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Un derbi de Reyes Magos

Sevilla y Betis protagonizaron uno de los mejores derbis de los últimos años en el día de Reyes de 2018. Un partido histórico con nervios, goles y espectáculo

Ni la vuelta al cole ni la noche antes del cumple ni ninguna otra. Para un niño no hay mayor desvelo que el momento de meterse en la cama el 5 de enero. Pasan los minutos, las horas, doscientas ovejitas. Y no llega el sueño. No llega porque no puede ni quiere llegar. ¿Habrá esto bajo el árbol? ¿Se habrán acordado de traer aquello? Carbón, no, ¿no? Si me he portado súper bien. De repente, el sueño por fin le gana la partida al ansia. Y al despertar, nervios, intriga, deseos que a veces se hacen realidad y, otras, desgraciadamente, no.

En la noche de Reyes de 2018 el manojo de nervios de los niños se expandió en Sevilla por todas las edades. De los más pequeños a los más mayores. Abuelos, padres, primos, sobrinos, hijos, nietos. Todos excitados. Todos. Aquella noche, la del 5, nadie en Sevilla probablemente podría conciliar el sueño. Se juntaban dos de las fechas más señaladas en una sola, como si los que montan el calendario balompédico se hubieran puesto de acuerdo para que aquel día la ciudad entera entrase en erupción. El día de Reyes y el derbi de Sevilla. En un pack. En una sola dosis. Los regalos de por la mañana se convertirían por la noche en carbón, para unos, y felicidad doble, para los otros. Una jornada festiva mutada en un arma de doble filo: solo sonreiría la mitad de la ciudad al acostarse.

Se citaban Sevilla y Betis en el Ramón Sánchez Pizjuán. Vincenzo Montella, en su primer partido liguero en el banquillo sevillista, dispuso sobre el campo a Sergio Rico, Navas, Corchia (Sarabia), Lenglet, Kjaer, Escudero, N’Znozi, Banega, el ‘Mudo’ Vázquez (Correa), Ben Yedder y Nolito (Muriel). Por su parte, Quique Setién dio lugar en el ‘once’ a Adán, Barragán (Francis), Mandi, Feddal, Durmisi, Javi García, Fabián (Camarasa), Guardado, Boudebouz, Joaquín (Tello) y Sergio León.

Los tres puntos, más allá de lo que significa ganar un derbi, y pese a todo lo que quedaba aún por jugarse en aquel campeonato, eran vitales para ambos. El Sevilla, con 29, los necesitaba para acercarse un poco más a la lucha por entrar en posiciones de Champions League. El Betis, con 21, para alejarse un poco más de los puestos de descenso y mirar hacia arriba en la pugna por obtener un billete para la Europa League del próximo curso. Así, sumándose todos estos alicientes, solo podía esperarse un partido de alto voltaje. Como acabó sucediendo.

 

Aquella victoria fue el mejor regalo de Reyes que le podía dar el Betis a su afición. La primera vez que marcaban cinco goles lejos de casa en el derbi. La primera vez que el Sevilla perdía en el Pizjuán en 13 meses

 

Apenas se necesitaron 22 segundos de juego para que todo saltara por los aires. El Sevilla sacó de centro, la perdió, Fabián trenzó una pared con Joaquín, amagó, disparó ajustado a la cepa del poste y primer regalo para la afición bética. Aquello no bajó los brazos del Sevilla, que buscó rápido una réplica para no perderle la cara al encuentro y pasados los diez minutos de juego encontró la recompensa en una jugada a balón parado, una de las claves del duelo. Sergio Escudero botó una falta lateral que Ben Yedder cazó en el primer palo ante la tibieza de la defensa verdiblanca. Empate en el marcador y la sensación de que el encuentro destaparía los problemas defensivos de ambos equipos. Solo nueve minutos después, otro gol a balón parado. Joaquín la puso desde la derecha y Zou Feddal, sobrevolando Sevilla entera, saltó más que nadie para volver a adelantar al Betis. Y a falta de seis minutos para el descanso, un Sevilla que fue a remolque en el electrónico durante los 90 minutos volvió a poner las tablas. A balón parado, claro. Cómo sino. La jugaron en corto Escudero y Banega, abrieron al otro costado y Navas, con uno de los centros milimétricos que lleva toda la vida poniendo, la envió a la testa del ‘Mudo’, quien prolongó el balón para que Kjaer la rematara a puerta. Así se llegó al entretiempo, entre dudas en defensa y certezas en el ataque. “El derbi se convirtió en una locura. En términos generales, el Sevilla llegaba más, con más calidad, pero acusaba un sistema defensivo frágil, que facilitaba los contragolpes del Betis […] El Betis, tocado por la lesión de Barragán, era un coladero en la banda derecha”, resumía Rafael Pineda en su crónica para El País.

“El segundo tiempo desnudó a los de Montella, un equipo que decidió jugar sin centro del campo. Plagado de futbolistas ofensivos, el Sevilla fue víctima de las veloces combinaciones de los béticos […] Sin embargo, todo lo bueno que el Betis hacía en ataque lo perdía en defensa”, apuntaban las líneas de El País sobre la segunda parte. El técnico italiano planteó una presión arriba, sumando efectivos en ataque, buscando ahogar al Betis en la habitual salida a ras de suelo del balón que dibujaban los de Setién. Pero aquella estrategia condenó a un Sevilla que se vio superado con facilidad. Fue a por todo y se quedó sin nada. Entones, tocando, tocando y tocando, el Betis encontró el camino hacia la victoria en el 63’, tras una jugada elaborada de pases cortos en el área enemiga que acabó con un regalo de Boudebouz a Durmisi para volver a adelantar a los visitantes. El carbón llegó al Pizjuán por partida doble, pues dos minutos más tarde, Tello, recién entrado al campo, dibujó un pase medido para dejar solo a Sergio León ante Rico y poner más distancia en el resultado. Aunque la tranquilidad duró poco; en el 67’, tras la enésima falta lateral con peligro, Nolito recogió el rechace en la otra banda para poner el balón en la cabeza de Lenglet. 3-4, resurgía la esperanza para el sevillismo. En los minutos restantes, el Betis defendió como pudo el resultado y el Sevilla lo dio todo para revertirlo; tanto, que ya en el último minuto, en la última bala que tenían los del Pizjuán para firmar las tablas, y con Sergio Rico subiendo a rematar, Cristian Tello aprovechó el balón rebotado por la defensa bética para marcarse un sprint imparable y batir al guardameta sevillista, ya de vuelta en su arco. 3-5. Final.

Aquella victoria fue el mejor regalo de Reyes que le podían dar los pupilos de Setién a su afición. La primera vez que marcaban cinco goles lejos de casa en el derbi. La primera vez que el Sevilla perdía ante su afición en 13 meses. El sevillismo acabaría comiendo carbón aquella noche. Los béticos saborearían los regalos con mayor ilusión. Pero al acabar el curso, felicidad compartida en la capital hispalense, el Pizjuán y el Benito Villamarín disfrutarían de la Europa League el curso siguiente. Un buen regalo para la ciudad.

 


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Fotografía de Imago.