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Ciudadano Paulista

Gabriel renunció a la selección brasileña para ser seleccionable con la española. La burocracia desbarató sus opciones de debutar como internacional

Una final histórica

4 de agosto de 2010. Salvador de Bahía. Estadio Manoel Barradas, más conocido como ‘Barradão’. Partido de vuelta de la final de la Copa do Brasil. El Santos visita el campo del Vitória para defender la ventaja del 2-0 cosechado en la ida. Menuda generación de talentos emergentes está a punto de conquistar su primer trofeo a nivel nacional. Un tal Alex Sandro, un tal Paulo Henrique Ganso, un tal Neymar que cuenta tan solo con 18 años. Capitaneados por Robinho, que se encuentra en el ‘Peixe’ cedido por el Manchester City.

La noche es lluviosa. En 114 años de historia, el Vitória nunca ha ganado un título de este pedigrí. Por primera vez llega a la final del torneo copero. Su afición lo ha retribuido caldeando el ambiente del estadio con bengalas y enérgicos cánticos. La derrota en la ida fue dura, pero jugar la vuelta en casa da esperanzas a la torcida rubronegra.

Minuto 18. Todavía no ha habido goles. El lateral derecho local pide el cambio. Con el dorsal 13, le sustituye un joven defensa llamado Gabriel, que ya había cuajado notables participaciones en anteriores rondas del torneo. El Esporte Clube Vitória terminará el partido venciendo 2-1, resultado agridulce e insuficiente para remontar el marcador de la ida. ‘Os meninos da Vila’ del Santos se coronaron campeones de Brasil ante la decepción de una afición que desde entonces no ha vuelto a ver a los suyos en una final de ese calibre. Es más, el Vitória acaba de descender a la tercera categoría del fútbol brasileño. Entre los integrantes de la última plantilla capaz de codearse entre los grandes del país, se encontraba un Gabriel Paulista que fue testigo privilegiado del primer título importante que levantó un jugador y un equipo legendarios del fútbol sudamericano, como fueron Neymar Júnior y su Santos, que colmarían su hazaña levantando la temporada siguiente la Copa Libertadores de América.

El paulista Gabriel

Gabriel Armando de Abreu nació en São Paulo. Como su propio nombre futbolístico indica, porque ‘paulista’, en portugués, es el gentilicio de dicho lugar. Llegó a la cantera del Vitória en 2009, recién cumplida la mayoría de edad, proveniente del modestísimo Taboão da Serra. Lo rechazaron en las principales canteras de su región, pero por fortuna para él un club del nordeste del país, de extensa masa social y tradición como el Vitória, confió en su potencial. Y Gabriel Paulista no defraudó. Pese a que la temporada 2010 el club acabaría descendido de división, volvería a la élite el año siguiente con Gabriel consagrado como central titular e ídolo de la afición. Además, dejó en sus arcas varios millones cuando se concretó su traspaso al Villarreal, tres años después de esa final.

Corría el mes de agosto de 2013. El club castellonense acababa de subir a Primera tras el fatídico descenso de la temporada anterior. Marcelino García Toral había llegado a media campaña para enderezar el rumbo de un ‘submarino’ que finalmente confirmó el ascenso directo en la última jornada. Aprovechando la ocasión de las tradicionales ofrendas a los patrones de Vila-Real, Fernando Roig anuncia que llegaría un defensa para apuntalar la plantilla, “un central joven que vendría del extranjero”.

Antonio Cordón, director deportivo ‘groguet’ en aquel entonces, fue a por él tras la negativa de Marc Bartra, con el que contaba el ‘Tata’ Martino para su proyecto en el Barça. Representantes del ‘submarino’ viajaron primero a Río de Janeiro para ver a Gabriel en directo en Maracanã contra Botafogo, y después a Salvador de Bahía para negociar el precio de la operación. Tras algunos días de intriga en los que el Vitória se mantuvo firme y no rebajó sus pretensiones, el Villarreal aceptó pagar los diez millones de reales que se pedían por el 75% de los derechos del jugador, unos 3,3 millones de euros en la conversión.

