Hace tiempo que la presencia del Villarreal en fases finales europeas dejó de sorprender al mundo del fútbol. El municipio de la Plana Baixa, de poco más de 50.000 habitantes, ha pasado de frecuentar los estadios de Segunda División a codearse con las grandes plantillas del Viejo Continente en cuestión de dos décadas. Una vez culminada la conquista de Turín (0-3 ante la Juventus), el ‘Submarino Amarillo’ deberá salir victorioso en el Allianz Arena de Múnich si quiere hacerse un hueco entre los cuatro mejores equipos de la Champions. El Bayern se presenta como un rival temible, es cierto, pero eso no ha evitado que un pequeño déjà vu con marcado acento argentino recorra la mente del aficionado.
La titularidad de Rulli, Foyth y Lo Celso en el Estadio de la Cerámica ante la Juventus fue como dar una vuelta en el DeLorean de Emmett Brown: nos trasladó a las noches más memorables del conjunto ‘groguet’. En la Champions de 2006, el Villarreal también afrontó la ida de los cuartos de final ante el Inter de Milán con tres argentinos en el once titular: Gonzalo Rodríguez, Sorín y Riquelme. Forlán adelantó al ‘Submarino’ en los primeros instantes, pero su tanto fue neutralizado por los de Adriano y Obafemi Martins. La fórmula se repitió en la vuelta, con Arruabarrena en lugar de Gonzalo. La apuesta de Pellegrini fue acertada, pues el lateral argentino marcó el tanto que confirmaba la presencia del Villarreal en semifinales. Una gesta que, si se llega a explicar diez años atrás, ni tan siquiera los más optimistas hubiesen creído posible.
La llegada de Fernando Roig al palco del antiguo El Madrigal en marzo de 1997 cambió para siempre el destino del Villarreal, tanto en lo deportivo como en lo institucional. El club, cuyo mayor éxito hasta entonces consistía en lograr la permanencia en la división de plata, creció a un ritmo frenético. Paradójicamente, esta evolución no podría entenderse sin una figura que ya formaba parte del organigrama ‘groguet’ antes de la llegada del Roig: José Manuel Llaneza. “Un presidente debe saber de gestión, tener sentido común y rodearse de gente válida”, nos confesaba el actual máximo mandatario del Villarreal en el #Panenka38. Y Llaneza era más que válido en cada una de las funciones que desempeñaba.
“Llaneza creía que los jugadores del Este tenían más dificultades para adaptarse. A los formados en el fútbol argentino, sin embargo, era traerlos y a competir”
Desde el primer momento, el vicepresidente del Villarreal tuvo claro sobre qué bases cimentar el crecimiento del club. Al no poder acudir a los principales mercados debido a los elevados costes de las operaciones, el conjunto ‘groguet’ debía sondear alternativas más económicas, como las ligas de Rusia o Rumanía. Sin embargo, estas opciones no terminaban de ser de su agrado. “Llaneza creía que los jugadores del Este tenían más dificultades para adaptarse y entender el juego. A los formados en el fútbol argentino, sin embargo, era traerlos y a competir”, explica Javier Mata, periodista que sigue la actualidad del Villarreal para el diario As.
“Si algún día desaparezco, buscadme en Buenos Aires”. Llaneza quedó prendado de Argentina en sus múltiples viajes, donde entendió que este mercado futbolístico era clave para nutrir su proyecto deportivo. Gracias a su gran relación con Mauricio Macri, por aquel entonces presidente de Boca Juniors, comenzó a tantearlo con las llegadas de Claut o Gaitán. Sin embargo, Fernando Roig propició que estos fichajes alcanzasen otra dimensión. El primer golpe de efecto se produjo con Diego Cagna. El hasta entonces capitán de Boca aterrizó en Villarreal con un doble objetivo: ascender al equipo a Primera División y actuar como reclamo para sus compatriotas. Si algún futbolista tenía dudas sobre en qué club dar el salto al Viejo Continente, Cagna le hablaba maravillas del ‘Submarino Amarillo’ y su proyecto. De este modo, se gestaron los fichajes de Arruabarrena y Martín Palermo. Tres titulares de Boca cerrados en cuestión de un año.
“¿Palermo al Villarreal? ¡No me joda!”
La célebre frase de Maradona ejemplifica a la perfección el shock que supuso la llegada de Palermo. Hasta ese momento, once jugadores argentinos habían desfilado por el conjunto ‘groguet’, pero ninguno con el estatus del goleador de Boca Juniors, que venía de marcar un doblete contra el Real Madrid en la final de la Intercontinental. Su contratación, que sorprendió a propios y extraños, marcó un antes y un después en la historia del club. No por su rendimiento deportivo, pues una grave lesión truncó su carrera en el Villarreal, sino por el efecto dominó que desencadenó: Pizzi, Battaglia, Gonzalo Rodríguez, Sorín y Román. Sobre todo Román. “El esfuerzo económico realizado con Palermo se vio recompensado con la llegada de Riquelme”, relata Vicent Chilet, periodista de Superdeporte. Por primera vez, se pudo convencer a un jugador de primer nivel en base al proyecto deportivo.
