Esta será la sexta presencia consecutiva de Japón en un Mundial. Se dice fácil pero el mérito es tremendo. Desde 1998 no han fallado, seis son sus presencias totales y otro de los clásicos son sus camisetas molonas junto a futbolistas carismáticos. En tres ocasiones han caído en la fase de grupos, la última de ellas fue en Brasil. En 2014, les tocó en un grupo junto a Colombia, Grecia y Costa de Marfil; a simple vista, excepto Colombia, se trataban de selecciones parecidas al nivel de Japón. ¿Qué ocurrió? Empataron un único encuentro y se volvieron a casa. No podemos tachar su actuación de fracaso, pero sí de decepción.
En definitiva, siempre tenemos esperanzas de que algún equipo asiático haga algo importante en un Mundial y quizá Japón sea la única capacitada para ello. Decimos esto porque los Sakai, Yoshida, Kagawa, Inui, Muto, Okazaki, Nagatomo, Gaku u Honda ya llevan un tiempo en el mapa futbolístico internacional.
La cuatro veces campeona de Asia llega a Rusia con un técnico (Akira Nishino) que apenas llevará dos meses en el cargo, y, de nuevo, en un grupo de nivel similar al suyo.

