Antonio Carbajal pasó a la historia de la Copa del Mundo el 19 de julio de 1966 cuando defendió la portería de la selección mexicana ante Uruguay en el Mundial de Inglaterra. A él, le siguió Lothar Matthäus un 21 de junio de 1998 en el segundo encuentro de la fase de grupos de Francia’98 cuando entró en el segundo tiempo contra la República Federal de Yugoslavia -Serbia y Montenegro-. Y Gianluigi Buffon se sumó a ellos en el Italia-Costa Rica del 20 de junio de 2014 en Brasil. Tres fechas grabadas eternamente en sus respectivas historias por conseguir lo que pocos privilegiados podrán contar en el fin de sus días: haber sido partícipes de cinco Copas del Mundo defendiendo las camisetas de sus países.
Desde el pasado 17 de junio de 2018, un nuevo miembro se unió a este selecto grupo de futbolistas. Rafa Márquez culminó una brillante trayectoria dentro de los terrenos de juego antes de despedirse definitivamente del fútbol. Con 39 años, más de dos décadas después de vestirse de corto por primera vez con el Tri y tras 144 internacionalidades, quien pasara por Atlas, Mónaco, Barcelona, New York Red Bulls, León y de nuevo Atlas, ya forma parte de la historia de los Mundiales desde que el cartel de sustituciones anunciara el ingreso del ‘4’ azteca en el césped del Luzhnikí.
Dicen que las buenas historias empiezan con malas ideas, y la de la relación del central mexicano con la selección de su país no podía ser una excepción. Era 1997 y México estaba con el ojo puesto en la próxima Copa América que iba a disputarse en Bolivia. En uno de los amistosos previos a la cita continental, el seleccionador Bora Milutinovic publicó la lista de convocados con un error que nadie supo detectar. Entre sus elegidos estaba Márquez del Atlas de Guadalajara; sin especificar -he aquí la mala idea- si el escogido era el centrocampista defensivo César o si se trataba del joven central de 17 años Rafael. Cuando el actual capitán del Tri llegó a la concentración, se dieron cuenta del fallo. “La convocatoria fue después de un partido Atlante contra Atlas, donde yo jugaba de volante de contención y Rafa de defensa central. Ahí me dicen que estoy dentro de la lista de convocados. Se armó ahí un chisme que era yo, no era Rafa; que era Rafa, no era yo. Eran dimes y diretes. Al final fuimos los dos. Después Bora aclaró toda la situación”, explicó el ‘otro’ Márquez años después para #SinDerechos.
Entonces, al haber viajado hasta el lugar de concentración, y sabiendo las cualidades del joven defensor, apostaron por incluirle en la convocatoria. Con 17 añitos, a escasos ocho días de cumplir la mayoría de edad, ahí estaba el joven Márquez, en el banquillo del Tri, esperando su oportunidad para debutar con la selección absoluta de su país en un partido amistoso frente a Ecuador. “Cuando ves un joven con tantas cualidades sabes que puede hacer algo importante, pero también pueden pasar muchas cosas que no le permitan consolidarse y en su caso todo se dio perfecto”, recordaba Carlos de los Cobos, asistente del seleccionador Milutinovic. El técnico serbio decidió darle entrada para jugar poco menos de media hora. Suficiente para que demostrara que aunque la casualidad le había llevado aquella tarde al Estadio Azteca no se habían equivocado en la decisión de mantenerle en la convocatoria.
El fútbol es especial por regalarnos tardes como la que le brindó a México el pasado 17 de junio. Una tarde en la que un país entero hizo las paces con el seleccionador de todos y en la que Rafa Márquez se convertía en historia viva del deporte
Así, de esta cómica manera, iniciaba Rafa Márquez su carrera internacional. Algo inusual, pero seguramente no tanto como la responsabilidad de portar la cinta de capitán en su brazo izquierdo durante el primer Mundial que disputaba. Era el año 2002 y el por entonces central del Mónaco, con solo 23 ‘primaveras’, se ponía a liderar a una de las selecciones más exigidas del panorama futbolístico. Desde entonces, pasaron diversos seleccionadores, muchos centrales y mediocentros defensivos de mayor o menor nivel durante 16 años y ninguno fue capaz de arrebatarle el liderazgo a un Rafa Márquez que solo cedió el brazalete durante el Mundial de Sudáfrica en 2010, donde compartió galones con otras dos leyendas del país: Gerardo Torrado -capitán en el encuentro inaugural contra Sudáfrica- y Cuauhtemoc Blanco -capitán ante Uruguay-.
