Belgrado, 8 de mayo de 1991. Sinisa Mihajlovic, con 21 años, se dispone a jugar su primera final de Copa con el Estrella Roja. Fichado esa misma temporada de la Voivodina, el talentoso centrocampista está nervioso: en los últimos días no ha conseguido hablar con sus padres. Natural de la región de Eslavonia, en la frontera entre Croacia y Serbia, Mihajlovic sabe que en su Vukovar natal se están produciendo incidentes entre nacionalistas croatas y serbios. Hay muertes, emboscadas. La región esta estallando y, con ella, toda Yugoslavia. Faltan pocos días para el inicio de la guerra que estremecería al viejo continente.
Mihajlovic salta al césped del estadio JNA del Partizan, sede de la final, intentando centrarse en el partido. No es fácil, pues el Estrella Roja se ha clasificado para jugar la final de la Champions League y la Copa es un título secundario. Pero el rival es el Hajduk Split. Croatas contra serbios justo cuando la tensión esta por las nubes. Todo el mundo tiene claro que será un partido duro. En las gradas, pocos hinchas croatas. Los ultras del Estrella Roja aparecen en las gradas con pasamontañas, cantando canciones de odio y con banderas nacionalistas serbias. Sobre el césped, estalla la batalla.
Pocos partidos podían concentrar tanto talento en 1991 como ese Estrella Roja-Hajduk. El equipo serbio formó con Stojanovic, Radinovic, Marovic, Najdoski, Belodedici, Jugovic, Prosinecki, Mihajlovic, Pancec, Savicevic y Binic. Los croatas con Mihacic, Hadziabdic, Kovac, Stimac, Setinov, Bilic, Kozniku, Mise, Boksic, Vucevic y Jarni. Pero la tensión se impone a la calidad y el partido se convierte en un reto para el bosnio Fazlagić, colegiado del partido. Mihajlovic, tipo de sangre caliente, se pasará todo el partido intentando lesionar a Igor Stimac. Al final del partido, se justifica afirmando que Stimac le ha gritado en pleno partido “ojala nuestros chicos maten a toda tu familia en Borovo”, admitiendo que desde ese momento se olvidó del partido. A los 65 minutos Alen Boksic marca el 0-1 para el Hajduk. Cinco minutos después, Mihajlovic caza a Kovac en una entrada criminal y se forma una tangana. Ante Mise, natural de Eslavonia como Mihajlovic, agarra por el pelo al centrocampista serbio, que se marcha expulsado. Stimac y Slaven Bilic se pelean con Najdoski. Stimac también acaba expulsado. Cosas del destino, estos dos hombres son ahora los seleccionadores de Serbia y Croacia. Y las dos selecciones se ven las caras en Zagreb en partido de clasificación para el Mundial esta tarde.
El estadio Maksimir de Zagreb ya vivió un duelo de alta tensión en 1999, cuando Yugoslavia empató 2-2, resultado con el que se clasificó para la Eurocopa’2000, eliminando a la generación de oro del fútbol croata. Esa que llegó a las semifinales del Mundial francés. Pero en 1999 el nombre de Yugoslavia escondía solo a serbios y montenegrinos, así que hoy viviremos el primer Croacia-Serbia de carácter oficial. En 1999 la hinchada croata silbó un himno que los jugadores visitantes no amaban para nada. Era un viejo símbolo de un estado ya muerto, el yugoslavo. Pero hoy sonará Bože pravde, el histórico himno serbio escrito en el siglo XIX.
Mihajlovic está destinado a ser uno de los grandes protagonistas del partido. Futbolista genial y entrenador más discutido, Mihajlovic siempre camina acompañado de la polémica. Pese a tener parte de la familia en Croacia, se define como nacionalista serbio y ha impuesto a sus jugadores una serie de condiciones para jugar con la selección, como cantar el himno nacional. Por este motivo, Mihajlovic no convoca a uno de sus mejores hombres, Adem Ljajic, pues pertenece a la minoría musulmana serbia y no canta un himno que cita al Dios ortodoxo en su texto. Curiosamente, Mihajlovic nunca cantó el himno yugoslavo cuando era jugador, como en ese partido de 1999. Pero una vez se recuperó el himno histórico del Reino de Serbia, ha impuesto esta norma.
