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El milagro del Salto del Caballo

En la fría noche del 13 de diciembre del año 2000, el Toledo eliminó al Real Madrid de Vicente del Bosque en los treintaidosavos de final de la Copa del Rey

La Copa del Rey es el torneo de las hazañas. Es el campeonato de los equipos pequeños, de los jugadores semidesconocidos y semiprofesionales. “Para muchos es una competición menor, para nosotros es la más grande”, aseguraba Carlos Pouso, el entrenador que dirigió al Mirandés hasta las semifinales en la temporada 11-12.

Quizás ahora suceda menos, pero, a veces, algún rebelde -este año, el Lleida y el Formentera- nos roba el corazón y nos recuerda los primeros años del milenio, cuando las sorpresas estaban a la orden del día, cuando todo era posible. El Figueres, el Novelda y la Gramanet dejando KO al Barcelona; el Real Madrid cayendo por 4-0 con el Mallorca y por 6-1 con el Zaragoza; el Lanzarote eliminando al Tenerife; el Ceuta, al Betis; la Gimnástica de Torrelavega, al Athletic Club. Un torneo que, entre 1999 y el 2008, coronó a Valencia, Espanyol, Deportivo de la Coruña, Zaragoza, Mallorca, Betis y Sevilla. De diez títulos, ninguno para el Barcelona o el Madrid. El fútbol, más democrático. Qué tiempos aquellos…

 

El Toledo jamás ha estado en Primera, pero sorprendió al universo futbolístico al imponerse al todopoderoso Real Madrid

 

Y entre tantos casos extraordinarios, hay uno que sobresale por encima del resto. Porque, aunque Toledo sea una de las 16 capitales de provincia españolas que jamás ha estado representada en Primera División, en la fría noche del 13 de diciembre del 2000, su equipo sorprendió al universo futbolístico al imponerse al conjunto que, tan solo dos días antes, había sido distinguido por la FIFA como el mejor club del siglo XX y que, en el mes de mayo, había alzado su octava Copa de Europa en el Stade de France: el todopoderoso Real Madrid.

En aquella época, las primeras rondas se disputaban a partido único en el campo del equipo más modesto, algo que aumentaba las opciones de los modestos y que, a la vez, podía complicarles las cosas a los que, a priori, eran favoritos. Consciente de ello, en la previa del encuentro de treintaidosavos de final contra el Toledo, Vicente del Bosque alertó de que la visita al Salto del Caballo era “un partido trampa” para el equipo merengue, que ya había cedido en los dos torneos que se había jugado a un solo encuentro en aquella temporada: la Supercopa de Europa, contra el Galatasaray, y la Copa Intercontinental, contra el Boca Juniors. Aun así, el técnico salmantino decidió dar descanso a algunos de sus mejores hombres: Iker Casillas, Aitor Karanka, Iván Helguera, Roberto Carlos, Geremi, Claude Makélélé, Steve McManaman, Raúl González y Luis Figo, el ganador del Balón de Oro de aquel mismo año.

Dada la contrastada calidad de los futbolistas que les sustituyeron en el once titular blanco -al final, Del Bosque salió de inicio con César Sánchez; Albert Celades, Fernando Hierro, Iván Campo, Manolo Sanchís; Enrique Corrales, Flávio Conceiçao, Alberto Rivera, Santiago Solari; Sávio Bortolini y Fernando Morientes- y la evidente inferioridad del equipo local, la apuesta del Madrid no parecía demasiado arriesgada… pero terminó saliéndole muy cara.

Desde el primer minuto del partido, los hombres de José Ramón Corchado, que en su época como futbolista había ganado la Copa con el Zaragoza (85-86), demostraron su estilo de juego ofensivo e intenso. Y, a pesar de ser un equipo de Segunda División B, pasaron por encima del apático conjunto madrileño como un auténtico rodillo.

El primer golpe contra la línea de flotación merengue llegó en el minuto 6. Tras una pérdida de Fernando Morientes en campo rival, el esférico le llegó a Israel González, que combinó rápidamente con Joaquín Béjar, ‘Quini’. Desde el círculo central, el imaginativo atacante zurdo del Toledo se la devolvió a Israel con un fantástico pase a la espalda de la desconcentrada defensa blanca. Solo ante César, el veloz delantero resolvió el mano a mano con un buen remate cruzado. La acción apenas duró diez segundos, un tiempo que fue más que suficiente para que Quini e Israel se presentaran ante el fútbol español como dos futbolistas “habilidosos y rápidos”, según escribió Santiago Segurola en la crónica del encuentro de El País.

 

El Toledo había desarmado completamente al campeón de Europa en tan solo 15 minutos

 

Y cuando los 6.000 espectadores que aquella noche llenaron el Salto del Caballo todavía festejaban el primer tanto local, José María Cidoncha consiguió el segundo. La jugada nació de un centro lateral de Antonio Gómez, un elegante centrocampista surgido de La Fábrica que en los últimos años ha acompañado a Rafa Benítez, su entrenador en la etapa juvenil, en los banquillos de Liverpool, Nápoles, Madrid y Newcastle. Iván Campo despejó el balón, pero Cidoncha, uno de los centrales del Toledo, recogió el rechace en la frontal del área y conectó una fuerte volea con la zurda para poner el 2-0, provocando así el delirio de una afición que veía, atónita e incrédula, como su equipo, el mismo que tantas decepciones le había causado, había desarmado completamente al vigente campeón de Europa en tan solo 15 minutos.

Pero el Madrid es el Madrid, y nunca se le puede dar por muerto. Poco después del tanto de Cidoncha, Solari trenzó una buena jugada individual y terminó cediendo el esférico a Morientes. José Ramón de la Fuente, el actual entrenador de porteros del Barcelona, detuvo el chut del cacereño, pero dejó el balón muerto en el área pequeña… y, justo allí, apareció Sávio para recortar distancias y devolver a los hinchas toledanos a la realidad.

Aún quedaban 70 minutos para el término del partido, y resistir por delante en el marcador parecía realmente complicado para el Toledo. Sin embargo, el conjunto de Corchado demostró un oficio inaudito, administró su ventaja hasta el final del encuentro e incluso se permitió jugar con la ansiedad y los nervios de un Real Madrid irreconocible. Del Bosque intentó evitar la catástrofe dando entrada a Tote, Óscar Miñambres e Iván Helguera, pero el destino del conjunto blanco en aquella Copa había quedado escrito en el primer cuarto de hora.

Con todo, cuando Javier Turienzo Álvarez decretó el final del encuentro, el sueño se hizo realidad, y el Toledo se convirtió en el primer equipo de Segunda B capaz de eliminar al Madrid en el torneo del KO. Y, en el mismo momento en el que Flávio Conceiçao trataba de calmar a sus compañeros a pie de césped afirmando -erróneamente- que “todavía queda el partido de vuelta”, los hinchas toledanos empezaban a disfrutar, eufóricos y extasiados, de la increíble gesta conseguida por sus nuevos 15 héroes: José Ramón de la Fuente, Israel Sánchez (‘Ferrer’), José María Cidoncha, Sergio Magano, Israel Villarreal, Antonio Gómez, Iñaki Muñoz, Santiago Carpintero, Óscar Santor (‘Golo’), Israel González, Joaquín Béjar (‘Quini’), Raúl Ivars, Antonio Cañadas, Jorge Salvatierra… y José Ramón Corchado, el entrenador de aquel Toledo que, 17 años después de su extraordinaria hazaña, nos continúa recordando que la Copa es la competición de los humildes, de los que consiguen sentirse grandes por un día.