Los fichajes están hechos del mismo material que los sueños. Son frágiles, a veces se rompen solo con pensarlos. Son escurridizos, se escapan entre los dedos como un puñado de arena. Son ficción, parecen reales aunque no existan. El fútbol se conjuga sobre todo en futuro: ganaré el próximo partido, marcaré el próximo gol, levantaré el próximo título. Más todavía en verano, cuando la pelota se detiene, pero nuestra cabeza no para de rodar. Es el mercado, amigos, la metadona del fútbol. Las últimas horas, los iconos de alerta, los trending topics. Los fichajes, como los sueños, son la frontera entre el recuerdo y la imaginación. Los fichajes, como los sueños, son el terreno en el que todo flota. Los fichajes, como los sueños, quizás ocurren, pero porque antes se nos ocurren. Y tú, hambriento de alegrías, hambriento de goles, hambriento de fútbol, estás dispuesto a creértelo todo. Porque qué es el fútbol si no es ingenuidad.
Algunos aficionados se toman los fichajes como el amor. Son como un captador de ONG: quiere fichar pero a la vez busca el amor. Este tipo de aficionado, que al final es un tipo de persona, ya se ha imaginado todo lo bueno antes de que el futbolista llegue a su equipo. Se ha imaginado incluso al futbolista, que muy poco tiene que ver con la realidad. Con estos fichajes pueden pasar dos cosas: que no se haga, y pertenezca al terreno de los amores platónicos, o que sí, y entonces siempre será una decepción porque nada es tan bonito como lo imaginamos.
El segundo tipo de aficionados son los que valoran los fichajes de su equipo como un negocio. Estos serían como un comercial de Tecnocasa: se creen parte de la directiva y piensan que heredarán la empresa. Hay aficionados que se preocupan tanto por lo que cobra un jugador, lo que ha costado y si se ha amortizado ya que parece que lo hayan pagado ellos. Casi ni los disfrutan. Son fáciles de detectar: los que en el Monopoly compraban primero las estaciones.
Dicen que nos olvidamos del 95% de lo que soñamos, un porcentaje seguramente aproximado a los fichajes que se rumorean pero no se confirman
Los vivas como los vivas, el mercado ya no complementa al fútbol, sino que compite contra él. A veces ni se diferencia un partido de un fichaje. Hay emoción y adrenalina, remontadas, falsas ilusiones, giros de guion y momentos decisivos en los últimos instantes. La competición parece eso que sucede entre mercado y mercado. A ello han contribuido periodistas, agentes y comisionistas. Hay tantos actores que en el fútbol ya hay de todo, incluso futbolistas. Entre humo y rumor, el periodista experto en fichajes se erige como un oráculo en estas fechas. Esos pocos elegidos a los que acudes y son ellos, con el mazo de la verdad, los que dicen si algo es cierto. Aunque a veces preferimos los rumores: las mentiras siempre son más divertidas.
De los fichajes casi siempre te despiertas como si te cayeras. La patada, que decían en Origen. Las pesadillas son horribles, pero te levantas y todo pasó. Los sueños buenos son preciosos, pero te despiertas y, cuando ves que no se ha cumplido nada, que tu abuelo no vive, que no te ha tocado la lotería, que no habéis fichado a tu ídolo, empieza la pesadilla. Dicen que nos olvidamos del 95% de lo que soñamos, un porcentaje seguramente aproximado a los fichajes que se rumorean pero no se confirman. Son regalos envueltos que solo tienen un papel bonito y una caja vacía. El mercado está lleno de Reyes Magos, pero estos no son los padres. Por eso los sueños no se cumplen.
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Fotografía de Getty Images.