15 de febrero de 2011. El Milan, que todavía se bañaba en la gloria de las noches europeas, se enfrentaba en octavos a un humilde Tottenham liderado por Harry Redknapp y Peter Crouch. Yo tendría unos 14 años, y por aquel entonces el fútbol era un entretenimiento más que una opción real de futuro. Recuerdo preguntarle a mi padre por el nombre de un jugador que había llamado mi atención. Parecía un boxeador en vez de un futbolista, pegaba patadas por doquier y se encaraba al más mínimo signo de controversia. “Es un loco”, me dijo él. Gennaro Gattuso es un loco, sí, pero solo la locura lleva a la genialidad.
Su pelea con el ayudante de Redknapp, Joe Jordan, se me quedó grabada en la retina. Tanto en el partido, que el Milan perdió 1-0, como después del pitido final, el italiano se encaró con el escocés de tal forma que los incidentes acabaron siendo lo más destacado del partido. Si una imagen vale más que mil palabras, podríais pasar de leer el artículo y buscar una recopilación de sus mejores momentos, pero no se trata de sus jugadas o goles más destacados, sino de sus más épicas peleas. En definitiva, un jugador con mucho corazón, rabia y pasión, y una cabeza poco amueblada.
Lo ocurrido con Joe Jordan, su bofetada a Ibrahimovíc, la etapa de brutti scherzi – bromas crueles- con ‘Gazza’ en los Rangers, donde sus calzoncillos sufrieron un curioso contratiempo, ruedas de prensa en Creta que parecían una mini-serie de El Padrino… y sobre todo las historias que Pirlo contó en su autobiografía: aquella vez que le clavó un tenedor, cuando le corregían la gramática por ser terrone y enloquecía, su falta de elocuencia con las palabras, o la anécdota de su chandal en el Mundial de Alemania, que no se cambió por supersticiones propias.
“Entre otras cosas, he visto también a ‘Rino’ coger y comerse vivos algunos caracoles por una apuesta. Realmente podría formar parte de una película. Se volvía loco y destrozaba todo lo que tenía al alcance. Pero a pesar de sus enfados, era uno de los tipos buenos”, dijo Pirlo. Siempre he preferido a los malos de la película por ser más humanos que los propios héroes. Y Gattuso es el héroe más villano.
Su locura más reciente ha sido aceptar la manzana envenenada que supone el banquillo del AC Milan. Gattuso vuelve a San Siro para verlo todo desde la barrera e intentar devolver al equipo de Lombardía el status que siempre le ha precedido. El Milan, ese equipo que este verano se hizo un lavado de cara y gastó más de 200 millones de euros en fichajes como el del exjuventino Bonucci, Musacchio, Borini, Çalhanoğlu, André Silva o la renovación del joven y problemático portero Donnarumma. Tras una especie de ‘Cámbiame’ futbolístico, las expectativas de que los rossoneri alcanzaran la gloria eran altas, especialmente después de los modestos refuerzos de sus principales rivales.
“Hablar del Gattuso entrenador como del Gattuso jugador es reducirlo todo. Los partidos no se preparan solo con corazón y lucha”, dijo tras su nombramiento
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. En una temporada en la que el Calcio se ha convertido en la liga más peleada en toda Europa, el Milan no ha podido, o no ha sabido aprovechar la oportunidad de luchar por el Scudetto. Que los italianos hayan tenido 9 entrenadores distintos desde la salida de Ancelotti en 2009 plasma a la perfección la irregular forma del equipo en los últimos años. Si a eso le sumamos su escasa participación en competiciones europeas –llevaba desde la 2013/2014 sin jugar en terreno europeo hasta esta temporada-, y su escasez de títulos –una Supercopa desde 2011-, el cóctel de problemas para los rossoneri aumenta y las responsabilidades del entrenador se hacen cada vez mayores.
Gattuso ha sido el último en unirse a la fiesta, pasando del filial al primer equipo y sustituyendo a Vincenzo Montella, artífice de las últimas alegrías de los italianos. Este caso recuerda al de Seedorf o al de Inzaghi, ambos ex-jugadores del conjunto italiano, que asumieron las riendas del banquillo rossonero en 2014, uno primero, el otro después. Sus proyectos, ya fuera por falta de experiencia o por ser insalvables desde todos los puntos de vista posibles, no cuajaron y ambos fueron destituidos.
Si al equipo le faltaba garra y pasión, quién mejor que ‘Rino’ Gattuso para poner el ingrediente perdido en la receta. Sin embargo, los resultados no son los esperados y el Milan se encuentra octavo en la clasificación, por debajo de equipos como el Atalanta, la Lazio, o la Sampdoria. Después de la derrota contra el Hellas Verona, penúltimo en la Serie A, y tras el épico empate en el descuento del Benevento, último en la liga y que ganó así su primer y único punto, el Milan sigue decepcionando. De los tres partidos ligueros de Gattuso hasta la fecha, su única victoria vino con el 2-1 al Bologna. En Europa League, con el pase a dieciseisavos asegurado, perdió contra el Rijeka croata.
Fan de Berlusconi, al que considera “uno de los presidentes más ganadores”, Gattuso defiende su contratación dejando claro que no le han regalado el carnet de entrenador. “Yo he dirigido más de 100 partidos en diferentes campeonatos y parece que soy un novato. Hablar del Gattuso entrenador como del Gattuso jugador es reducirlo todo. Los partidos no se preparan solo con corazón y lucha”, dijo tras su nombramiento. Sin embargo, cómo celebra cada gol, cada ocasión, y cómo reacciona tras una derrota o un fallo por parte de su equipo muestra que el ‘Rino’ jugador y entrenador tienen más en común de lo que el italiano cree o quiere admitir.
“Necesitamos espíritu guerrillero”, dijo él. Contundente y luchador, Gattuso deberá trabajar duro para salvar al Milan del hoyo negro en el que se encuentra, si es que se lo permiten. Los partidos no se ganan únicamente con pasión y carácter, algo que el italiano tiene a raudales. Gennaro transmite la misma intensidad con la que él jugaba, ahora solo falta que sus pupilos se empapen un poco de ella. Porque si hay algo que vuelve pazzi -locos- a los italianos, es su Calcio. Y si hay algo que nos vuelve pazzi de Gattuso, es su locura.