Este reportaje fue publicado originalmente en THE GAME MAGAZINE, con el apoyo de Imago y fotografías de Kasimir Weichert
La historia del Hertha Berlín, antaño un símbolo floreciente de ambición, orgullo y promesas por cumplir, es una historia en la que conviene profundizar. El club, que una vez representó con orgullo a la capital berlinesa, se vio sumido en un ciclo de mediocridad y caos. Junto con el fotógrafo local y aficionado del Hertha, Kasimir Weichert, este artículo cuenta una historia de mala gestión, inversiones fallidas, frustración, tradiciones y una afición que, aún así, nunca ha estado más unida tras sufrir años de decepciones y desengaños.

¿Pero cómo se inició en la fotografía Kasimir Weichert? “Mi padre es fotógrafo, así que la manzana no cayó lejos del árbol”, explica. Y añade que nunca quiso ser fotógrafo, sino acercarse a la filmografía. Weichert prosigue: “Sólo quise empezar a trabajar con la fotografía cuando encontré mi propia escritura artística y mi lenguaje en el oficio”.
Cuando se le pregunta qué quiere plasmar en sus fotografías, explica: “Depende del proyecto que fotografíe, pero en mi serie del Hertha, son las emociones, el sentimiento de ser aficionado y las características únicas de la subcultura del fútbol. Pueden ser divertidas, absurdas, bellas e interesantes, dependiendo de a quién fotografíes y cómo lo mires”.

El principio de una caída
El declive como equipo del Hertha Berlín comenzó con una serie de malas decisiones a nivel financiero. La antigua cúpula directiva, encabezada por Michael Preetz, leyenda del club, quería deshacerse de la etiqueta de conjunto más “aburrido” de la Bundesliga. A ojos de muchos, el Hertha era un equipo poco atractivo, monótono y, en general, carente de interés al no jugar un fútbol exitoso y apasionante en la máxima categoría alemana.
Por eso Preetz y los suyos se comprometieron con el dudoso inversor Lars Windhorst, que tenía su historial de inversiones fallidas y quiebras, y su Tennor Holding Investment Group. Inyectaron un total de 374 millones de euros en el club con la esperanza de convertirlo en un grande de la ciudad y del país, un conjunto que jugara en la Champions League como los demás clubes de las principales capitales europeas.
El Hertha, que una vez representó con orgullo a la capital berlinesa, se vio sumido en un ciclo de mediocridad y caos. Pero su gente ha respondido en las gradas
En el siguiente periodo invernal de traspasos, el club se gastó un dineral en jugadores ambiciosos y costosos como Lucas Tousart, Matheus Cunha o Krzysztof Piatek, y nombró como entrenador a la leyenda del fútbol alemán Jürgen Klinsmann. Las primeras impresiones de los jugadores parecían brillantes, pero la línea ascendente del equipo se vio rápidamente frenada por la pandemia de COVID en 2020. El rendimiento empeoró y la plantilla recién creada no pudo aprovechar su máximo potencial.

El fracaso a la hora de ofrecer los resultados deseados sobre el terreno de juego creó un sentimiento de desilusión entre los aficionados. La plantilla impresionante del club perdió poco a poco su brillo, y la falta de un liderazgo fuerte tanto dentro como fuera del campo se hizo evidente. En una transmision en directo de Facebook, el entrenador Jürgen Klinsmann anunció repentinamente su marcha. Más tarde haría públicas sus quejar por las malas infraestructuras y la falta de planificación del club. Esto hizo que el Hertha Berlín se convirtiera en objeto de burla por parte de los aficionados rivales y los medios de comunicación.
¿Y cómo reaccionó la grada? “El ambiente general era bastante variado, desde incredulidad por el fracaso, enfado por los muchos errores, pero también euforia, porque el Hertha se libró por poco en muchos partidos decisivos”, añade Kasimir Weichert.
A grandes rasgos, la afición del Hertha seguía siendo bastante optimista, debido a su potente plantilla, con el magnífico y joven talento brasileño Matheus Cunha, que entusiasmaba a los aficionados y recordaba a otra leyenda del Hertha, Marcelinho. Matteo Guendouzi, cedido por el Arsenal, fue excepcional cuando estuvo y un motor para conseguir victorias. El problema era que el equipo rara vez mostraba su clase y, mientras luchaba por encontrar la estabilidad, sus actuaciones sobre el terreno de juego reflejaban el creciente caos que lo rodeaba fuera de él.

