31 de agosto de 1998. Santiago Bernabéu. El Villarreal CF, un equipo de una ciudad castellonense de apenas 50.000 habitantes, disputa su primer partido en la máxima categoría del fútbol español. Y cuando solo se llevan tres minutos de juego Gica Craioveanu inaugura la cuenta goleadora de los amarillos en Primera. 575 partidos después, con dos descensos a Segunda División de por medio, el Villarreal ha alcanzado el liderato de la Liga BVVA por vez primera en su historia.
Pese a que el Villarreal llegó a ser colíder hasta en tres ocasiones, el liderato en solitario siempre se le había atragantado. Y el trayecto para llegar hasta aquí no ha sido precisamente un camino de rosas. Además de los dos citados descensos el equipo se ha visto obligado a reinventarse temporada tras temporada ante la marcha de sus mejores jugadores a clubes más poderosos. Diego Forlán, Giuseppe Rossi, Santi Cazorla, Luciano Vietto, Diego Godín, Borja Valero o Diego López son solo algunos ejemplos de este fenómeno migratorio.
Especialmente duro fue el golpe de la temporada 2011-2012. La campaña empezó con la clasificación para la que sería su tercera participación en la Champions League tras deshacerse del Odense danés en la previa. El Villarreal quedó encuadrado en el grupo de la muerte con Bayern, Manchester City y Nápoles y se despidió de la máxima competición continental sin sumar un solo punto. Pero lo peor aún estaba por llegar. El mal arranque en Liga fue una losa para el equipo y se llevó por delante hasta dos entrenadores. Lotina fue el último recurso de Roig para tratar de evitar el desastre.
Un punto en las dos últimas jornadas habría bastado para lograr la salvación, pero dos goles en las postrimerías de ambos partidos, unidos a una carambola en Vallecas condenaron al Villarreal. Primero fue Jonas en Mestalla quien, con el tiempo ya cumplido, marcó el gol de la victoria para un Valencia que no se jugaba nada. Pero fue Falcao con un certero cabezazo a escasos minutos del final quien puso la puntilla al Submarino y dejó frío a El Madrigal en pleno mes de mayo. El sueño se tornó en pesadilla. De la Champions a Segunda. Como el Celta de Cavallero, Sylvinho, Berizzo, Luccin, Gustavo López y Mostovoi en la temporada 2002-03.
El renacimiento
Tocaba reinventarse. Olvidar los éxitos pasados y poner los pies en el suelo. Diego López, Gonzalo, Borja Valero, Nilmar y Marco Rubén, entre otros, abandonaron la disciplina amarilla y se confió en la experiencia de jugadores como Senna, Bruno y Cani y en la ilusión y el hambre de canteranos como Mario, Manu Trigueros, Musacchio o Jaume Costa. Para el banquillo se apostó por el experimentado Manolo Preciado, pero la mala suerte parecía seguir instalada en Villarreal. El técnico cántabro falleció en un hotel de Valencia justo el día antes de ser presentado por el club. Otro golpe más. Finalmente fue Julio Velázquez -hasta entonces entrenador del filial- quien tomó las riendas del equipo. Los malos resultados en la primera vuelta condenaron al joven técnico, y Roig fue entonces a por el entrenador que ya había sondeado tras el triste episodio con Preciado, Marcelino García Toral. El asturiano aceptó el reto y devolvió al equipo a Primera tras un gran final de campaña no exento de sufrimiento.
Pocos imaginaban ese lunes veraniego de hace 17 años que aquel tímido equipo que vestía camiseta amarilla, pantalón azul y medias azules con franja amarilla y que acabaría sucumbiendo 4-1 ante el Real Madrid de Hierro, Redondo, Seedorf, Mijatovic, Morientes y Raúl, estaría hoy jugando su decimosexta temporada en Primera
Se había logrado lo más difícil, regresar a Primera en tan solo un año, pero aún quedaba mucho por hacer. Tras una magnífica temporada, el Villarreal terminó en sexta posición y se clasificó para la Europa League. En la siguiente campaña, el conjunto de Marcelino mejoró sus prestaciones y llegó a disputar las semifinales de la Copa del Rey por primera vez en la historia del club. Nuevamente, el Villarreal terminó en un meritorio sexto puesto que le clasificaba directamente para disputar la Europa League.
El buen hacer del Submarino no pasó inadvertido y pronto empezaron a llegar ofertas por sus mejores jugadores. Vietto, Giovani dos Santos, Uche, Gerard Moreno, Cani, Gabriel y los cedidos Cheryshev y Campbell abandonaron el club este pasado verano. La parcela ofensiva del equipo se quedó bajo mínimos y tocó volver a reinventarse. Roig no escatimó esfuerzos y el Villarreal fue el quinto club español que más dinero gastó -tras Valencia, Atlético, Real Madrid y Barça- con 42 millones de euros invertidos. El club volvió a hacer gala de su buena fama en los despachos y se reforzó con jugadores de renombre como Soldado, Adrián López, Léo Baptistao y Denis Suárez, y otros menos conocidos como Samu Castillejo, Samu García, Bakambu y Aréola. Y la apuesta no ha podido salir mejor, pues estos junto con los Bruno, Mario, Bailly, Víctor Ruiz y Manu Trigueros han sido los encargados de situar al Villarreal en lo más alto de la clasificación.
Pocos imaginaban ese lunes veraniego de hace 17 años que aquel tímido equipo que vestía camiseta amarilla, pantalón azul y medias azules con franja amarilla y que acabaría sucumbiendo 4-1 ante el Real Madrid de Hierro, Redondo, Seedorf, Mijatovic, Morientes y Raúl, estaría hoy jugando su decimosexta temporada en Primera. Y mucho menos que habría alcanzado unas semifinales de Champions League y otras dos de Europa League.
“¿Qué es la vida? Una ilusión […] toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.
Y, como Segismundo, en eso están los aficionados amarillos, soñando en grande. Tras lograr la hazaña de liderar la liga en los tiempos de monopolio de los grandes, el Villarreal persigue ahora otro de sus grandes sueños, el de inaugurar su palmarés. Y parece que ya no habrá nada ni nadie que les pueda privar de soñar en amarillo.
*Dato de Alexis Martín-Tamayo “Mister Chip”