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El Sevilla, el Racing de Ferrol y la primera Copa del franquismo

El 25 de junio de 1939, "a los cuatro meses de la jornada triunfal", según la prensa de la época, el Sevilla batió al Racing de Ferrol (6-2) en una final inolvidable

La segunda Copa del Sevilla fue la primera Copa del Generalísimo. La final ante el entonces llamado Racing de El Ferrol del Caudillo fue el día 25 de junio de 1939 en el Estadi de Montjuïc, mucho antes de que fuera olímpico, mucho antes de que fuera de Lluís Companys, y la edición sevillana del periódico ABC del día del duelo contaba que en la previa se habían descubierto “dos lápidas en memoria de los caídos”. Las lápidas querían honrar la memoria de “los deportistas caídos por Dios y por España”. La sección de deportes también se hacía eco de un “gran triunfo” de la selección alemana sobre Noruega en Oslo: “El partido fue presenciado por más de treinta mil espectadores y terminó con el rotundo resultado de cuatro tantos a cero a favor del equipo del Reich”.

La Guerra Civil había terminado el 1 de abril y la Copa, la primera competición futbolística de ámbito estatal disputada en España desde 1936, empezó a mediados de mayo con los campeones y subcampeones de “los torneos regionales que se habían disputado en los últimos meses de la guerra en la zona controlada por los sublevados”, según cuenta la Wikipedia, por lo que quedaron al margen regiones como Catalunya, Madrid o Valencia. No compitieron seis de los 12 participantes de la última Liga (1935-1936), la mitad: el Madrid (2º), el Barcelona (5º), el Hércules (6º), el Valencia (7º) y el Espanyol (9º) y el Atlético de Madrid (11º).

El Sevilla, que había ganado la Copa en 1935 tras superar al Sabadell por 0-3 en Chamartín con doblete de Campanal I y gol de Bracero, llegó a la final tras eliminar al Ceuta Sport, al Aviación Nacional y al Alavés. El Racing de Ferrol, campeón gallego, eliminó al Donostia, hoy Real Sociedad, y al Baracaldo Oriamendi, el Barakaldo. Según La Voz de Galicia, para el partido de vuelta de las semifinales, en Baracaldo, “el Racing embarcó en el crucero Navarra, de la Armada Española, que iba a Bilbao para conmemorar el segundo aniversario de la toma de Bilbao por el bando nacional durante la Guerra Civil”. Después del empate de Ferrol, el Racing ganó en Barakaldo (1-2) y se clasificó para la final.

La crónica de la final de la edición madrileña de ABC contó que “a las cinco y media de la tarde llegó al campo el general Moscardó, acompañado de numerosas personalidades militares y civiles”. “En medio de grandes ovaciones el heroico general y sus acompañantes ocuparon el palco presidencial, mientras la Banda Municipal ejecutaba el Himno Nacional y el público, en pie, lo escuchaba brazo en alto”, añadía el texto. También alzaron los brazos los jugadores, formando en línea recta antes de empezar el partido: Bueno; Cayuso, Villalonga; Torróntegui, Félix, Leoncito; López, Pepillo, Campanal I, Raimundo y Berrocal por el Sevilla; Alberty; Caliche, Moreno; Bertolí, Silvosa, Basterrechea; Lelé, Gallart, Barón, Edelmiro II y Portugués por el Racing. El colegiado fue el catalán Jesús Arribas Seijas y el duelo congregó 30.000 o 50.000 personas en función de la crónica.

 

Los jugadores del Sevilla llegaron al Ayuntamiento “montados en el techo del autobús” y los jugadores del Racing de Ferrol llegaron a casa también convertidos en héroes pese a la derrota

 

Raimundo abrió el electrónico a los cinco minutos, a “buen pase de Campanal”, y el propio Campanal, capitán sevillista, encarriló el duelo con dos tantos en los minutos 20 y 27. El Sevilla, dirigido por Pepe Brand, redondeó la primera parte con dos dianas en los minutos 38 y 42 y llegó al entretiempo con un 5-0 a favor: “Durante el descanso se interpretó el Cara al sol. “Por sorprendente que ello parezca, tratándose de una final y hasta de un campeonato improvisado, el juego fue, singularmente durante el primer tiempo, de excelente calidad y de emoción y de vivacidad extraordinarias. La superioridad del grupo andaluz alejó toda sombra de pasión, puesto que el resultado de la contienda estuvo claro a los 20 minutos. El desfondamiento de los ferrolanos, convencidos de la distancia a la que estaban de sus rivales, permitió a estos emplearse de modo brillante en una exhibición muchas veces afiligranada, que retrotrajo el partido a aquellos lances casi olvidados de las mejores temporadas del juego sevillista”, reivindicó ABC.