Breve resumen de los acontecimientos
La historia de la mala gestión del Hertha Berlín en los últimos años no se puede discutir completamente aquí en el contexto de este artículo, ya que la lista de acontecimientos es simplemente demasiado larga. Un periodista, llamado Marc Schwitzky, resumió todo lo que sucedió desde la inversión de Lars Windhorst en julio de 2019 en un hilo de Twitter muy interesante.
“En mi serie de fotografías sobre el Hertha quería plasmar las emociones, el sentimiento de ser aficionado y las características únicas de la subcultura del fútbol”
Adversidades como las fallidas campañas en redes sociales durante los periodos de fichajes, en las que la cuenta del club tomaba el pelo a los aficionados con la imagen de una barra de progreso del 22% para dar a entender que habría bastantes más incorporaciones, cuando en realidad no acabaron pasando nunca de ese 22%. El nombramiento de ocho gestores diferentes en cuatro temporadas, los constantes cambios en los puestos de responsabilidad, las enormes pérdidas financieras derivadas de la pandemia del COVID y la circulación constante de rumores son algunos ejemplos más de lo que ocurría en el entorno del club.
Los fieles seguidores del Hertha, conocidos por su pasión y su apoyo inquebrantable, empezaron a expresar su frustración. Las protestas y las peticiones de cambio resonaban en las gradas, mientras los seguidores exigían responsabilidades y una visión clara del futuro. La afición, antaño unida, estaba ahora dividida, reflejando la profunda decepción y frustración con la gestión del club.

Paralelamente al caos del Hertha, su rival berlinés, el Union Berlin, luchaba por conquistar la Bundesliga y jugar en Europa. Se sucedían las humillaciones en el derbi.
Kasimir Weichert consigue crear una perspectiva diferente del estadio a través de su fotografía. Pero ¿cómo lo consigue? “Utilizo una cámara analógica de apuntar y disparar e intento crear imágenes honestas, al margen de la reivindicación artística. Pero intento no exponer ni avergonzar nunca a la gente, probablemente porque yo mismo también siento como uno de ellos”, aclara.
Su estilo fotográfico y sus motivos se asemejan a lo que significa ser un auténtico aficionado del Hertha. Llegar al Olympiastadion con el S-Bahn, estar de pie en medio de los cánticos, coger una Bratwurst fuera del estadio… Weichert es capaz de captar los sentimientos que experimentan los aficionados del Hertha durante un día de partido.
“El hecho de que las imágenes traten de fútbol y de la cultura de los aficionados no significa que tengan menos valor artístico. El estigma del fútbol como algo simple y burdo sigue ahí”
¿Y qué retos u obstáculos se enfrenta su fotografía y cómo los supera? “La reticencia o el escepticismo hacia la fotografía es relativamente alto, lo que en parte es comprensible, así que me llevó un tiempo acostumbrarme a cómo se maneja la gente. También hace falta mucha intuición para saber dónde y a quién puedes fotografiar, o preguntar si te permiten fotografiar a alguien o no”.
“En el transcurso de la publicación de las imágenes, otro obstáculo es sin duda hacer comprender que el hecho de que las imágenes traten de fútbol y de la cultura de los aficionados no significa que tengan menos valor artístico. El estigma del fútbol como algo simple y burdo sigue ahí, quizá más en Alemania que en otros países como Italia”, sigue Weichert.

