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La reconstrucción del Principado

El proyecto de Dmitry Robolovlev vuelve a ilusionar al Stade Louis II. Bajo el mando de Leonardo Jardim, el Mónaco pisa fuerte en la Ligue 1

LONDON, ENGLAND - AUGUST 02: Monaco manager Leonardo Jardim looks on during the Emirates Cup match between Valencia and AS Monaco at the Emirates Stadium on August 2, 2014 in London, England. (Photo by Michael Regan/Getty Images)

El Principado de Mónaco siempre ha sido sinónimo de lujo, glamour y fortunas, y con esa idea en la cabeza llegó Dmitry Rybolovlev en diciembre 2011, un multimillonario ruso que quería volver a situar al equipo de fútbol del país en la cúspide del fútbol mundial, al lugar en el que estuvo hasta principios de siglo, con una final de la Champions League incluida en 2004. Pero el camino no sería fácil.

El AS Mónaco deambulaba por la Ligue 2 en puestos lejanos al ascenso a la máxima categoría del fútbol francés con Marco Simone en el banquillo y los rublos de Rybolovlev prometían darle un giro a la entidad. El primer paso fue la contratación de Claudio Ranieiri, y con el entrenador italiano los resultados no tardaron en llegar al término de la temporada 2012/13, con el regreso a la Ligue 1. A partir de ahí, los lujos volvieron al Principado con una larga lista de fichajes de primer nivel, con la intención de disputarle el campeonato francés al París Saint-Germain.

Durante el verano de 2013, el club rojiblanco gastó más de 160 millones de euros en fichajes. Los primeros en llegar fueron la joven promesa del fútbol colombiano James Rodríguez y Joao Moutinho, ambos procedentes del Porto. Los siguientes en firmar fueron jugadores contrastados como Ricardo Carvalho, Éric Abidal, Jérémy Toulalan o Sergio Romero y también llegó al Stade Louis II Geoffrey Kondogbia, tras una sensacional temporada en el Sevilla. A estas caras nuevas se les unió Radamel Falcao, era la guinda del pastel y debía ser la bandera del nuevo proyecto del conjunto monegasco después de liderar el ataque de un Atlético de Madrid que volvió a creer en sí mismo de la mano del delantero colombiano y Diego Simeone.

 

Más allá de los números, este Mónaco parece que vuelve a sonreír. Jardim ha conseguido crear un bloque defensivo muy compacto

 

El principal objetivo del club antes de iniciarse la campaña se cumplió olgadamente, las calles de Mónaco se volverían a vestir de gala para recibir a los mejores clubes de Europa en la siguiente edición de la Champions League; pero en la competición doméstica el gran dominador seguía siendo el París Saint-Germain de Zlatan Ibrahimovic y los petrodólares de Nasser Al-Khelaifi, que se volvió a llevar la Ligue 1 por segundo año consecutivo.

El boom que despertó el equipo de Dmitry Rybolovlev tras el ascenso empezó a diluirse con la fuga de las grandes figuras de la plantilla. James Rodríguez fichó por el Real Madrid al deslumbrar en el Mundial de Brasil, Éric Abidal dejaba el club para recalar en el Olympiacos y Radamel Falcao se marchaba cedido al Manchester United, después de una grave lesión de rodilla mediada la temporada con el Mónaco. A todas las bajas, se le sumaba el cambio de entrenador. Claudio Ranieiri dejaba el banquillo con rumbo a la selección de Grecia, antes de hacerse un hueco en las páginas más gloriosas de la historia del Leicester. La nueva apuesta para dirigir al equipo fue Leonardo Jardim, que contaba con una corta carrera como entrenador en Portugal y en el Olympiacos griego.

La temporada 2014/15 arrancaba con más dudas que el año anterior. De 160 millones en fichajes se pasó a un gasto de 40. De las llegadas de jugadores de renombre como Falcao, Abidal o Moutinho se reforzó la plantilla con futbolistas de menor cartel, entre ellos Bernardo Silva, Aymen Abdennour y Tiémoué Bakayoko. Y los resultados tampoco fueron los deseados para la afición monegasca al caer eliminados ante el Arsenal en cuartos de final de la Champions League y quedar muy lejos de un París Saint-Germain que seguía agrandando su leyenda en la liga francesa.