14 de agosto de 2013. La despedida de Gabriel Paulista del Vitória estuvo a la altura de lo que había representado para el club. Cerrado ya el acuerdo con el Villarreal, el futbolista quiso jugar un último partido en el ‘Barradão’, haciendo caso omiso del consejo de su representante. Tras remontar contra la Ponte Preta –un equipo, por cierto, tan ‘paulista’ como él­— saludó a la afición cargado a hombros por sus compañeros. Luego se arrodilló sobre el escudo del club, en una icónica reverencia. El presidente bajó al césped para agradecerle delante de las cámaras que “pese a saberte prácticamente vendido desde hace más de 15 días y apercibido de sanción, aun así no has visto la amarilla y jugaste con determinación, eres un hombre y mereces subir en la vida. Felicidades y buena suerte”.

Desembarco en el fútbol europeo

Una semana después, Gabriel ya estaba en Vila-Real. “Me siento un jugador de club”, declaró en su presentación. No negó el sueño de llegar a la selección brasileña. Puso de referencia a David Luiz, otro paulista que desembarcó en Europa proveniente del Vitória. Durante año y medio prestó sus servicios al ‘submarino’, alternando actuaciones soberbias con otras en las que acusaba cierta inmadurez y temeridad. Hasta que el Arsenal se lo llevó a la Premier en enero de 2015 por 15 millones de euros. En marzo de ese mismo año, Dunga le cita con la ‘Seleção’ para reemplazar al propio David Luiz en dos partidos amistosos, sin embargo no llega a debutar con la ‘canarinha’. En Inglaterra permanece dos temporadas y media sin llegar a asentarse como titular indiscutible en el esquema de Arsène Wenger, hasta que, en el verano de 2017, Marcelino y Alemany lo fichan para el Valencia, previo pago de once millones de euros en concepto de traspaso.

El 19 de agosto de 2017 es presentado en Paterna junto a Jason Murillo. Preguntado por sus posibilidades de ir convocado al Mundial del verano siguiente, Gabriel promete trabajo para tener esa oportunidad. Todavía no había perdido la ilusión. La temporada fue un éxito para el club ‘che’, que terminaría en la cuarta posición, clasificando para la Champions tras un par de temporadas quedando duodécimo. El eje de la zaga de ese Valencia lo conformaban Ezequiel Garay y un Gabriel Paulista que confiaba en que su capacidad para jugar por la izquierda siendo central diestro, le valdría el billete a Rusia para defender los colores de Brasil.

Sin embargo, eso no sucedió. El seleccionador Tite prefirió a un defensa curtido y destacado en la liga brasileña para el puesto de cuarto central, tras los indiscutibles Thiago Silva, Marquinhos y Miranda. Escogió a Pedro Geromel, ex del Mallorca que había realizado una notable campaña en la Libertadores 2018, cayendo en semifinales con el Grêmio, equipo del que es capitán y con el había levantado ese mismo trofeo continental la temporada anterior. Gabriel Paulista ha manifestado en reiteradas ocasiones su disconformidad con esa decisión. Tal fue su frustración, que renunció a jugar en la selección brasileña para pasar a ser seleccionable con otra, una vez obtuviera una segunda ciudadanía, la española, que ya se encontraba en tramitación.

La burocracia, último impedimento

No sería la primera vez que un futbolista brasileño, o mejor dicho hispanobrasileño, opta por defender la selección española. El primer precedente lo sentó en 1996 Donato, polivalente jugador del ‘Súper Dépor’ que también lamentó la falta de oportunidades con Brasil. Siguieron su estela Catanha, delantero del Málaga y del Celta; y Marcos Senna, centrocampista del Villarreal fundamental en la consecución de la Eurocopa de 2008, con Luis Aragonés en el banquillo. Otro caso sonado fue el de Diego Costa, que pudo elegir disputar el Mundial de Brasil 2014 con la selección anfitriona o con España, finalmente decantándose por esta última.