Mihajlovic contó en una entrevista publicada por #Panenka02 cómo su familia casi pierde la vida en la guerra. Y cómo ‘Arkan’, el famoso criminal de guerra serbio, le llamó por teléfono cuando ocupó la ciudad de Vukovar preguntándole qué tenía que hacer con un croata que decía ser su tío. “Te lo mando a Belgrado o lo mato”, soltó Arkan, antiguo jefe de los ultras del Estrella Roja. Mihajlovic se llevó a Belgrado a su tío croata, que vivió enfurruñado hasta que pudo volver a su país. El actual entrenador serbio admite que Arkan cometió crímenes, pero lo define como “un héroe”. Por eso cuando este fue asesinado, los ultras del Lazio le rindieron honores en el estadio como muestra de respeto a Mihajlovic, entonces jugador del club romano.
EL AMIGO DE ARKAN
La figura de este centrocampista con un guante en el pie y veneno en la lengua (fue sancionado por insultos racistas en tres ocasiones) no es fácil de juzgar. Fue amigo de Arkan, pero también ha admitido que cometió errores marcado por la guerra. “Mi mejor amigo de joven era un croata. Un día entró en casa de mis padres armado y dijo que si no se largaban, los mataría. Disparó contra mis fotos, así que mis padre huyeron asustados. Luego demolió nuestra casa”. Pero el amigo, antes de ese famoso partido en Zagreb de 1999, lo visitó en el hotel de concentración y le explicó cómo fue amenazado por las milicias croatas para que expulsara a la familia Mihajlovic, serbia. “Era para demostrar que era un buen croata. Sabían que era tu amigo. Pensé que era mejor derribar la casa pero salvar a tus padres”. Mihajlovic lo perdonó.
Esta semana Mihajlovic vuelve a Zagreb 14 años después del partido de 1999 con su equipo tocado deportivamente. Enfrente, un equipo entrenado por Stimac, otro hombre que no esconde su nacionalismo, en este caso croata. Y en las gradas, miles de hinchas dispuestos a insultar a Mihajlovic. Especialmente después que un portal de noticias croata publicara que Mihajlovic ha afirmado a la Gazzetta dello sport que compró armas para las milicias serbias durante la guerra. De poco ha servido que el periodista que realizó la entrevista insista en recordar que la frase exacta es: “compré alimentos y medicinas, pero nunca armas”. La noticia ha corrido como la pólvora en la última polémica con Mihajlovic como protagonista.
[quote]En 1999 la hinchada croata silbó un himno que los jugadores visitantes no amaban para nada. Era un viejo símbolo de un estado ya muerto, el yugoslavo[/quote]Stimac por su parte, vive sus primeros meses como seleccionador gestionando el legado de otro protagonista de la final de 1991, Slaven Bilic. Como Bilic, Stimac es un croata orgulloso de su tierra, católico prácticamente y famoso por su buena relación con grupos de hinchas radicales próximos a la extrema derecha. Antes del partido Stimac ha recordado que el pasado ha quedado atrás y que no guarda rencor a Mijahlovic. Pese a todo, cuando justificó su decisión de no sancionar a Sammir, futbolista internacional que fue pillado con dos copas de más al voltante, afirmó que “he elegido mis soldados y me voy a la guerra con ellos”. Poco después la Federación croata pidió que nadie caldeara más el ambiente, especialmente porque el presidente del Dinamo de Zagreb ha sido acusado esta semana de incitar al odio racial al insultar al Ministro de Deportes croata, Zeljko Jovanovic pues este pertenece a la minoría serbia del país. “Jovanovic odia todo lo croata”, afirmó Zdravko Mamic atacando a un ministro que ha abierto una investigación contra su gestión, marcada por las sospechas de corrupción.Las llamadas a la calma pues, marcan la previa de un partido especial. El mismo Mihajlovic ha afirmado que “si acepté ser seleccionador fue en parte para entrenar en este partido. Toca pensar en el futuro, en la paz. Toca mirar hacia adelante”. Un discurso muy diferente al que tenían él y Stimac ese día de 1991 en que se azotaron de lo lindo por el césped del estadio JNA.