La plantilla rebosaba talento, pero el paso definitivo para alcanzar el éxito se produjo desde el banquillo. La llegada de Pellegrini elevó el techo competitivo de un Villarreal que sabía a lo que jugaba. El técnico era chileno, pero su estancia en los banquillos de River Plate le llevó a enamorarse del fútbol más canchero y del juego asociativo. Entrenador y jugadores estaban en sintonía, entendían el fútbol de la misma forma. Y los logros llegaron solos: clasificaciones para Europa, unas semifinales de la Champions, un subcampeonato en Liga… El Villarreal se había convertido en un conjunto temible.
Una nueva dimensión
Roig y Llaneza lograron situar al Villarreal en el mapa futbolístico en apenas una década. A partir de ese momento, el reto estaba en mantenerse. Por desgracia, los buenos momentos son efímeros, y una vez alcanzada la cima, la plantilla comenzó a descomponerse. Primero fue Riquelme, que en cuestión de un año se enemistó con la directiva. Después, el Atlético contrató los servicios de Forlán y, para más inri, convenció a un joven talento cuya estela llevaba tiempo siguiendo el ‘Submarino Amarillo’: el ‘Kun’ Agüero. La estocada definitiva llegó por parte del Real Madrid, que les arrebató a Pellegrini.
A pesar de los contratiempos, el proyecto no tambaleó, ya que se dedicaron esfuerzos en otros campos para favorecer el crecimiento del club. “Lo primero era crear una ciudad deportiva, esa fue la primera piedra de este Villarreal”, señaló Roig en la entrevista para esta revista. Mientras Román y compañía cosechaban éxitos, una nueva hornada de futbolistas se estaba cocinando a fuego lento en las categorías inferiores. Cuando la primera generación dorada se extinguió, la nueva estaba preparada para tomar el testigo. Sin embargo, los primeros pasos de la cantera ‘grogueta’ no fueron fáciles.
Villarreal es un pueblo pequeño, Castellón una ciudad pequeña y el referente en fútbol base del territorio era el Valencia. La solución, por lo tanto, residía en buscar el talento fuera, y para ello se aprovechó la red de ojeadores que ya existía en Argentina. Para evitar episodios similares al no fichaje del ‘Kun’ Agüero, el Villarreal comenzó a asistir a todos los Mundiales y Sudamericanos de categorías inferiores para fijarse en las figuras emergentes. De allí se reclutó a Marco Ruben, Musacchio, Leo Suárez y Nahuel Leiva. Paralelamente, se llegó a un acuerdo la escuela ADIUR de Rosario para que, anualmente, una decena de futbolistas entrenasen en la ciudad deportiva del Villarreal. Geralnik, recientemente convocado con la selección albiceleste, constituye el ejemplo más reciente de que el talento exportado de la escuela rosarina puede tener proyección en el ‘Submarino Amarillo’.
Rulli, Foyth y Lo Celso crecieron viendo las gestas de Riquelme y compañía por televisión. Ahora disponen de la oportunidad de emularlas
En la actualidad, los talentos emergentes se han mezclado con grandes traspasos para confeccionar una plantilla ambiciosa. Gracias al músculo económico adquirido con los éxitos deportivos y ventas multimillonarias -por ejemplo, la de Eric Bailly al Manchester United por 40 millones de euros- el Villarreal no está obligado a rastrear mercados secundarios y terciarios para perfeccionar su esquema, y ha podido afrontar operaciones antes inimaginables como las de Alcácer o Gerard Moreno. Pero esa ‘filia’ por el talento argentino sigue presente, y así lo refleja la llegada de Rulli, Foyth y Lo Celso.
En la cesión del hasta ahora centrocampista del Tottenham, la historia ha jugado un papel fundamental. “Gio había cerrado un acuerdo con un club de la liga francesa, pero frenó las negociaciones en cuanto conoció el interés del Villarreal”, explica Javier Mata. Lo Celso, igual que Rulli y Foyth, pertenece a una generación de argentinos que creció viendo las gestas de Riquelme con la elástica del Villarreal por televisión. Román, igual que Arruabarrena, Sorín y muchos otros, conectaron para siempre al pequeño municipio de la Plana Baixa con el pueblo argentino. Ahora, una nueva hornada de talentos albicelestes dispone de la oportunidad de emular sus hazañas.
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Fotografía de Imago.