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Agosto es el nuevo septiembre

El verano termina cuando empieza la liga, la rutina que se lleva de un plumazo la pausa de julio y te asalta con los nuevos proyectos que abandonarás enseguida

MANCHESTER, ENGLAND - AUGUST 22: New signing, Casemiro of Manchester United applauds the fans prior to the Premier League match between Manchester United and Liverpool FC at Old Trafford on August 22, 2022 in Manchester, England. (Photo by Michael Regan/Getty Images)

En agosto antes no pasaba nada. Las únicas dosis de adrenalina eran un par de atascos. El día 1 y otro el 31. Solo había una operación salida y una operación retorno. Ahora te vas de vacaciones con el coche y no encuentras ni un atasco. Ya no se descansa exclusivamente en agosto. Algunos se cogen quincenas, otras se pillan días sueltos, los hay que prefieren disfrutar en junio y luego están los kamikazes que hacen vacaciones en octubre. En octubre. Incluso los días de vacaciones no son de pleno descanso. Después de todo el año, te das cuenta de que lo más difícil es no hacer nada. Igual por eso, después de una productividad exacerbada en el confinamiento, no puedes parar.  Un correo, una reunión desde el apartamento, unas notas en el móvil. Agosto ya no es lo que era. O peor: agosto ya es septiembre.

Empiezas las vacaciones y casi las terminas al día siguiente, como si el verano durara una canción de Rosalía. Antes septiembre esperaba tranquilo, antes septiembre era la hostia, antes septiembre era el mejor mes del año mientras descansabas en agosto. Pero qué pasa ahora si en agosto ya es septiembre. Lo peor de esta época de baños vespertinos y morenos afianzados no es que no sea verano, es que es verano y no lo parece. Quizás es fruto de este año raro, con un Mundial en un otoño que parecerá invierno. No habría que extrañarse incluso de que este año el verano cayera en noviembre.

 

Quieres cambiar tu vida, pero te pareces más a Saúl: se fue del Atlético para no jugar de lateral, en el Chelsea apenas tuvo minutos y de vuelta al Atleti volvió a jugar de lateral

 

La liga ha contribuido a la transformación de agosto en un septiembre en potencia. El verano termina en la jornada uno. La liga es rutina. Pum, primer partido. Pum, jornada dos. La liga es reactivar el despertador diario la noche antes de empezar. La liga es la quinoa al mediodía y la ensaladita por la noche, el curso de pilates y apuntarse a alemán en las escuela de idiomas. Y eso, ya me sabe mal, no es verano por mucho que sea agosto. Seguramente porque el verano no es ni un mes ni una estación: es un lugar, un recuerdo, un día largo en una vida corta.

Con el inicio de la liga nos asaltan los nuevos proyectos. Agosto ya no es un domingo eterno, sino un lunes a las siete de la mañana. Ahí está Casemiro, dando un giro radical a su carrera deportiva. Hasta un mediocentro seguro y correcto como él, alguien que te hace un bizum de sus deudas al momento, le ha dado un volantazo a su vida. A ti también te gustaría tener un nuevo trabajo, una nueva pareja o un nuevo piso. Te conformarías hasta con un nuevo corte de pelo. Pero te pareces más a Saúl: se fue del Atlético para no jugar de lateral, en el Chelsea apenas tuvo minutos y de vuelta al Atleti volvió a jugar de lateral. Al final todo sigue igual.

Lo sabes, pero quieres acicalarte para septiembre. Estás en tu derecho de dejarlo todo a medias. Recibe como quieras al mes asesino, que acuchilla al verano y dispara a las ilusiones. Tiene munición con los primeros fascículos, el grupo de WhatsApp del euromillón, el pádel, el voluntariado. En definitiva, esa incertidumbre que tan a menudo confundimos con la felicidad. Septiembre es rellenar una quiniela pero al revés: primero piensas las ilusiones y luego vas poniendo las cruces.

 


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Fotografía de Getty Images.