¿Y hay alguna imagen concreta de las últimas temporadas que le guste especialmente? “Sin duda, la que hice después de que el Hertha casi evitara el descenso contra el Hamburgo por un pelo”, contesta el fotógrafo.
Kasimir Weichert tomó esa fotografía después de que el Hertha se salvara del descenso, tras su victoria por 2-0 contra el Hamburger SV en los play-off por no bajar de la temporada 21-22. El equipo perdió 0-1 en el partido de ida en casa, al típico estilo del Hertha, y se derrumbó ante la presión de los 75.000 espectadores que llenaron el Olympiastadion de Berlín. Los aficionados estaban desilusionados, ya que el fantasma del descenso cada vez era más real. Pero en la vuelta, en Hamburgo, un impresionante tiro libre del capitán Marvin Plattenhardt aseguró la permanencia del Hertha en la Bundesliga una temporada más.
“En los momentos que proporciona la vida cotidiana, intento captar situaciones, que luego parecen escenificadas y compuestas casi artísticamente, aunque sean puros instantes o extractos de ellos”, detalla Weichert sobre su estilo fotográfico.
Y continúa: “El proyecto fotográfico del Hertha es sin duda adicionalmente emocional: por un lado, porque una experiencia futbolística es emocional en general, y por otro, porque yo mismo estoy muy implicado en ella, como aficionado”.

El amor nunca se relega
Al final de la temporada 22-23 de la Bundesliga, se confirmó lo inevitable. El Hertha Berlín descendió a la 2. Bundesliga, terminando la temporada en última posición.
Tras cuatro años de declive y miserias constantes, era un destino previsible. Al mismo tiempo, la afición del club ha crecido enormemente y la cohesión entre aquellos que realmente viven y aman el club es más fuerte que nunca. La media de asistencia en la temporada del descenso también alcanzó un récord, a pesar del fútbol sin vida y aburrido que el equipo desplegó sobre el terreno de juego durante la mayor parte de la temporada.
A pesar de todas las dificultades, los aficionados apoyan al club más que nunca. El aumento de la asistencia al Olympiastadion y el incremento vertiginoso de las solicitudes de abonos demuestran que el amor por un equipo de fútbol puede fortalecerse incluso en los momentos más oscuros
Al hablar de una afición tan unida, hay que mencionar a un hombre en particular: Kay Bernstein. El recién elegido presidente, y ex capo de la tribuna de aficionados del Hertha “OSTKURVE”, ha rejuvenecido la junta directiva y ha aportado una nueva forma de pensar al club.

Con Bernstein al timón, el Hertha Berlín experimentó una revitalización, tanto dentro como fuera del campo, creando una renovada sensación de optimismo y sentando las bases para un éxito sostenido. Frases de uso frecuente como “ADN Hertha” y “The Berlin Way” son ahora un primer intento de volver a la normalidad y la modestia. La apuesta por los jóvenes talentos de la exitosa cantera, en lugar de por la compra de jugadores caros y sin vínculos profundos con el club y la ciudad, y el regreso de la mayor leyenda del club, Pál Dárdai, han vuelto a encender la llama entre la mayoría de los seguidores, profundamente vinculados al Hertha Berlín.
Ahora, después de cuatro años, 374 millones de euros quemados y siete entrenadores despedidos, el Hertha Berlín está exactamente en la misma posición que antes de la inversión de Lars Windhorst. La leyenda del club Pál Dárdai es el referente en el banquillo, no queda dinero, el club está endeudado y el equipo tiene que contar con los jóvenes jugadores que llegan al equipo desde la cantera.
Pero a pesar de todas estas dificultades, los aficionados apoyan al club más que nunca. El aumento de la asistencia al Olympiastadion y el incremento vertiginoso de las solicitudes de abonos demuestran que el amor por un equipo de fútbol puede fortalecerse incluso en los momentos más oscuros.
