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Cachorros heridos con ganas de rugir

La Catedral del fútbol español espera una pronta recuperación de Yeray y Kepa, los dos ‘cachorros’ que empiezan a labrar su historia en San Mamés

Lezama y el Athletic. El Athletic y Lezama. Una no se entiende sin la otra y la otra no existiría sin la una. Desde que el fútbol se instaló en Bilbao y desde hace ya más de un siglo siempre ha habido una verdad absoluta: la filosofía intocable e innegociable del Athletic con sus futbolistas, la apuesta exclusiva por jugadores nacidos, criados o formados en Euskal Herria. Una tradición sin validez legal alguna, respetada e impuesta por y para el propio club, mostrando el sentimiento de pertenencia a la tierra de los futbolistas y aficionados del club vizcaíno. Y una circunstancia que diferencia al Athletic de cualquier otra entidad en el mundo del deporte rey. Un hecho de orgullo para los bilbaínos, pese a que su idiosincrasia histórica pueda resultar contraproducente en el rendimiento deportivo ya no solo del primer equipo, sino en las diversas categorías inferiores. Si el fútbol base rojiblanco escasease de futbolistas de nivel, los años venideros podrían transformarse en épocas negras y lúgubres cuando los jóvenes deban dar el último paso hacia la élite y jugar en San Mamés.

Como todos los otros clubes de nuestro país que, por suerte, goza de muy buena salud en categorías inferiores, se van cumpliendo unos ciclos, positivos y negativos indistintamente. Mientras la Quinta del Buitre dominaba el fútbol español a finales de los 80 con Emilio Butragueño, Miguel Pardeza, Míchel González, Martín Vázquez y Manolo Sanchís como máximos exponentes de la cantera blanca; el Barcelona ‘pre-Dream Team’ vivía muy lejos de los buenos tiempos de La Masía. Del mismo modo que años después la situación dio un giro de 180 grados, con un Barça liderado por Pep Guardiola desde el banquillo y los Xavi Hernández, Carles Puyol, Víctor Valdés o Andrés Iniesta en el césped del Camp Nou tras curtirse en el Mini Estadi y sus campos anexos; a la vez que el Real Madrid se nutría, principalmente, de jugadores foráneos.

Como en su momento lo fueron Real Madrid o Barcelona, el Athletic de Ernesto Valverde es ahora, más que nunca, uno de los equipos con mayor capacidad para poblar al primer equipo de futbolistas crecidos en las entrañas del club. Junto a los vascos, ese honorable papel de sano adoctrinamiento a sus jóvenes talentos también ha recaído en la Unión Deportiva Las Palmas, que ha encontrado en Quique Setién a un hombre que apuesta con firmeza por los jugadores de la tierra, moldeando el equipo al más puro estilo canario. Futbolistas de exquisitez técnica y de juego asociativo como Roque Mesa, Tana, Jonathan Viera o Vicente Gómez son los que ahora campean semana tras semana por el Estadio de Gran Canaria.

 

Las dudas acerca de dificultad a la hora de encontrar a un sustituto para Gorka Iraizoz se han disipado este curso con la irrupción de Kepa Arrizabalaga

 

Para el Athletic ya han quedado atrás esos años de vacas flacas en los que la fabricación de productos made in Lezama parecía haberse tomado un respiro involuntario. Un respiro que pudo haberle costado muy caro al club en el bienio negro de 2006 y 2007. Fueron dos temporadas convulsas, en las que el fantasma del descenso se paseaba por San Mamés a diario y provocaba escalofríos en el seno del Athletic. La enésima gran camada de cachorros liderada por Fernando Llorente, Javi Martínez y Andoni Iraola aún no rugía con la fuerza de los leones y hasta cuatro entrenadores —José Luis Mendilibar, Javier Clemente, Félix Sarriugarte y José Manuel Esnal ‘Mané’— se sentaron en el banquillo durante esos dos cursos, que casi acabaron con el Athletic en la categoría de plata, un hito que lloraría Bilbao y también gran parte del aficionado español. Ver caer a un grande nunca sienta bien, y aún menos cuando se trata de un club que nunca ha visitado las catacumbas de la Segunda División en sus 119 años de historia.