Otros ejemplos reseñables son los de Thiago Alcántara y Rodrigo Moreno, ambos hijos de futbolistas brasileños emigrados a España. En la península desde los 12 años, no dudaron en elegir la selección del país en el que se instaló su familia. El mismo camino quiso tomar Gabriel Paulista, cuando en noviembre de 2019 declaró que, en adelante, solo tendría oídos para una hipotética llamada de La ‘Roja’, con vistas a la Eurocopa que debía conmemorarse el verano siguiente. El 16 de febrero de 2020, Tite y Juninho Paulista, director de la Confederación Brasileña de Fútbol, presenciaron en Mestalla un Valencia-Atlético de Madrid en el que jugaron, además de sus compatriotas Felipe y Renan Lodi por parte del cuadro ‘colchonero’, un Gabriel Paulista que aprovechó la ocasión para firmar su primer tanto como valencianista. Como consecuencia del estallido de la pandemia poco tiempo después, la resolución afirmativa de su pasaporte español se retrasó hasta finales de ese mismo año. La Eurocopa también fue aplazada, por lo que podría haber dado tiempo a que Gabriel fuera seleccionable con España. No obstante, un último escollo burocrático se llevó por delante sus opciones de por fin debutar como internacional.

La Comisión del Estatuto del Jugador de la FIFA no aceptó la solicitud del cambio de federación presentada por la RFEF, debido a que el jugador nacido en São Paulo no cumplía la exigencia de haber permanecido al menos 183 días de cinco años naturales diferentes en el territorio nacional español. Gabriel aterrizó en 2013, pero ese año no cuenta porque llegó en agosto. Y se marchó a Londres en enero de 2015, por lo que solo el año de 2014 contabilizaría. En 2017 también regresó a finales de verano, luego ese año tampoco computa. 2018, 2019, 2020, 2021, son un total de cuatro años ininterrumpidos que lleva el futbolista hispanobrasileño residiendo en territorio español. Sumados al 2014 son un total de cinco, con los que el futbolista cumpliría el requisito estipulado por la FIFA.

Recientemente Gabriel Paulista volvía a una convocatoria tras cuatro meses de ausencia. El ex del Vitória, Villarreal y Arsenal hasta ahora solo se había perdido 12 partidos en estos cuatro años con el Valencia. Famoso por acortar plazos de recuperación, la lesión muscular que sufrió el 30 de octubre en Mestalla frente al Villarreal le privó de participar en más partidos de los que se había perdido en las cuatro temporadas anteriores. “Ahora mismo es una alegría inmensa pero tenemos que ser cautos”, advertía su actual entrenador, José Bordalás. Si bien frente al Barça Paulista no jugó ni un minuto, fue titular este último fin de semana, ante el Mallorca a domicilio. A los tres minutos de iniciar el encuentro, tras encontrarse un balón rechazado, armó un latigazo tremendo que se coló directamente por la escuadra. Sería el único gol de la tarde, el más bonito de su carrera, según él mismo declaró a pie de campo. Sirvió para cosechar una victoria que al Valencia se le resistía desde diciembre. Tras mantenerse sobre el césped los 90 minutos, Gabriel concluyó el partido portando el brazalete ‘che’.

La zaga del combinado nacional español no pasa por un momento de gran estabilidad. En los últimos tiempos, futbolistas como Eric García, Pau Torres, Íñigo Martínez, Aymeric Laporte, Raúl Albiol o Diego Llorente se han postulado como candidatos a ocupar la posición que dejó huérfana Gerard Piqué con su precoz retirada. La otra vacante pertenecía a un Sergio Ramos que pese a ostentar el récord de internacionalidades, Luis Enrique dejó fuera de la Eurocopa, demostrando que no hay intocables. Hasta ahora su participación en la presente temporada con el PSG ha sido testimonial. En cuanto a Gabriel Paulista, no se encontraba en la lista de 43 seleccionables que hizo pública ‘Lucho’ a finales del año pasado. Con todo, no sabemos si ha conseguido sortear el obstáculo burocrático, ni si la FIFA admitirá a tiempo la solicitud de cambio de federación. El defensa hispanobrasileño afronta este tramo final de campaña a sabiendas de que en noviembre se juega un Mundial y que si logra ofrecer buenas prestaciones, podría remover la consciencia y la agenda de más de un seleccionador.

 


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Fotografía de Imago.