En sus cuatro anteriores participaciones en la Copa del Mundo, Rafa Márquez y la selección mexicana se toparon siempre con el dichoso maleficio del quinto partido; una ilusión que moría en la orilla cada cuatro años, repitiéndose una y otra vez sin clemencia para el fútbol azteca. En el Mundial de Corea y Japón, después de quedar por delante de la siempre molesta Italia, Estados Unidos se cruzó en el camino del Tri para llevarse el primer Clásico de Norteamérica en la historia de las Copas del Mundo. En 2006 y 2010, Argentina sería el verdugo de los aztecas; primero, remontando un tempranero tanto de Rafa Márquez y, cuatro años después, con el polémico y doloroso gol de Carlos Tévez en fuera de juego. Por último, en el Mundial de Brasil’14 fue el dichoso penal provocado por Arjen Robben el que condenaba a los mexicanos a volver a casa en el cuarto partido. La historia de siempre.
Con 35 años, aquella Copa del Mundo disputada en Brasil, podía entreverse como la última actuación de Rafa Márquez en la mayor competición de selecciones del planeta, pero el Káiser quería un final distinto, un último cartucho que fuera el broche de oro para una trayectoria deportiva envidiable. Pero antes de conseguir igualar a Matthäus, Buffon y Carbajal, tuvo que pasar por el peor momento de su carrera en agosto de 2017 cuando desde la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos se le relacionó con el narcotráfico. Los patrocinadores le dieron la espalda, Estados Unidos le señaló con el dedo y él, estando ya de vuelta de todo, aguantó, tragó y salió adelante con la misma fluidez con la que acostumbraba a sacar el balón jugado desde el centro de la zaga. “Niego categóricamente ser parte de dicha organización. Comprendo la situación jurídica en la que me encuentro y de inmediato lo veré con mi equipo de abogados, pues aclaro que no y nunca he participado con estas organizaciones con las que se me ha vinculado”, explicó tras la acusación.
En su mente seguía el objetivo del Mundial. Era un reto complicado, demasiados partidos sin jugar, pocas convocatorias con el Tri en las clasificatorias y la permanente sensación de que las puertas del tren estaban a punto de cerrarse. Se despidió de Atlas, el equipo que le vio nacer y despedirse del fútbol a nivel de clubes, en abril. Y corrió para alcanzar una de las 23 plazas que reservaba Juan Carlos Osorio para el Mundial de Rusia. “Me encantaría tener a Rafael dentro y si no es dentro, fuera de la cancha, y a futuro, en un proyecto, contar con él por todo lo que le puede aportar a un equipo de fútbol”, aclaró el técnico colombiano en el mismo mes de abril. Por suerte, y lógicamente, Rafa Márquez contaba con la complicidad del seleccionador. Y por suerte, y lógicamente, el de Michoacán apareció en la lista definitiva.
En el primer encuentro de la Copa del Mundo tocaba bailar con la más fea del grupo, Alemania, añadiéndole la presión de saber que México nunca había conseguido batir a los teutones en una cita mundialista y que una derrota condenaría, si se diera la lógica, a que Brasil se postulara como el escollo a batir para alcanzar el ansiado quinto partido. Pero el fútbol es especial por regalarnos tardes como la que le brindó a México el pasado 17 de junio. Una tarde en la que un país entero hizo las paces con el seleccionador de todos y en la que uno de los mejores jugadores que haya jugado para el Tri se convertía en historia viva del deporte al alcanzar su quinta participación en una Copa del Mundo. “No pensé que era mi quinto Mundial, quería ayudar al equipo en un momento complicado”, aseguró. Como si le importara más bien poco, supongo que así son las leyendas.