Corría el año 1893 cuando se fundó el Fútbol Club Porto y se encontró con una sociedad portuguesa que apenas conocía el fútbol. Ante semejante panorama la realidad del club fue inexistente hasta que, en 1906, se refundó con el mismo nombre, esta vez sí, para ir en serio, como lo prueba el hecho que durante sus primeros años conquistara todos los títulos que se le ponían por delante.
El aspecto blanquiazul de su camiseta no fue elegido al azar: se pretendía otorgar al club una fuerte identidad nacional y para ello se tomaron prestados los colores de la entonces bandera real portuguesa. Tras la revolución republicana del 5 de octubre de 1910, la bandera tradicional de la monarquía constitucional fue abolida y el Estado promovió un concurso de banderas para representar al nuevo gobierno, donde acabaría por elegirse la actual roja y verde. En cambio, el FC Porto ha mantenido esos motivos fundacionales hasta el día de hoy.
El verdadero símbolo del FC Porto y de su ciudad no tiene que ver con los colores. Si observamos la parte superior de su escudo, lo encontramos: ahí asoma, imponente, el dragón. Se dice que protege a sus seguidores
Aunque el verdadero símbolo del FC Porto y de su ciudad no tiene que ver con los colores. Si observamos la parte superior de su escudo, lo encontramos: ahí asoma, imponente, el dragón. Se dice que este ser mitológico siempre protege a sus seguidores de los adversarios y que con él los habitantes de Porto nunca se rinden y se llenan de un irrenunciable espíritu conquistador.
Tal es la importancia que tiene la mencionada simbología para el club más laureado de Portugal, que en 2003, lejos de de las tendencias actuales y huyendo de la idea de bautizar a su nuevo estadio con un nombre comercial que pudiera reportar ingresos extra, se le denominó precisamente ‘Estadio do Dragâo’.
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