El ilusionante proyecto de Rybolovlev empezaba a tambalearse y la estructura de ese equipo que estaba llamado a plantar cara a los rivales más fuertes del planeta futbolístico era cada vez más frágil. Con la venta de Geoffrey Kondogbia al Inter de Milán, Joao Moutinho era el único gran fichaje del magnate ruso que seguía vistiendo los colores del Mónaco. Y, junto al centrocampista francés, otras ‘perlas’ decidieron dar por finalizada su etapa en el club; Ferreira Carrasco ingresó en las filas del Atlético y Anthony Martial se fue al Manchester United. Con esas pérdidas, el club volvió a rascarse el bolsillo y en el verano de 2015 el desembolso fue cercano a los 90 millones de euros. Pero esta vez los nombres no eran los de Falcao, James o Carvalho; era el momento de futbolistas como El Shaarawy, Fábio Coentrao y Vagner Love, que no pasaban por el mejor momento de su carrera. Junto a ellos también llegaron jugadores con un futuro prometedor, entre los que destacaron Fabinho, Ivan Cavaleiro y Adama Traoré.

En el inicio de curso el equipo del Principado ya vio como empezaban a truncarse los planes al quedar apeados de la Champions League en la fase previa al enfrentarse contra el Valencia. Su paso por la Europa League tampoco fue duradero al decir adiós a la competición en la fase de grupos. Y en la liga seguía encontrándose en la misma tesitura que en los dos cursos anteriores, un París Saint-Germain intratable al que ningún equipo podía hacerle sombra.

La nueva temporada se avecinaba similar a lo vivido en los dos últimos años. Se iban ilustres jugadores del club como Jérémy Toulalan al Girondins de Bourdeux y otros que podían marcar una etapa en el Stade Louis II, como Ivan Cavaleiro, también dejaban el equipo monegasco. Los fichajes volvían a ser de perfil bajo y de corta edad. Bennasser, Glik, De Sanctis, Mendy, Sidibé, Jemerson y Lemar eran los refuerzos para este año. Pero, en esta ocasión, algo ha cambiado.

Los jugadores de Leonardo Jardim empezaron con buen pie su andadura por Europa, relegando al Villarreal a jugar la Europa League después de ganar 1-2 en El Madrigal y certificar el acceso a la fase de grupos con un 1-0 en el partido de vuelta. Y los resultados han seguido acompañando a los rojiblancos durante el primer tramo del curso con victorias frente a equipos de la talla del Tottenham o el nuevo París Saint-Germain de Unai Emery. En la Ligue 1 se mantiene en la lucha por el liderato, que a día de hoy es propiedad del Niza de un resurgido Mario Balotelli, y en la máxima competición europea lidera el grupo E tras dos jornadas disputadas.

Más allá de los números, este Mónaco parece que vuelve a sonreír. Jardim ha conseguido crear un bloque defensivo muy compacto liderado por la veteranía de Andrea Raggi en la zaga, con la compañía de Kamil Glik y la frescura y juventud de Sidibé y Mendy en los carriles. A ellos se les suma el incombustible trabajo en el doble pivote de Fabinho y Bakayoko en la recuperación. En la creación del juego, el entrenador portugués cuenta con un organizador del nivel de Joao Moutinho y la magia de uno de los descubrimientos de esta temporada, Bernardo Silva, que promete dar tardes de alegría en el Stade Louis II. Sus rápidas transiciones defensa-ataque permiten que Valère Germain y Thomas Lemar jueguen a campo abierto para hacer daño al rival.

Aunque aún es pronto para vaticinar qué será de este Mónaco cuando lleguen las últimas fechas de la temporada, el Príncipe Alberto y Dmitry Robolovlev tienen motivos para volver a ilusionarse con su equipo.