Nabil Fekir se mueve sobre el césped con total naturalidad, es esa clase de jugador que nada más verlo sabes que ha nacido para ser futbolista. Habrá otros que hayan pues mucho más empeño, trabajo y sacrificio encima de la mesa para llegar a ser profesionales, pero existen unos cuantos prodigios que quizá ya solo por su talento, mezclado con algo de trabajo, habrían llegado por sí solos al primer nivel. Fekir es el clásico perfil de futbolista francés de origen magrebí, ese al que se le cae la calidad y al que muchas veces, supongo que por incomprensión, se le trata de vago. Aporta más andando que otros corriendo.
El francés posee la cualidad innata de parar el tiempo dentro del área. Al igual que Ronaldinho detuvo el cronómetro en Stamford Bridge, cuando el balón cae a su zurda los rivales no saben qué hacer ante el futbolista francés. Puede salir para cualquier lado, aunque la pierna derecha rara vez la utiliza, y son esos segundos mágicos en los que Fekir se queda inmóvil analizando a qué palo enviará el balón. Él ya sabe un par de segundos antes que sus contrarios dónde va a tirar, el problema es de los defensas que absortos miran a sus botas cuando el balón ya no está allí. Para cuando creen que el mago va a realizar el truco, este ya lo ha ejecutado y se dispone a realizar el siguiente.
El maestro Eduardo Galeano decía lo siguiente sobre Roberto Baggio: “el fútbol de Roberto Baggio tiene misterio: las piernas por su cuenta, el pie dispara solo, los ojos ven los goles antes de que ocurran”. Evidentemente no vamos a cometer el atrevimiento de comparar la figura de Baggio con la de Fekir, ya que son dos futbolistas de dos épocas distintas y con una dimensión diferente. Pero, salvando las distancias, el habilidoso zurdo me produce una sensación parecida debido a que su cerebro procesa las jugadas mucho antes que sus rivales. Al igual que Baggio, posee ese don divino. Además, ambos son el diez, aunque Fekir lleve el dorsal 18, la clásica figura del trequartista llevada a su máximo esplendor. Muchos creían que ese tipo de jugador se iba a extinguir, que la modernidad y el vértigo del juego iban a terminar con él, pero todavía sigue muy vigente. Aún hay futbolistas que necesitan detener el tiempo durante los noventa minutos.
En el Olympique de Lyon el esquema utilizado le viene como anillo al dedo. Tousart/ N’Dombele o Aouar le cubren las espaldas, los dos medios posicionales se ocupan de las tareas defensivas y de aportar equilibrio a un equipo que es muy vertical. Fekir tiene por las bandas a dos balas, dos futbolistas como Depay y Traoré que lo único que necesitan es recibir un balón al espacio. Nada más sencillo para el zurdo de origen argelino. En punta Mariano se beneficia de todo el caudal ofensivo que arrastra el número ’18’, al igual que lo hacía años atrás Lacazette. Cómo lo echa de menos el actual futbolista del Arsenal al bueno de Fekir, era una de esas parejas que tan solo con la mirada ya sabían lo que pensaba el otro. Laudrup y Romario, Pirès y Henry, Munitis y Zigic. Al capitán del OL le pegan, los defensas quieren hacerle saber a sus tobillos que sienten celos de sus regates, pero él no se queja, no protesta. Asume que las duras entradas son el peaje a pagar. Como añadía Galeano sobre Baggio: “todo Baggio es una gran cola de caballo que avanza espantando gente, en elegante vaivén. Los rivales lo acosan, lo muerden, golpean duro. Baggio lleva mensajes budistas escritos bajo su brazalete de capitán. El Buda no evita las patadas, pero ayuda a aguantarlas”.
En 2015 Fekir emergió como uno de los talentos más brillantes del continente, sus 13 tantos en la Ligue 1 fueron una notable carta de presentación. Pero llegó el drama, el punto de inflexión. Nada más arrancar la siguiente temporada sufrió una terrible lesión en los ligamentos. Llegaron las dudas, las portadas poco a poco fueron yendo hacia los Martial, Dembelé, Mbappé, etc. Su última campaña fue buena, pero ahora tras la salida de Lacazette está liderando a sus 24 años al OL, lleva 11 goles en 11 partidos de Ligue 1 y varias buenas actuaciones en la Europa League. Podemos sumar al currículo su histórico partido ante el Saint-Etienne, los hinchas de Lyon no olvidarán jamás ese encuentro que terminó 0-5. Ya no es el Fekir que finalizaba las jugadas, ahora es un futbolista que lo abarca todo. Baja para sacar el balón desde atrás, sigue escondiendo la pelota al rival, asiste y además sigue definiendo como antaño. En esta Francia de tanto talento la competencia es brutal, pero cómo no va a tener hueco este tipo que es capaz de parar el tiempo.