La crónica habló de un “derrumbamiento” del Ferrol y una “catástrofe que el Sevilla explotó jugando y maniobrando como en los tiempos más brillantes y en las ocasiones más lúcidas”. El Racing “se vio rápidamente destrozado por ese juego raso y preciso, de pases cortos, bien medidos, que el Sevilla implantó con matemicidad exacta” y los andaluces “bordaron uno de los encajes más felices, vistosos y eficaces”, rentabilizando “una tarde desdichadísima del guardameta”.“Ahora el Sevilla nos muestra la gama más bella del juego preciosista, que, sin embargo, es terminantemente eficaz. ¿Eficaz porque el enemigo, indiscutiblemente inferior, no supo contestarle, o eficiente porque esta clase de fútbol, de pases cotos y ‘gambeteo’ reiterado y mareante, sea realmente el mejor sistema? Tampoco vale la pena buscar ahora la respuesta”, afirmaba el texto.

El Racing recortó distancias al empezar el segundo acto con dos tantos de Silvosa, uno de penalti en el 54′ y otro al rematar un saque de esquina de Portugués en el 57′, justo antes de que Campanal consiguiera el 6-2 definitivo en el 59′: “Terminado el partido se interpretó el Himno Nacional, escuchado por todo el público en pie y brazo en alto, y se tributó una gran ovación a los dos conjuntos por la limpieza de juego que caracterizó el partido. El general Moscardó, entre las ovaciones del público, avanzó al centro del campo y entregó la copa donada por el S. E. el Generalísimo al capitán del equipo andaluz, Campanal I. Al Racing le fue entregada otra copa como finalista de la gran prueba deportiva”. La final se había jugado “a los cuatro meses de la jornada triunfal, última de guerra”.

 

La crónica habló de un “derrumbamiento” del Ferrol y una “catástrofe que el Sevilla explotó jugando y maniobrando como en los tiempos más brillantes y en las ocasiones más lúcidas”

 

El ABC del martes 27 de junio de 1939 concluía que la Copa del Generalísimo había deparado, sobre todo, “un éxito indescriptible de España en Cataluña, que siente y palpita para siempre identificada en los comunes y trascendentales rumbos de la gran patria redimida”. Tras el duelo el general Moscardó, “uno de los héroes más preclaros que la Cruzada forjó”, felicitó “al pueblo catalán y particularmente a Barcelona porque la guerra no ha menguado sus entusiasmos deportivos”. Aseguró que tenía “la confianza de que se llegará a un deporte honrado y exento de influencias mercantilistas o de otro orden, y confío en Dios, que no nos ha abandonado ni en la guerra ni en la paz”. El seleccionador español, Amadeo García Salazar, afirmó que el Sevilla firmó “un primer tiempo de maravilla, jugando un fútbol rápido y preciso”.

En la página web del Sevilla se explica que “en el mismo vestuario el presidente del Sevilla, Ramón Sánchez-Pizjuán, comunicó a los jugadores que recibirían una suculenta prima consistente en 500 pesetas por barba. Los jugadores, deseosos de festejar la consecución de tal galardón, pidieron un pequeño adelanto para celebrar una suculenta cena en el Hotel Ritz de la capital catalana que era donde se hospedaban. El presidente accedió al ágape y fue también invitado el propio General Moscardó”. “La llegada a Sevilla fue apoteósica. El clamor popular se desataba por todos los lugares que pasaba el autocar que trasladaba a los jugadores hasta la capital. El autocar, de fabricación belga y de la marca Minerva, había sido adquirido por el Sevilla al comienzo de la década de los años 30 y ya tenía en su haber dos Copas de España”, apunta el texto.

Los jugadores del Sevilla llegaron al Ayuntamiento “montados en el techo del autobús” y los jugadores del Racing de Ferrol llegaron a casa también convertidos en héroes pese a la derrota, protagonistas eternos de una de las mayores proezas de la historia de la entidad. El trofeo de subcampeones hoy aún se exhibe en A Malata.

 


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