cargo a Valverde. El reto era grande: sentarse en un banquillo caliente, alejar al equipo del descenso y clasificarlo para Europa, además de hacer un papel digno en la Champions League.
Valverde aceptó el desafío y cumplió las expectativas. El Valencia fue el tercer equipo que más puntos ganó desde su llegada, ascendiendo del 12º al 5º puesto en cinco meses. Pese a perder la plaza de Champions en la última jornada, la exigente afición ché valoró positivamente el trabajo de ‘Txingurri’. Manuel Llorente estuvo muy cerca de renovarle pero, tras pensarlo mucho, Valverde rechazó la propuesta: “Estuvo a punto de renovar, pero el entorno del Valencia es bastante convulso. Siempre ha sido así y creo que en cierta medida es algo natural“.
Con el técnico otra vez sin equipo y Bielsa definitivamente fuera del Athletic, ahora sí era cuestión de días que ambos llegaran a un acuerdo. Urrutia necesitaba a un hombre de confianza –y a un amigo– después de la tortura que han supuesto estos últimos meses para él. Valverde también entendía que era el momento de cerrar el círculo, de volver a Bilbao para iniciar un nuevo proyecto que le permita conseguir los títulos que se le resistieron hace ocho temporadas. No será fácil: debe recomponer una plantilla diezmada por las bajas de sus futbolistas internacionales, sin un once tipo consolidado y en un nuevo estadio que todavía estará en obras. Pero, como el propio Valverde dijo en su presentación, la experiencia y la madurez que ha adquirido fuera de Bilbao deben ayudarle a contrarrestar todas estas dificultades.