Esos tiempos quedaron atrás con la llegada de Joaquín Caparrós y Marcelo Bielsa. Los cuatro años de ‘Jokin’ y los dos del ‘Loco’ en Bilbao le dieron al equipo la estabilidad necesaria para retomar el vuelo y darle oportunidades a los jóvenes que asomaban sus bisoñas cabezas desde las instalaciones de Lezama. Poco a poco se fueron asentando en el primer equipo los futbolistas que hoy son buques insignia de la plantilla de Valverde. Markel Susaeta y Ander Iturraspe capitanearon la penúltima generación de canteranos que ha dado el fútbol base bilbaíno y a la que se sumaron algunos como el precoz Iker Muniain o Ibai Gómez. En una etapa en la que el Athletic volvió a competir, pero no tuvo la determinación para dar ese salto que separa al éxito de la derrota. Dos finales de Copa del Rey perdidas ante el Barcelona y una final de la Europa League que Radamel Falcao sentenció a favor del Atlético de Madrid impidieron que, después de tres décadas, la gabarra saliese a pasear de nuevo por la ría de Bilbao antes de que Ernesto Valverde firmase en 2013 como nuevo técnico del Athletic.

Desde la vuelta del ‘Txingurri’ a San Mamés la lista de cachorros que se han convertido en leones debutando en Primera División asciende hasta 15 —nueve más si se le suma la primera etapa del extremeño al frente de la plantilla— con el reciente debut de Asier Villalibre. En estas cuatro temporadas, han llegado al primer equipo futbolistas de todo tipo. Algunos laterales como Enric Saborit o Íñigo Lekue; diversos centrocampistas, entre los que destacan Javier Eraso y Mikel Vesga; y jugadores de perfil más ofensivo representados por Iñaki Williams. La portería y el centro de la zaga parecían las únicas asignaturas en las que Lezama aprobaba de manera poco holgada, con Iago Herrerín y Unai Albizua como únicos productos en respectivas demarcaciones, y con ambos fuera del organigrama del club actualmente.

Las dudas acerca de dificultad a la hora de encontrar a un sustituto para Gorka Iraizoz se han disipado este curso con la irrupción de Kepa Arrizabalaga. Ernesto Valverde tomó las decisión en verano de rotar a sus tres guardametas —ahora dos con la cesión de Iago Herrerín al Leganés— a lo largo de la temporada, sabiendo que la participación en Liga, Copa del Rey y Europa League, podía darle opción a que todos ellos contaran con minutos. En Riazor, ante el Deportivo, en el partido correspondiente a la tercera jornada del campeonato liguero le llegó el turno a Kepa. Y el arquero de Ondárroa respondió dejando la portería imbatida el día de su debut con el Athletic. Desde entonces, ha participado en 11 encuentros de Liga y solo ha encajado nueve goles, demostrando una gran manejo en el juego de pies y en los balones aéreos, una madurez tempranera y la capacidad de recibir elogios que no debilitan su humildad. Pero la reciente lesión muscular en el recto anterior que sufrió en el derbi ante el Alavés le dejará hasta marzo en el dique seco.

 

Con la Catedral del fútbol español como escenario y contra el Valencia llegó la primera oportunidad de Yeray Álvarez. El zaguero de Barakaldo no desaprovechó la ocasión y a partir de ahí se convirtió en un fijo

 

Junto al portero de 22 años también ha llegado un central de garantías al que se le esperan muchas tardes gloriosas en San Mamés al lado de Aymeric Laporte. Debutó una semana después de que Kepa lo hiciese ante el Deportivo. Con la Catedral del fútbol español como escenario y contra el Valencia llegó la primera oportunidad de Yeray Álvarez. El zaguero de Barakaldo no desaprovechó la ocasión y a partir de ahí se convirtió en un fijo para los esquemas de Ernesto Valverde. Agresividad, temple al salir con el balón jugado y una potencia física envidiable han sido los argumentos que le ha dado al ‘Txingurri’ para hacerse con un hueco en el once inicial. Pero, como en el caso de Kepa, la nota negativa llegó estas navidades, cuando se le detectó un tumor testicular y tuvo que ser operado para que fuera extirpado. Una noticia que sentó como un jarro de agua fría en el seno del club, justo en el momento más importante de la carrera de Yeray.

En Bilbao ya cuentan los días para volver a verles jugar de nuevo. La Catedral quiere volver a oír los rugidos de Yeray en cada una de sus acciones desbaratando los ataques del enemigo y también espera con ahínco los reflejos felinos de Kepa para que los tres puntos se sumen semana a semana en el casillero del Athletic en la clasificación. Mientras, los dos leones ya se preparan para volver a donimar sus terrenos de San Mamés.